Un magistral golpe diplomático de Donald Trump

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De la Riviera de Gaza a la alianza árabe-turca. El magnate pretende hacer historia

Por Benedetta Guerrera

NUEVA YORK, octubre 09_ 2025_ ANSA Latina _ Donald Trump ha alcanzado el mayor logro diplomático de su segundo mandato y quizás de toda su carrera en la Casa Blanca.

Su éxito en Medio Oriente representa la prueba definitiva de su credibilidad como mediador y pacificador, allanando el camino para el Premio Nobel de la Paz que tanto anhela, pero que es poco probable que reciba, al menos, este año.

Sería el quinto presidente estadounidense en recibirlo —junto con el vicepresidente ambientalista Al Gore y el secretario de Estado, Henry Kissinger— y, sin duda, el más controvertido.

Pero muchas cosas podrían salir mal en los próximos días y años en Medio Oriente, como suele ocurrir, y el acuerdo anunciado el miércoles por la noche podría suponer otra tregua temporal en una guerra que comenzó con la fundación de Israel en 1948 y nunca ha terminado.

Sin mencionar el hecho de que, como señaló Thomas Friedman en un análisis del New York Times, mantener unidas las piezas de la paz en los próximos años será como intentar resolver un cubo de Rubik mientras las piezas se deshacen.

Por lo tanto, debemos preguntarnos si la administración Trump tendrá la atención, la energía y la concentración necesarias cada día para mantener una solución tan frágil en marcha.

Por ahora, el magnate y su equipo negociador —la extraña pareja formada por su yerno Jared Kushner, artífice de los Acuerdos de Abraham con acuerdos multimillonarios en el Golfo, y el enviado oficial Steve Witkoff— disfrutan de su triunfo, mientras el mundo se pregunta cómo Donald logró pasar del casi absurdo plan Gaza Riviera a una propuesta bien estructurada de 20 puntos que ha convencido tanto a Israel como a Hamás.

La participación de los árabes fue crucial: no solo Egipto y Arabia Saudita, sino especialmente Qatar y Turquía, que controlan el grupo militante palestino. Apostar a la carta de Tony Blair también fue una jugada maestra del magnate, quizás incitado por Kushner-Witkoff. Pero también fue crucial que Irán y su red —Hezbolá, los hutíes, las milicias chiítas en Irak— recibieran un golpe devastador por parte de Israel, con la ayuda de Estados Unidos, en la llamada Guerra de los Doce Días.

Así, la capacidad de Irán para interferir e interrumpir las conversaciones de paz se vio gravemente comprometida. El cambio de enfoque hacia Bibi también fue crucial.

De un cheque en blanco para Israel a la irritación tras el ataque a los líderes de Hamás en Qatar. Ese fue el punto de inflexión. Cuando Trump recibió a Netanyahu en la Casa Blanca el 29 de septiembre para presentar su plan de paz, lo obligó a llamar al primer ministro qatarí desde el Despacho Oval para disculparse.

Según se informa, el presidente incluso mantuvo el auricular en la mano durante toda la llamada, y un funcionario de Doha supervisó los esfuerzos del primer ministro israelí para garantizar que no se desviara del guion acordado. Además, Trump explotó la unidad árabe contra el ataque israelí para convencer a todos de que aceptaran el plan.

Por último, pero no menos importante, Trump se involucró más personalmente en estas negociaciones, aportando su estilo poco ortodoxo y apoyándose en unos pocos asesores de confianza, su instinto y una fe inquebrantable en el poder de las relaciones personales.

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