En el vuelo de regreso de Tierra Santa, un periodista le hizo al papa Francisco la pregunta que se repite desde hace años (¿siglos?) en los ambientes no eclesiásticos: por qué los sacerdotes no se casan.
Francisco dio una respuesta más bien escueta, de pocos renglones en comparación con los que le dedicó a temas como la Iglesia pobre o la situación de los cristianos en Asia. Aunque las palabras que usó fueron bastante vagas y predecibles, el asunto colmó los titulares.
La pregunta fue la siguiente: “Quiero saber si se ha hablado de casos concretos de acercamiento con otras iglesias. Por ejemplo, si cree que la Iglesia católica puede aprender algo de la Iglesia ortodoxa, como por ejemplo en el caso de los curas casados, un asunto que se ha puesto de actualidad tras la carta que usted ha recibido de 26 mujeres enamoradas de sacerdotes”.
La respuesta completa de Francisco: “La Iglesia católica tiene curas casados. Católicos griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Porque no se debate sobre un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta.
Pero en este momento no hemos hablado de esto con el patriarca Bartolomé porque es secundario, de verdad”.A Francisco no le faltan canales para transmitir su postura ante el mundo: todos los días pronuncia una homilía que se publica en la prensa, los miércoles y domingos habla desde la Plaza de San Pedro y son incontables sus compromisos diarios que incluyen declaraciones.
No le faltan púlpitos para hacer oír su voz y para dar los mensajes que más quiere. Los que lo siguen saben que el celibato no es en él un tema recurrente. De hecho, no es fácil encontrar declaraciones suyas respecto al tema.
Esta vez en que Francisco sí habló del caso no lo hizo en una de sus alocuciones pensadas y queridas, sino en respuesta a una pregunta. Y para aclarar lo que quiso decir, o el alcance de sus expresiones, nada mejor que sus palabras mismas.
Al instante de manifestar que el celibato no es un dogma, subrayó que es una regla de vida que “aprecia mucho y que es un don para la Iglesia”. Además acotó que el tema era “secundario”.
Parece poco coherente tener intención de cambiar algo que se considera de esa forma. Por otra parte, el hecho de que el papa asuma que algo se puede cambiar no implica que vaya a hacerlo.
Aquello de que “la Iglesia tiene curas casados” también fue reconocido de modo expreso en el Concilio Vaticano II, cuando en el decreto sobre el ministerio y vida de los sacerdotes (Presbyterorum Ordinis) se explicitó que la virginidad “no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las iglesias orientales”.
“Pero el mismo sagrado concilio no ha dudado confirmar solemnemente la antigua, sagrada y providencial ley vigente del celibato sacerdotal, exponiendo también los motivos que la justifican para todos los que saben apreciar”, aclaró en la encíclica sobre celibato sacerdotal el papa Pablo VI, en el año 1967.San Juan Pablo II y Benedicto XVI también se refirieron al asunto.
Tal vez sirvan como explicación y encuadre unas declaraciones que hizo en setiembre el secretario de Estado vaticano, monseñor Pietro Parolin. Luego de haber sido designado para ser “número dos” de Francisco pero antes de haber asumido, en una entrevista con el diario venezolano El Universal se le preguntó por el tema.
“A propósito del celibato”, comenzó diciendo el cronista, y el entonces nuncio en Caracas le cortó la pregunta con sus palabras: “El esfuerzo que hizo la Iglesia para estatuir el celibato eclesiástico debe ser considerado. No se puede decir, sencillamente, que pertenece al pasado. Es un gran desafío para el papa porque él posee el ministerio de la unidad y todas esas decisiones deben asumirse como una forma de unir a la Iglesia, no de dividirla. Entonces se puede hablar, reflexionar y profundizar sobre estos temas que no son de fe definida y pensar en algunas modificaciones, pero siempre al servicio de la unidad y todo según la voluntad de Dios. No es lo que me plazca sino de ser fieles a lo que Dios quiere para su Iglesia”.