Reuniones que no sirven

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or Javier Mozzo Peña

De nada han servido las reuniones programadas y realizadas por los líderes occidentales para intentar detener la ilegal agresión rusa contra Ucrania. Al contrario, han envalentonado al autócrata ruso, Vladimir Putin y dejado en entredicho, sino en ridículo, la capacidad mediadora que estaba ejecutando el presidente Donald Trump.

El más reciente ataque con 30 misiles balísticos y de crucero, así como 600 drones con explosivos que sacudió a los habitantes de Kiev mientras dormían, ha dejado más de 20 muertos y 45 heridos, entre ellos niños. Confirma, una vez más, las pocas intenciones de terminar el conflicto por parte de Rusia, el cual se encamina a cumplir su cuarto año; y la nula capacidad disuasoria de Occidente.

La agresión del miércoles, la mayor desde la reunión Trump-Putin del 15 de agosto en Alaska, sucedió a exitosas incursiones de drones ucranianos muy dentro del territorio ruso, que han destruido refinerías de petróleo, lo que ha afectado hasta en un 20 por ciento el abastecimiento de derivados del petróleo. No solo se han elevado los preciosinternos del energético, sino que ya en varias regiones escasea la gasolina.

A la par con las cotizaciones, también se habría elevado la oposición doméstica a Putin, que ha arruinado la vida de centenares de miles de jóvenes rusos desde que fue impuesto como máximo líder ruso terminado el siglo XX y en las primeras luces del presente. Pero no lo sabemos con exactitud por el férreo control y las restricciones a las libertades que se ejercen en ese país.

Trump es ahora objeto de burla. Por las redes sociales corren caricaturas que lo muestran bailando como lo hizo durante su campaña electoral el año pasado, mientras giran a su alrededor frases célebres como “terminaré esta guerra en 48 horas”, “Putin quiere paz” y “castigaré a Rusia con más sanciones”.

La parlamentaria ucraniana, Kira Rudik manifestó que mientras Putin recibió una bienvenida de alfombra roja en Alaska, “el terrorismo ruso se ha vuelto aún más brutal. Miren a dónde nos llevó apaciguar al dictador”. Putin fue recibido casi con honores por Trump, en una cumbre bilateral estéril.

Las naciones occidentales han brindado armamento y apoyo a Ucrania en esta muy complicada encrucijada y solo falta que envíen pie de fuerza a los países miembros de la OTAN limítrofes con Rusia y en la propia Ucrania. No se esperaba este viernes que del Consejo de Seguridad de la ONU, convocado de urgencia por Ucrania, surjan decisiones más concretas, aparte de condenar los ataques.

Con prácticamente un cuatro de su territorio ocupado, incluyendo la península de Crimea, Ucrania lucha por su supervivencia de la mejor manera que puede.

Analistas e historiadores apuntan a Estados Unidos como el principal validador de lo que ejecuta Rusia. Con su posición ambivalente de querer apoyar a Ucrania, pero de no brindarle todas las herramientas que necesita, juega a una peligrosa ruleta en la que un día sí y otro también, abre las puertas para que Putin haga lo que le plazca, en su objetivo de hacerse a un territorio que considera vital.

Ya la promesa del mandatario estadounidense de acabar con la guerra en 48 horas está más que devaluada. El diario The Wall Street Journal explicó recientemente que el Pentágono lleva meses bloqueando el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania para atacar dentro de Rusia, lo que impide a Kiev emplear un arma poderosa en su lucha contra la invasión de Moscú.

“Un procedimiento de aprobación de alto nivel del Departamento de Defensa, que no se ha anunciado, ha impedido desde la primavera a Ucrania disparar cualquier Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACM) de largo alcance y de fabricación estadounidense, contra objetivos en Rusia. En al menos una ocasión, Ucrania intentó utilizar los ATACM contra un objetivo en territorio ruso, pero fue rechazada”, indicó el diario.

Y eso que, de una reunión con líderes europeos, tres días después del encuentro en Alaska, Trump salió con un cheque de venta multimillonario para proveer de armamento a Ucrania, pagado por los contribuyentes del Viejo Continente.

El historiador Timothy Snyder lo enfatiza: “proteger al agresor ruso hace que la guerra sea más sangrienta y prolongada. Y eso es precisamente lo que estamos haciendo”.

Ucrania no puede hacer mucho más que redoblar la producción propia de misiles y drones para seguir atacando infraestructura crítica rusa. Mientras tanto, refuerza sus contactos con aliados europeos en los que pide unidad y también lanza una que otra indirecta a Washington.

“Es fundamental que mantengamos una coordinación constante, trabajando en estrecha colaboración para garantizar que la postura unida europea se escuche con claridad en Washington”, declaró el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, tras un encuentro virtual con representantes de Estonia, Lituania, Letonia y Dinamarca, a instancias del presidente polaco, Karol Nawrocki.

Los países bálticos y Polonia serían, precisamente, el próximo objetivo ruso si Ucrania finalmente cae y queda bajo la potestad de Putin. El autócrata no se detendrá hasta no ver su espacio vital bien protegido, como lo vislumbraba a comienzos del presente siglo, en su sueño de revivir la Unión Soviética.

Más de un millón de vidas de jóvenes perdidas ha costado las ambiciones rusas. Un capricho que no será el último que amenace la existencia de Occidente como lo conocemos hoy.

@javimozzo

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