Ataque a JJ y golpe a Santos

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Por Carlos Obregón
Empezó hace semanas entre la de Zuluaga y la de Santos, con acciones provocadoras. ¿A quién le favorece?

A falta de debates, buena es la guerra sucia. Ese parece ser el rumbo que toma la campaña presidencial a pocos días de la elección del 25 de mayo. Un debate en los medios puede definir una elección porque, en general, suma respaldos; la guerra sucia entre las campañas solo logra hacer daño y causa desazón entre los votantes.

Lo que esta presenciando el país no es nuevo. Pasó a la historia el famoso episodio de la campaña de 1986 –tan sosa como la actual– cuando Virgilio Barco le recordó el pasado derechista de legislador a Álvaro Gómez y éste su pasado petrolero, una acusación que resultó ser tan imprecisa que le costó la derrota al aspirante conservador. Se vio en la de Samper –Pastrana de 1994 cuando el primero ponía el retrovisor para cuestionar los manejos de los contratos del Guavio y el conservador ponía a aquel contra las cuerdas por la propuesta de legalización de la marihuana.

La guerra sucia está de vuelta en la campaña y empezó hace semanas entre la de Zuluaga y la de Santos, con acciones provocadoras de los uribistas como promulgar el rumor de que en La Habana se está negociando la reducción del tamaño de las fuerzas militares. Una manifestación de Santos fue saboteada en Popayán por unos jóvenes que vestían camisetas negras. En Arauca, un militante del Centro Democrático se enfrentó verbalmente al candidato Germán Vargas Lleras para refutar los temas de vivienda. Los hijos de Uribe y los de santos trinan todos los días en contra de las campañas rivales y los ejércitos de muchachos contratados para replicar en redes sociales hacen de twitter una red fétida.

El presidente Santos trajo a J.J. Rendón, el rey de la propaganda negra, para que lo acompañe en el último mes desde Bogotá. Pero Rendón parece enredado en el terreno que más conoce. Le han dado de su mismo brebaje. Se le acusa de haber recibido 12 millones de dólares para intermediar con el gobierno y la justicia, en 2011, el sometimiento de varios capos de los narcos.

El hecho de que esta revelación contra Rendón salga ahora, golpea a Santos. La hubieran podido filtrar hace meses, pero sin el efecto de ahora. Se conoce en el momento más crítico de su campaña cuando el candidato uribista se le acerca en las encuestas. ¿Qué tanto daño le hace? Menos que la columna de María Isabel Rueda en El Tiempo sobre el papel que jugó Óscar Iván Zuluaga para, presuntamente, favorecer a Interbolsa sacando al superintendente Augusto Acosta.

Este episodio de J.J. puede crecerse si la campaña de reelección vuelve a equivocarse en el manejo de la crisis, empezando por no apagar el incendio que hay dentro del santismo sobre el tratamiento que se le dio al tema en 2011 –(Germán Chica vs JJ- General Naranjo vs JJ). Y se puede volver una crisis mayor si, como pasa en estos casos, las respuestas no son satisfactorias y dan espacio para que salgan nuevos testimonios, falsos o verdaderos, o nuevas pruebas. La gran pregunta es si Santos esta vez prescinde de Rendón o si lo mantiene.

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