Obama exige que EE.UU. no se gobierne de crisis en crisis en el futuro

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, criticó el «espectáculo» que el país ha dado al mundo durante los 16 días de cierre parcial de la Administración en los que además el país estuvo al borde de la moratoria por unos desacuerdos que, dijo, no se pueden repetir.

Los funcionarios del Gobierno comenzaron a retornar a sus puestos de trabajo tras más de dos semanas de parón de la Administración después de que pasada la medianoche el presidente rubricara el pacto temporal alcanzado por el Congreso para desbloquear fondos públicos.

Obama celebró hoy el acuerdo de demócratas y republicanos, al filo del plazo dado por el Tesoro para no suspender pagos, y recordó que la parálisis ha causado «un daño innecesario» y ha provocado con toda seguridad un frenazo en la recuperación económica.

Un informe de la agencia de calificación Standard & Poor»s calcula que la parálisis ha causado unas pérdidas de 1.500 millones de dólares diarios y costará seis décimas al crecimiento esperado para el cuarto trimestre del año, que según las proyecciones alcanzará el 2,6 % a ritmo anualizado.

Esta crisis «envalentona a nuestros enemigos, alienta a nuestros competidores y deprime a nuestros amigos», reflexionó Obama.

Desde la Casa Blanca, el mandatario criticó hoy el inmovilismo ideológico entre los republicanos que impiden «gobernar de manera responsable pese a nuestras diferencias, sin tener que tambalearnos de crisis en crisis. Todas ellas fabricadas».

«En el Congreso deben entender que la manera en que se opera en esta ciudad (Washington, capital administrativa) tiene que cambiar porque todos tenemos que hacer nuestro trabajo en nombre de los estadounidenses», afirmó Obama.

«La frustración del pueblo estadounidense con la política de Washington nunca ha sido mayor…están hartos», apuntó el presidente, quien envió un velado mensaje a sus más agresivos opositores: «Si no te gusta el presidente, argumenta tu posición y gana las elecciones».

«Debemos dejar de prestar atención a grupos de presión, blogueros, locutores de radio y activistas profesionales que se benefician del conflicto y centrarnos en la mayoría de estadounidenses que nos mandaron aquí (a gobernar)», reflexionó Obama.

El mandatario consideró que «no hay ganadores» por la parálisis, que se ha ido gestando desde que Obama perdió la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes en 2010, lo que ha impedido aprobar un plan fiscal a largo plazo, al tiempo que ha elevado la oposición contra la reforma sanitaria del presidente.

El acuerdo alcanzado anoche, que desbloquea el presupuesto hasta el 15 de enero y eleva la capacidad de endeudamiento hasta el 7 de febrero, otorga a Obama plazos cortos para seguir negociando, aunque los republicanos son vistos por los analistas como los grandes perdedores de este pulso.

El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, se vio obligado a aceptar un acuerdo que no gusta a los miembros del ultraconservador «Tea Party», ya que no contiene cambios sustanciales a la reforma sanitaria, que fue el detonante de la crisis que comenzó el 1 de octubre, apertura del año fiscal.

La prioridad de la Casa Blanca ahora es conseguir antes de que se cumplan los plazos, un acuerdo fiscal y presupuestario a largo plazo, que se ha resistido pese a las amenazas de crisis o a los recortes automáticos y arbitrarios que comenzaron en marzo de este año.

Obama opinó que no debería haber problemas para aprobar una estrategia que permita aumentar los ingresos eliminando lagunas en la tributación de grandes empresas y abordar recortes sin afectar programas sociales, educación o investigación científica.

«Hay mucho ruido ahí fuera y la presión de los extremos afecta a como los miembros del Congreso ven en el día a día el trabajo que se supone debemos hacer», recordó Obama, en otro dardo al «Tea Party».

«No deberíamos enfrentarnos a este proceso de crear un nuevo presupuesto como si fuera un ejercicio ideológico, recortando por recortar», añadió.

Mientras se prepara la nueva batalla política sobre el presupuesto, cientos de miles de funcionarios suspendidos de empleo y sueldo regresaron para reabrir agencias, Parques Nacionales o museos y reiniciar proyectos científicos, la elaboración de estadísticas económicas o atender teléfonos de una administración ausente durante más de dos semanas.

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