CARTAGENA, Colombia — A días de que agentes del Servicio Secreto estadounidense fueron regresados precipitadamente a casa por presuntamente enfiestarse y llevar prostitutas a su hotel, el alcalde de esta ciudad del Caribe especulaba sobre cual era todo el escándalo en torno al incidente.
«La gente no le para bolas a eso», dijo el alcalde Campo Elías Terán haciéndose eco de muchos de sus conciudadanos. «Primero porque son adultos y segundo que aquí, eso es normal».
La prostitución es legal en Colombia y que extranjeros paguen por el sexo siempre ha sido una característica de este caluroso puerto del Caribe colombiano, donde conseguir a trabajadoras sexuales es tan fácil como comprar una cerveza.
Todo lo que los agentes del Servicio Secreto tenían que hacer para conseguir una prostituta era ir a la playa a las afueras de su hotel, donde hombres que venden desde cocteles de camarones hasta excursiones a islas cercanas, pueden contactar a alguna en minutos.
«La prostitución como tal yo creo que es parte de la cultura de la ciudad», dijo Gerardo Javier May Segovia, quien trabaja en la industria de la seguridad. «O sea, el turista viene a Cartagena y dentro de sus planes está el hecho de buscar acompañantes».
El alcalde dijo en una entrevista que entiende las implicaciones de seguridad nacional que tiene el que los hombres encargados de proteger al presidente de Estados Unidos, duerman con extranjeras en un país sumergido en un conflicto interno contra las guerrillas y donde Washington es el más cercano aliado militar.
Las autoridades colombianas han declinado comentar el escándalo. Tampoco lo ha hecho el Hotel Caribe, a las orillas de la playa, donde se hospedaban los agentes. La portavoz del hotel dijo que el asunto incumbía exclusivamente al hotel y a los funcionarios estadounidenses.
Susan Collins, congresista republicana del comité de seguridad nacional del Senado en Washington, aseguró el martes que el director del Servicio Secreto, Mark Sullivan, le dijo que de 20 a 21 mujeres fueron llevadas al hotel donde estaban los agentes.
Peter King, congresista por Nueva York y quien fue informado del caso, ha dicho que las prostitutas se quejaron el jueves por la mañana de que uno de los norteamericanos no le había pagado y que trabajadores del hotel y la policía se vieron involucrados en el episodio.
Luego se descubrió que «casi todos» los del grupo de 11 agentes del Servicio Secreto habían llevado mujeres a sus habitaciones, dijo King.
El mismo jueves, los 11 hombres fueron sacados precipitadamente del país.
Otros 10 estadounidenses también se vieron involucrados en el caso, pero se quedaron en Colombia, dijo a la AP el viernes por la noche en Cartagena, justo cuando llegaba Obama, un funcionario de Estados Unidos que habló bajo la condición de anonimato debido a lo sensible de la información.
Funcionarios militares de Estados Unidos han confirmado ese número, aunque sigue sin estar clara la naturaleza de las transgresiones que se señalan. Inicialmente, los funcionarios dijeron que cinco de ellos habían violado su horario o toque de queda.
Lo que es claro es que los miembros del equipo de avanzada de Obama estuvieron fiesteando intensamente.
Tres mesoneros del Hotel Caribe le dijeron a la AP que una docena de estadounidenses, que dijeron creer eran de los guardaespaldas del presidente de Estados Unidos, estuvieron casi una semana de juerga y bebiendo en el hotel.
«Normalmente almorzaban y empezaban a tomar», dijo uno de los mesoneros, Jorge, quien accedió a hablar con la condición de que su apellido no fuera usado por temor a perder el trabajo.
Al principio bebían el licor del hotel, después compraban cerveza y tequila que traían de la calle, agregó el mesonero, violando así políticas del hotel. Pero como eran estadounidenses, se lo toleraron, dijo.
El jueves por la tarde, un hombre que claramente era su supervisor, llamó a los 12 estadounidenses para que se reunieran en el patio de atrás del hotel y los regañó uno a uno, aseguró Jorge. Fueron enviados a sus habitaciones para que empacaran su equipaje y se salieran rápidamente.
La policía colombiana ha guardado silencio sobre el incidente.
El comandante regional de la policía en aquella zona, el general Luis Restrepo, dijo a la AP el martes que no tenía información del caso.
«Seguramente el hotel no considera que había un delito y por eso no hay denuncia», dijo Restrepo. «Hasta el momento no tenemos ningún informe ni la estación ni en la central ni en los libros», aseguró.
Trabajadores de la recepción del Hotel Caribe dijeron a la AP que los huéspedes normalmente llevan mujeres a sus habitaciones. Todo lo que pide el hotel, aseguraron, es que cualquier que visite una habitación entre las 11 de la noche y las 5 de la mañana sea registrada en los libros y paguen un recargo.
Las prostitutas están disponibles a casi cualquier horario. Al menos cinco hicieron propuestas a un reportero a dos cuadras del hotel el lunes a la una y media de la madrugada, varias haciendo llamados desde el otro lado de la avenida.
El comercio del sexo en Cartagena aparece en todas las formas, desde pobres mujeres desesperadas que venden sus cuerpos y hoteluchos cerca a la estación de buses por menos de 20 dólares, hasta niñas y muchachas con sus propios departamentos y que cobran 500 dólares o más.
La prostitución infantil sí es un delito y en años recientes la ciudad ha hecho fuertes campañas institucionales, con algo de éxito, para desmotivar a los hoteles a permitir el ingreso de niñas prostitutas, dijo Pilar Mora, socióloga de la Universidad de Cartagena.
Similar a La Habana, Rio de Janeiro y playas de República Dominicana, Cartagena se ha convertido en un imán para el turismo sexual.
«El imaginario mayor es de la rumba desmedida», dijo Mora. «También es de una ciudad de una actividad sexual desmedida», añadió.
La mayoría de trabajadoras sexuales son como Angélica, de 24 años, a quien se le puede ver a la orilla de la playa con un sombrero de paja y debajo de una sombrilla sorbiendo un vodka frente al Hotel Caribe, donde ocurrió el embrollo de los agentes del Servicio Secreto.
«Llegué hace dos semanas y me va excelente», dijo. «He ganado seis millones de pesos» o unos 3.400 dólares, aseguró.
Narró que conoció a cuatro estadounidenses en la playa de los que estuvieron involucrados en el escándalo, pero que no tuvo sexo con ellos ni conoce a las mujeres con las estuvieron.
Dijo que ha escuchado que los norteamericanos consiguieron las mujeres en la playa. Pero que también en locales como La Dolce Vita, un bar apenas a dos cuadras, o el «Pley Club», un bar y local de nudistas en un barrio de camioneros que esta a 15 minutos de distancia.
Un reportero de la AP visitó el Pley Club para investigar reportes de que los estadounidenses estuvieron el miércoles por la noche y que se negaron a pagar la bebida y las mujeres. El reportero pagó cinco dólares por un botella de 12 onzas de agua, mientras una muchacha con sombrero de cowboy hacía su acto nudista en el escenario y al toque de música tecno.
Uno de los custodios y una trabajadora social que hablaron con la AP en el patio del bar, que tiene habitaciones donde se producen los encuentros y las transacciones, aseguraron que esos reportes eran falsos.
«Acá todos pagan en adelanto, tanto para el licor como las chicas», dijo el custodio, quien solo dio su primer nombre, Alvaro.