La periodista, Mónica Rodríguez, abrió sus micrófonos para que muchas familias pudieran saber de sus seres queridos en medio de la tragedia de Armero
Carlos Castro Arias
CARACOL Radio
@CCastroNoticias
Bogotá, noviembre 13_ 2025_ RAM _ Cuatro décadas después de la avalancha que borró Armero y afectó a poblaciones vecinas como Chinchiná y Guayabal, entre otros. Gracias a la pericia de la periodista Mónica Rodríguez, que abrió los micrófonos para que muchas familias fuera de Armero pudieran saber que sus seres queridos habían sobrevivido a la tragedia.
Para llegar a Armero, Mónica recurrió a la Fuerza Aérea y a colarse en un pequeño avión. Cuando pudo llegar a la planicie de lodo en que se había convertido la próspera y pujante localidad tolimense, fue testigo de decenas de rescates fallidos y de otros que tuvieron final feliz, así como del desespero de muchos sobrevivientes que aún no entendían lo que había ocurrido.
El paso de los años deja emerger historias como la del médico psiquiatra Ariel Alarcón, quien durante las cuatro décadas les contó a amigos y familiares lo que hizo para sobrevivir mientras hacía su año de servicio social en el hospital mental de Armero. En la tragedia perdió su pierna izquierda y se interesó en la ciencia en beneficio de la recuperación de las personas que padecían traumas.
Hace 40 años, Colombia hablaba de lo sucedido en la toma y retoma del Palacio de Justicia. Las alertas preventivas de posible avalancha en cercanías al Nervado de Ruiz no eran temas de conversación. Menos de 20 horas después Armero sería arrasada.
En su libro “Amar el volcán” (Editorial Aguilar de PRH), Alarcón relata los momentos de angustia y desespero, porque antes de querer salvarse le preocupaban los pacientes que, inermes, no podían valerse por sí mismos. Ofrece herramientas para afrontar traumas que, de no tratarse de manera adecuada, se pueden convertir en detonantes de tragedias personales mayores.
En Caracol Radio también escuchamos por primera vez el impacto que representó para periodistas como Jorge Manrique dimensionar la tragedia al ver que la localidad cercana a su Manizales natal, Armero, había sido tragada y borrada por la avalancha de lodo y escombros, cegando la vida de más de 25.000 personas.
Horas aterradoras vivieron quienes por suerte no murieron por la avalancha que sepultó Armero. Ahora Colombia y el mundo se enterarían de que miles de personas murieron por un desastre de origen natural
Del archivo sonoro o fonoteca de la Primera Cadena Radial Colombiana también se volvieron a escuchar relatos como el de Leopoldo Guevara, director de la Defensa Civil en Venadillo, Tolima, quien junto al piloto Fernando Rivera y a bordo de una de las avionetas de fumigación de la empresa de Guevara, fueron los primeros en ver lo que había pasado en la población que yacía bajo el lodo.
Víctor Cubillos, el estudiante de Geología de la Universidad de Caldas, quien junto a sus compañeros de clase y profesores decidió quedarse en la noche del 13 al 14 de noviembre de 1985 en Armero, buscando descansar y protegerse de la intensa lluvia para evitar alguna tragedia en la carretera, pero la encontró en el lugar que consideraban seguro.
Eduardo Torres, el albañil que vio el hongo de la erupción del volcán Arenas, la caída copiosa de ceniza, y escuchó la avalancha llegar por los ríos Lagunilla y Azufrado. Tiene claras en su mente las horas y minutos en que llegaron las tres oleadas de la avalancha: la primera, que fue la devastadora; la segunda, que terminó con lo que quedaba en pie; y la tercera, que ya entró con libertad al no encontrar oposición física para represarla.
Los socorristas, profesionales e improvisados, fueron los héroes de esas horas fundamentales tras la avalancha que borró Armero. A las víctimas y a los socorristas los recordamos hoy de Caracol Radio
A 40 años de la tragedia de Armero, recordamos la advertencia que el 25 de septiembre de 1985, en el Congreso de la República, pronunció el Representante a la Cámara por el departamento de Caldas Hernando Arango Monedero:
“Que no se diga mañana, que no se advirtió, que no se diga mañana, honorables representantes, porque ustedes serán testigos de lo que estoy diciendo acá, que no se advirtió al Estado de que hay fenómenos que se están produciendo en este momento, que amenazan gravemente a 16 departamentos de Colombia, que amenazan directa o indirectamente a alrededor de 3 millones de habitantes, desde Barranquilla hasta Ibagué, desde Magangué, hasta algo más arriba de Cartago en el departamento del Valle, tienen amenaza potencial, directa, posible en este momento. Que no se diga de las gentes que viven en las laderas del Nevado del Ruiz, del Nevado del Cisne, de Santa Isabel, del Quindío y del Tolima, que están en este momento amenazadas. Los unos por encontrarse en el camino del potencial peligro y los otros porque les tocará vivir de cerca la tragedia”.