En esta misma línea, el presidente pidió la apertura de una investigación internacional sobre los bombardeos que, según él, habrían causado la muerte de jóvenes caribeños: “Los jóvenes asesinados en el Caribe no eran del Tren de Aragua. Eran caribeños, posiblemente colombianos”. En una crítica más general a la política exterior de Estados Unidos, Petro afirmó que los líderes estadounidenses creen en su propia superioridad racial, lo que, a su juicio, los lleva a tomar decisiones equivocadas que perjudican a otras naciones.
Frente a todas las críticas que lanzó el jefe de Estado colombiano, el Departamento de Estado de Estados Unidos muestra la creciente distancia entre Bogotá y Washington, dos aliados históricos en la región, pero cuya relación comenzó a enfrentar tensiones en los últimos meses. Por lo que la delegación estadounidense del recinto de la ONU fue vista como una clara señal de desaprobación ante las acusaciones de Petro.
El descontento del Gobierno de Estados Unidos quedó claro cuando, solo unos minutos después de que comenzara el discurso de Petro, varios miembros de su delegación se levantaron visiblemente molestos y abandonaron el recinto, sin escuchar la totalidad de la intervención del presidente colombiano.
Las palabras de Petro sobre la descertificación de su Gobierno en la lucha contra las drogas, así como sus críticas a la administración Trump por los bombardeos de las Fuerzas Armadas de EE. UU. a embarcaciones en el Caribe, fueron las que generaron esa reacción. El presidente colombiano exigió una investigación internacional sobre esos ataques, que consideró injustificados.
A pesar de que el portavoz del Departamento de Estado se limitó a señalar que “las acciones de nuestra delegación hablan por sí mismas”, la retirada pública de los diplomáticos podría interpretarse como una respuesta directa al tono de las palabras del presidente colombiano, es decir, que no les interesa conocer o escuchar lo que él piense de sus decisiones y políticas.