No convencieron las razones «personales» que dio Antonio Navarro Wolff para dejar el cargo de Secretario de Gobierno del Distrito. Tampoco fue creíble el abrazo con Petro ni el anuncio de un homenaje por la labor cumplida, que no le gustó a Navarro por el gestor que hizo con sus manos. Queda un mal sabor en su salida y más cuando desmintió todas las versiones publicadas por los diferentes medios como una posible enfermedad, la lejanía de su familia y los posibles conflictos con el alcalde. Lo que dicen las fuentes cercanas a la Alcaldía es que la relación entre Navarro y Petro no dio más. Llevaban más de quince días en conflictos por temas como el plan de desarrollo, la elección de alcaldes locales y el manejo del concejo. A esa hoguera le ayudo supuestamente la «leña» que le echo el asesor Alex Vernot a quien llaman en las redes «El Rasputín» y a quien el mismo Navarro calificó como chupamedias y un lambón desinformado. Lo cierto es que Petro pierde su polo a tierra y deja débil al alcalde impulsivo y poco reflexivo como lo califican algunos analistas.