De “barrigazo” aterrizó el TLC en Colombia

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Por Carlos Villota Santacruz
Internacionalista, experto en TLC, marketing de ciudad y Marketing político

BOGOTA, 04 de Mayo ¬_RAM_ Luego de 22 meses de negociaciones. Una ofensiva diplomática sin precedentes. Un país con serios problemas de infraestructura, el 15 de mayo ese cumple un año de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, en medio de una alta preocupación de los empresarios, la incertidumbre de las PYMES y un desconocimiento de los ciudadanos.
Palabras más palabras menos, el TLC, al margen de ser una nueva constitución económica entre Bogotá y Washington, no solo aterrizó de “barrigazo”, sino que hoy tiene más preguntas que respuestas entre los 44 millones de habitantes de Colombia, que incorporaron a su léxico, a su vida y a su futuro, el Tratado de Libre Comercio.
Su magnitud es de tal envergadura –para bien o para mal- que mientras en Estados Unidos existen hoy 1.600.000 PYMES subsidiadas y con pleno apoyo del Estado, en el otro lado de la “orilla”, en Colombia, existen un poco más de 450.000 PYMES, de las cuales solo un 28 por ciento tienen la posibilidad de entrar con éxito al mercado norteamericano.
Lo cierto, es que el panorama no claro. Hay muchas dudas. Hay muchas vacíos. El TLC fue muy mal negociado por Colombia. Los 12 departamentos fronterizos que posee el país, podrían asistir a un “baile”, donde podrían pasarla muy mal, sino adecuan su modelo productivo y de competitividad, en medio de la pobreza, la desigualdad, el desempleo que en vez de disminuir, tiende a elevarse. Caso particular, el departamento de Nariño.
Si se observa con detenimiento, lo que sucede en Bogotá y cada una de sus pares es que se abre un solo interrogante: ¿quién pierde y quién gana con el TLC?.
Lo primero hay que decir, es que si bien gana el país en su imagen internacional al poner en marcha un acuerdo económico con la nación más poderosa del mundo con más de 350 millones de habitantes, -en medio de una carrera presidencial a la Casa Blanca-, los sectores que saldrán favorecidos de entrada son: las confecciones, las flores, los plásticos y los artículos de cuero.
En segundo término, es una realidad es que Colombia –en mayoría de su territorio. No está preparado aún para recibir el TLC por la ausencia de planificación, por los altos niveles de corrupción, por el pésimo panorama de las vías secundarias y terciarias, que coloca en aprietos los pequeños productores a la hora de intentar comercializar sus productos.
Si hablamos puntualmente, quienes comenzaron a sentir los efectos negativos del TLC fueron los productores de arroz, trigo, maíz, azúcar, la avicultura, la ganadería vacuna, la porcicultura y los lácteos. Es decir, ganaron menos, trabajaron más y fueron obligados a competir más.
Una situación que puede ser un reto, pero cuya tarea no es fácil, porque la competencia entre Colombia y los Estados Unidos no es equitativa. No todos los que quieran exportar lo podrán hacer. El campo sino se industrializa podría ser una “muerte anunciada”, originará desempleo, muerte y desolación.
Entonces, donde está la clave para no salir damnificado el TLC. Simple. Prudencia. No tomar medidas a la ligera. Elevar el consumo interno. Y una invitación a los empresarios, no “echar los huevos en la misma canasta a la hora de hacer negocios. Mirar otros mercados. Y por sobre todo, trabajar en equipo el sector público, el privado, la academia, el Estado, con una alta dosis de ciencia y tecnología” A propósito de este comentario.
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