En rueda de prensa, los sargentos Luis Arturo Arcia, Luis Alfonso Beltrán, Róbinson Salcedo Guarín y Luis Alfredo Moreno, agradecieron al Gobierno, a Colombianos y Colombianas por la Paz, y los medios de comunicación por el recibimiento y aseguraron que hay un camino hacia la paz.
Luis Alfredo Moreno dijo que «entre ellos (la guerrilla) se dan moral porque los golpes que han recibido las Farc ha cambiado ese pensamiento y veo que las Farc pueden llegar a sentarse a un proceso de paz, veo que ellos están pensándolo”.
Señaló que en los últimos años pudo ver un cambio de actitud y mentalidad por parte de los guerrilleros, “tal vez por los golpes recibidos por el Ejército”, que lo ha llevado a pensar y a meditar sobre una posibilidad muy viable de que en un futuro no muy lejano se sienten a negociar en un proceso de paz.
El sargento Luis Alfonso Beltrán Franco, al referirse a los cambios que se han sucedido, señaló que «los cambios en la sociedad han pasado muchos que no hemos visto por la falta de comunicación… como la Operación Jaque, que han cambiado las políticas de guerra en Colombia».
Para los militares liberados, uno de los momentos más duros durante su cautiverio fue el 25 de noviembre de 2010, cuando se enteraron del asesinato de cuatro de sus compañeros secuestrados a manos de las Farc.
“La noticia de la partida para siempre de nuestros hermanos. Ese día jugaba mi Santa Fe y prendí el radio y me enteré de esa fatídica noticia por radio. Para nosotros fue muy duro al saber que llevaban 12 y 13 años esperando la tan anhelada libertad, para poder compartir con sus familias, con su país con su Institución y todo eso se vio frustrado”, manifestó el sargento Luis Arturo Arcia.
Por su parte, Luis Alberto Beltrán dijo que lo más impactante que vio cuando fue liberado fue el recibimiento de la familia en donde se tiene un choque espiritual y también reconocer que hay gente que ya no está.
Agregó que las Farc los mantuvo encadenados por largos años. “Fuimos mantenidos por largos 8 años encadenados por parejas 24 horas al día encadenados de los pies y encadenados de las manos”, precisó.
Entre tanto, el sargento Robinson Salcedo dijo que el trato con todos fue diferente, “con un comandante inicialmente fue muy tosca, el último comandante tuvo una relación más amena, más humana, todos los días venía y nos saludaba, nos daba los buenos días, con el otro comandante que era más militar el trato era más rígido, era más fuerte en su forma de dirigir”.
Sobre el trato a los civiles en referencia con ellos, manifestó «que el trato entre comillas era mejor con los civiles, ellos decían que nosotros eramos militares».
El único que se refirió a la posibilidad de seguir en el Ejército fue Luis Arturo Arcia, quien dijo que “seguir o no seguir, todavía lo estoy analizando, me tomaré mi tiempo”.
Arcia recordó que en una ocasión hubo una intención de rescate.
Por su parte, Robinson Salcedo dijo que “desde el momento en que fue privado de la libertad nunca dudó que estuviera acompañado, tuve siempre la moral en alto”.
César Augusto Lasso, sargento de la policía colombiana, indicó que ninguno de ellos tiene «información sobre civiles» retenidos por las Farc y agregó que durante su cautiverio no observó la presencia de menores de edad, salvo algunos jóvenes que podrían tener 17 años pero la mayoría estaba en torno a los 30.
Lasso manifestó respecto al trato de los guerrilleros “durante muchos años estuvimos encadenados, desde allí parte un maltrato y una humillación, pero aparte de eso, el trato de ellos era respetuoso, sin involucrarnos pues les prohibían hablarnos.
Concerniente a la despedida Lasso informó “la despedida fue normal, una despedida de mano, fue un acto normal de decir hasta luego y se acabó, no más” y agregó que ninguno de ellos tiene “información sobre civiles” retenidos por las Farc.
El sargento José Libardo Forero y el intendente Jorge Trujillo Solarte contaron sobre su fuga del campamento de la guerrilla donde estaban. Sobrevivieron con dos arepas y 7 paquetes de galletas.Tras salir del campamento, utilizaron como brújula una cuchara y una brújula para orientarse. La meta era encontrar el inmenso río Guaviare, donde estarían cerca. No veían la cuchara ni la aguja. «Le pedí al Señor que nos iluminara. Y fue así», dijo Forero. Apareció una luciérnaga. «La metimos en un vaso con agua y nos alumbró el camino».
Sobrevivir no fue fácil en la espesa y dura selva. Los salvó, cuentan los policías, que asaltaron una caleta de la guerrilla y con eso pudieron sobrevivir varios días. Sin embargo, el hambre empezó a acompañarlos y pidieron comida en la casa de unos civiles. Tras 25 días de haberse escapado, llegó la guerrilla y los recapturaron.