Catorce años atados a un árbol

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El periódico digital ABC de España publicó una crónica sobre los militares, policías y civiles ex- secuestrados por las FARC. Ellos dicen que han sufrido depresiones, separaciones, suicidios. ese ha sido el cruel destino de nichos de los que lograron salir vivos. El siguiente es el informe:

ABC.  Ellos dicen que ganaron humildad. Que al principio, cuando se vieron en un espejo después de tantos años en cautiverio, les impresionó lo verde que estaba su rostro, lo calloso de su piel, lo frágil de su pelo. Pero todos coinciden en que gracias al secuestro aprendieron lo importante de la vida. «Antes del secuestro nunca estaba con mi familia. Me la pasaba haciendo política. De lo que más me arrepentí estando amarrado a un árbol, como me tenían, fue de haber perdido los mejores años de mis hijos», le contó a ABC Luis Eladio Pérez, excongresista liberado en 2008, quien permaneció siete años en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Otros llevan padeciendo esa situación el doble de tiempo.

Los liberados hacen balance. Unos lograron reconstruir sus vidas, la mayoría se separaron de sus parejas, otros andan con depresiones, y unos cuantos se lanzaron a la política para volver a intentar reconstruir su vida. Es el caso de Alan Jara, quien estuvo secuestrado siete años y ahora es gobernador de una provincia del sur. Colombia llegó a tener más de 3.000 secuestrados en 2002. Ahora se calcula que hay cerca de 500. A finales de marzo serán liberados diez uniformados, entre militares y policías. Son los secuestrados más viejos de Colombia, de los que ya nadie hablaba hasta que las FARC, en un sorpresivo comunicado publicado esta semana, anunciaron que los liberarían a finales de marzo.

Entonces se volvió a saber de ellos, de sus familias, de quiénes eran y por qué se fueron. ¿Qué pasará una vez estén libres?, es la pregunta de todas las madres. Tienen razones de peso para temer. A finales del año pasado, apareció muerto el soldado profesional William Domínguez Castro, recordado por cantar la canción «Cómo nos cambia la vida» frente al entonces presidente Álvaro Uribe, cuando fue liberado en 2009 tras pasar dos años secuestrado por las FARC. Luego se supo que, tras quedar libre, Domínguez no supo qué hacer con sus alas. Drogas, alcohol, depresión, se metió en negocios raros, con personajes cuestionables, y lo mataron.

¿Pasará lo mismo con los diez que vienen en camino? Uno de los que en teoría serán liberados gracias a la mediación de Brasil es el intendente de la Policía Carlos José Duarte, quien fue secuestrado durante una toma rebelde el 10 julio de 1999. Duarte tenía entonces 29 años. Ahora tiene 42, y su hija, a la que dejó de ver cuando era una niña, ya es una mujer, ya es mamá. Su otro hijo, Carlos Andrés, es un adolescente que aprendió a pintar. «Todos lo extrañamos. Todos los días. Yo extraño mucho bailar con él. Así fue como nos enamoramos: bailando salsa», ha contado Gloria a los medios que estos días han vuelto a hablar de ellos, los olvidados.

Cautivos de primera y segunda

Por algo similar pasa la familia del sargento segundo de la Policía José Libardo Forero (secuestrado en julio de 1999). Sus hijos, Anderson Libardo (tenía 8 años en 1999) y Nolly Paola Forero (tenía 4 años en 1999); su madre, Ana Dolores Carrero, y su esposa, Norma Trujillo, no han pasado una sola jornada sin pensar en el día en que se puedan reencontrar con su papá, su hijo y su esposo. Mientras tanto, le mandan mensajes por radio y le piden al Gobierno que haga algo por ellos, y a los colombianos que se solidaricen.

Lo que sienten ellos es que una vez liberados los secuestrados de primera categoría, los de la joya de la corona, Colombia se olvidó de los secuestrados pobres. Hace cinco años las FARC tenían en su poder a los llamados canjeables, un grupo de un poco más de cuarenta rehenes que esta guerrilla quería intercambiar por centenares de rebeldes presos.

Muchos fueron liberados en operaciones magistrales, como la denominada «Jaque», desarrollada en julio de 2008, con la que fueron sacados de la selva varios secuestrados estrella. Los liberaron en helicópteros, sin disparar un solo tiro, haciéndose pasar por grupos de ONG ymédicos internacionales: la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, hoy estudiante de teología en la Universidad de Oxford, y tres contratistas estadounidenses estuvieron en ese grupo.

Luego, las FARC sufrieron varios reveses que les complicaron la posibilidad de poder manejar secuestrados en las selvas: en diferentes operativos esta guerrilla perdió a varios de sus líderes, entre ellos Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge Briceño Suárez o «Mono Jojoy», comandante militar que era el encargado de cuidar a los rehenes. Los perseguían, no tenían dinero, los frentes rebeldes estaban divididos, muchos se desmovilizaron, ¿cómo cuidar secuestrados en esas condiciones? Por eso, para los analistas, que al fin liberen a estos diez secuestrados no es ningún compromiso de avanzar hacia la paz, como las FARC se lo están haciendo creer al mundo, sino una forma de solucionar un problema práctico: las FARC no están para seguir manteniendo secuestrados en las selvas.

«El anuncio es sin lugar a dudas una señal de cambio en la estrategia de las FARC», señala Ingrid Bethancourt. No obstante, la excandidata a la presidencia de Colombia cree que aún queda por demostrar el interés «serio y sincero por la paz» por parte de las FARC.

Y es que las cifras que manejan son muy dispares dependiendo de quién las contabilice. Olga Lucía Gómez y Gustavo Muñoz, directores de las fundaciones País Libre y Nueva Esperanza respectivamente, dos organismos que han trabajado durante más de diez años el asunto del secuestro de civiles, hablan distinto. «Nosotros presentamos una cifra de 725 secuestrados por parte de las FARC desde el año 1995, a diferencia de País Libre, que tiene sus consolidados desde el año 2002. En los últimos dos años, el secuestro de civiles ha mantenido un promedio de 30 o 40 personas retenidas cada mes». Gómez, por su parte, explica que, según el corte hecho de 2002 a 2011, hay 405 personas en cautiverio que se encuentran en poder de las FARC.

Familiares incrédulos

Muchos aún no creen que verán a estos diez uniformados libres. Ya varias veces las FARC han prometido sacarlos de la selva y devolvérselos a sus familias. Ver para creer. La semana pasada, Natalia Duarte, quien de sus 17 años lleva 12 y 7 meses sin ver a su padre, estuvo en Bogotá. Se paró en la plaza de Bolívar y frente al palacio presidencial pidió que no olvidaran a su padre. «No he podido saber cuál es la imagen de mi papá, no he compartido ni sus regaños, ni sus besos ni sus abrazos. Entonces, ¿qué es esto? Les exijo que me devuelvan lo que me quitaron», exhortó.

Para Natalia Andrea, las FARC están buscando excusas para no liberarlos porque, si de verdad esa fuera su intención, no pondrían «tantas condiciones, tanto impedimento, y menos hubieran detenido esas liberaciones». Por eso, aseguró que si los secuestrados que actualmente tienen las FARC en su poder no son liberados pronto, irá acompañada de otros familiares a recogerlos a la selva. «Nos tocará meternos allá y obligarlos a que nos los devuelvan», aseguró. «Estoy triste porque Colombia no se preocupa por los secuestrados, porque piensa que este dolor y este problema son solo de nosotros en las familias», remató.

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