Siria celebrará el martes, por primera vez en décadas, unos comicios presidenciales con más de un candidato, de la mano de una ley electoral que impedirá que se presente una buena parte de los opositores.
Es muy probable que el actual jefe de Estado, Bachar al Asad, sea reelegido tras presentarse ante los ciudadanos como garante de la estabilidad frente al “terrorismo”, a la luz de las últimas victorias militares sobre el terreno.
Este oftalmólogo de profesión, nacido en Damasco en 1965, accedió al poder en el año 2000, tras la muerte de su padre y antecesor en el cargo, Hafez al Asad.
Desde que Hafez asumió la Presidencia en 1971, las elecciones en Siria han sido casi referendos con un solo aspirante, en este caso el mandatario de turno, bien Hafez o su hijo Bachar, que ganaban los plebiscitos con porcentajes superiores al 90 %.
Sin embargo, tras el estallido de las protestas antigubernamentales en marzo de 2011, Al Asad anunció una batería de reformas políticas para aplacar la rebelión.
Esa hoja de ruta, que las autoridades han seguido a pie juntilla, contemplaba una nueva Constitución, la celebración de comicios parlamentarios, la elaboración de una nueva norma electoral y, después, presidenciales.
La Carta Magna, aprobada en 2012 en un referéndum, ya abría la puerta al multipartidismo y a más de un aspirante presidencial.
Candidatos
Frente a Al Asad se miden en esta votación dos candidatos apenas conocidos: el diputado Maher Abdel Hafez Hayar, miembro de la oposición tolerada, y el exministro Hasan Abdalá al Nuri.
Al Nuri, nacido en 1960 en la capital, fue ministro de Estado para el Desarrollo de la Administración Pública y de Asuntos Parlamentarios entre 2000 y 2002, además de diputado desde 1998 hasta 2003.
Por su parte, Hayar (Alepo, 1968) tiene un amplio historial de militancia en partidos de izquierda.
En 2003 fundó, junto a otros dirigentes izquierdistas, el Comité Nacional Comunista de Siria y fue uno de sus líderes hasta que la formación cambió su nombre por Partido de la Voluntad Popular, del que se convirtió en secretario General de su consejo ejecutivo.
Este grupo es uno de los integrantes del Frente Popular para el Cambio y la Liberación (Fpcl), una de las principales agrupaciones de la oposición tolerada por las autoridades y que cuenta con escaños en el Parlamento.
Tanto Hayar como Al Nuri han desarrollado campañas basadas en anuncios por televisión y en las redes sociales y han empleado un discurso similar al de Al Asad, fundamentado en “la lucha contra el terrorismo” para poner fin a la guerra en Siria.
Las candidaturas de estos dos aspirantes, junto con la de Al Asad, fueron las únicas declaradas válidas del total de 24 que se presentaron por el Tribunal Supremo Constitucional, que descartó aquellas que no cumplían con los requisitos establecidos por la ley electoral.
Condiciones
Según esa norma, aprobada en marzo por el Parlamento, los aspirantes deben tener el apoyo de al menos 35 de los 250 diputados del Parlamento unicameral, que solo podían respaldar a un candidato por persona.
Otras de las condiciones son tener como mínimo 40 años, disponer de la nacionalidad siria y ser hijo de padres sirios, así como no disponer de antecedentes penales y no estar casados con un extranjero.
Estipula, además, que deben haber residido en Siria durante diez años consecutivos contando desde la fecha de registro como candidatos y que no pueden tener una segunda nacionalidad.
Esto complica que concurran gran parte de los opositores, que están exiliados y han rechazado la convocatoria de elecciones, que califican de “farsa” en el marco de una guerra, que ha causado en tres años más de 162.000 muertos.
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“Globalización de la indiferencia”
El papa Francisco expresó un “profundo dolor” por la guerra de Siria, que comenzó en marzo de 2011, y alertó del riesgo que existe de sucumbir a la “globalización de la indiferencia”.
El Papa recordó, “con gran dolor, que la crisis de Siria no se ha resuelto, sino que continúa, y existe el riesgo de acostumbrarse a ella, de olvidar a las víctimas, su sufrimiento, a los miles de refugiados, desde ancianos a niños, que padecen y a veces mueren de hambre y de enfermedades causadas por la guerra”.
“Debemos repetir el nombre de la enfermedad que hace tanto mal hoy en el mundo: la globalización de la indiferencia”, añadió.
En estos términos se expresó el pontífice durante el encuentro que mantuvo el viernes con miembros de los organismos caritativos católicos que ayudan a las víctimas del conflicto sirio, dentro de la jornada promovida por el Pontificio Consejo “Cor Unum”, en el Vaticano.
Jorge Bergoglio dijo que tiene “los ojos puestos” en Siria, país al que hizo referencia en varios de los discursos que pronunció durante su viaje a Tierra Santa, que lo llevó del 24 al 26 de mayo a Jordania, Belén y Jerusalén.