«No soy títere de nadie»: Santos

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Cuando se tiene al frente a personas que ejercen poder, incluso el ganado legítimamente, es predecible, y casi que aceptada, una cierta arrogancia. En muchos casos, una humildad sería hasta molesta. Para nuestra entrevista, el presidente se sentó en el sofá que miraba a la terraza, y yo en otro para quedar a su izquierda y permitirle a su mirada -si fuera su deseo para conectar con sus pensamientos- ignorarme a mí, al fotógrafo y a las tres grabadoras que tenía en la mesa puesta al frente suyo. No fue así. La máxima autoridad de Colombia estaba tranquilo, fue asequible y se mostró dispuesto a hablar. Clavó en ese momento su mirada -firme, no hostil- por los siguientes sesenta minutos en la mía. Por fin teníamos una entrevista cara a cara para El Colombiano. Lo habíamos logrado. No queríamos para el periódico una entrevista más en su agenda, queríamos sentarnos y pasar por los argumentos y las emociones de un hombre que, apenas terminamos, se aisló en su rol y se perdió entre el frío de la seguridad que lo rodea. Eran ya las 10:10 a.m. en la suite del Hotel San Fernando de Medellín. Habíamos hablado una hora con la franqueza de dos personas que se respetan y, por eso, conversamos de todo, sin temor.

1. PROCESO DE PAZ
Usted manifestó en la última asamblea de Proantioquia que los diálogos de paz se pueden mirar desde el pasado en los ojos de la víctima y desde el futuro en los ojos de la futura víctima. ¿Cómo se pueden conciliar esas dos miradas?
«Es la decisión de fondo, dónde uno traza las rayas de la justicia y de la paz. Las futuras víctimas quieren más paz, las víctimas quieren más justicia, y ese es el tipo de decisiones que la sociedad tiene que tomar donde, como suele suceder en estos casos, nadie queda totalmente satisfecho, pero finalmente se logra la paz».

¿Cómo concibe el perdón en este proceso?
«El perdón debe ser… (piensa) el sentimiento que todos deberíamos lograr en nuestro interior. Eso facilita mucho la reconciliación. El perdón, en materia de justicia, se tiene que admitir a través de lo que hoy se denomina la justicia transicional».

¿Presidente, y ha perdonado?
(De inmediato contesta). «Yo, afortunadamente he aprendido a perdonar, he aprendido a no odiar, he aprendido a no ser celoso, porque todos esos sentimientos lo convierten a uno en prisionero. Muchas veces uno odia a otra persona a veces y a veces esa persona ni siquiera se da cuenta de que uno la está odiando. Eso es totalmente inconveniente. Entonces sí, afortunadamente, he aprendido a perdonar».

¿Es concebible la paz sin una entrega de armas?
«No». (Contesta contundente y con un mensaje propio de quien no tiene nada que añadir o debatir al respecto).

¿Cómo vamos con el cronograma de la paz?
«Vamos… bien, yo diría que un poco lento. Me gustaría que fuera más rápido, pero hay que entender que un conflicto de 50 años no se resuelve rápidamente, sin embargo, sí quiero tratar de meterle el acelerador porque estoy convencido de que si hay voluntad de paz, podemos lograr los acuerdos rápidamente».

¿Estaría abierto a unos diálogos más allá del 20 de noviembre de este año?
«Yo no soy partidario de las fechas fatales. Esa fecha de noviembre fue producto de una pregunta, como las que usted me está haciendo, en noviembre del año pasado cuando respondí que yo soy partidario de que este proceso durara meses, no años. La gente hizo las cuentas y dijo, pues entonces va para noviembre del año entrante y yo no lo negué, sería una buena fecha. Y sigo insistiendo que noviembre sería una magnífica fecha para poder terminar los acuerdos, porque evitaríamos, entre otras cosas, que se traslapara y se confundiera la campaña presidencial con el proceso de paz».

Hablando de campañas, ¿está considerando la suya?
«No, no digo yo. Cualquiera que sea. Yo no he tomado la decisión definitiva. Por supuesto sí he dicho que quiero que mis políticas se reelijan porque hay que tener continuidad en ellas, eso sí es fundamental. En cabeza mía o no -esa es la decisión que yo tengo que tomar- pero no la puedo tomar antes de noviembre porque cualquier manifestación que yo haga en ese sentido hace que inmediatamente me apliquen la ley de garantías y me limiten mi capacidad de gobernar».

¿De firmarse el acuerdo, cuál sería el método de aprobación por parte de la sociedad?
«Es un tema muy interesante y que tiene que ser parte de la negociación. Lo importante es que el pueblo colombiano tenga la oportunidad de expresar su opinión a favor o en contra del acuerdo. A mí me interesa muchísimo que se pueda establecer algún procedimiento, que eso sea posible, porque legitima enormemente cualquier tipo de decisión y da garantías hacia el futuro a ambas partes. Sé que una constituyente no es lo conveniente, simplemente por sentido común: las constituyentes son para reformar, no para refrendar. Lo primero que podría hacer la constituyente, su primer acto, el primer día, sería borrar de un plumazo todo lo que hemos venido acordando y eso, entonces, sería un contrasentido».

Porque el reto está entre una aprobación minuciosa frente a una masiva, que es demasiado riesgosa…
«Pero alguna consulta popular, alguna cosa que el pueblo colombiano diga: un paquete como estos, ¿lo acepto? ‘si’ o ‘no’. Algo en ese sentido. Es por eso tan importante mantener el principio de que nada está acordado hasta que todo está acordado. Porque una cosa es, por ejemplo, aceptar o no aceptar que esa gente haga política por sí sola. Si usted solo le pregunta eso a la gente ellos van a decir que ‘no’, que esa gente no tiene derecho a hacer política; pero si entregan las armas y se someten a ciertas condiciones, las personas podrían cambiar de opinión. Esa es la razón por la que el paquete entero es tan importante tenerlo, para poder tener una opinión y es por eso mismo que hacer juicios parciales es totalmente inconveniente».

‘Iván Márquez’ dijo estar dispuesto a hablar con el expresidente Uribe, ¿lo haría usted?
(Sus asesores se tensionan y se reacomodan en sus sillas mientras el presidente continúa tranquilo). «¿Con el expresidente Uribe? Por supuesto. Yo nunca he dejado de estar dispuesto a hablar con el expresidente Uribe. Lo he dicho de todas las formas. El que no quiere hablar es él conmigo (sonríe)».

¿Y estaría dispuesto a que él fuera a La Habana con base en esas declaraciones de ‘Márquez’?
(Sus asesores se incomodan una vez más. Él, sorprendido, responde). «Pues habría que ver en qué circunstancias porque por principio no me gusta ‘caguanizar’ este proceso».

Después de la ley de Justicia y Paz hay tres condenados y miles de casos pendientes. ¿Qué va a pasar con los desmovilizados?
«El proceso con los desmovilizados sigue su curso normal. Ha sido un proceso relativamente exitoso. Ha habido muchos problemas, nos ha tocado pasar muchas leyes para evitar problemas mayores. Hemos aprendido, yo creo que la experiencia que tenemos con la ley de Justicia y Paz nos va a servir muchísimo para la desmovilización de la guerrilla y… el proceso continúa. En la Fiscalía existe la idea de escoger los casos más significativos y que esos sean los que lleven la atención de todo el proceso para sentar un precedente. Juzgar a todos los desmovilizados es físicamente imposible».

Hablemos de las Farc y del Eln. ¿Podría el Eln ser parte de los diálogos de paz en su gobierno?
«Por supuesto que puede ser si muestra la voluntad para hacerlo realmente. Y la voluntad no es solamente con expresiones sino con hechos».

¿Ha considerado que pasemos de una guerrilla con unas exigencias comunes a unas bandas criminales aisladas, más difíciles de combatir, personas que salgan de la guerrilla y no encuentren cómo encajar en la sociedad?
«Siempre un porcentaje de personas que han estado en esos grupos al margen de la ley continúan al margen de la ley. Eso ha sucedido en todos (enfatiza) los procesos de paz. El gran reto es que sea el mínimo posible pero, si eso se logra, entonces podremos concentrar los esfuerzos de toda la fuerza pública en contra de esas bandas criminales».

¿Cree que hay razones para que las protestas sociales masivas que hay en Colombia, por ejemplo Catatumbo y Vaupés, tengan detrás a la guerrilla?
«Por supuesto, hay pruebas de que la guerrilla sí está tratando de aprovechar esas marchas y muchas veces tratando de provocarlas».

Usted es economista y maneja la relación costo/beneficio. Hay muchas personas que dicen que el Frente Nacional trajo la paz como beneficio con el costo de que los partidos políticos tradicionales se diluyeron. Si nosotros logramos firmar la paz, este sería sin duda el gran beneficio pero, ¿cuáles serían los costos?
«Yo en estas circunstancias no considero que haya costos, más bien hay inversiones que estaríamos obligados a hacer, creo que no son un costo sino una inversión. Por ejemplo, parte de estos acuerdos tienen que ver con rescatar el campo. Y ahí vamos a tener que hacer una gran inversión que nos va a costar mucha plata, pero eso es una inversión, no es un costo. Desde el punto de vista de la democracia, creo que tampoco hay costos, porque los partidos no tienen por qué debilitarse, más bien van a entrar otros jugadores y vamos a poder hacer políticas largas que es algo muy positivo para la democracia. Entonces en el fondo yo no veo mayores costos. Hay mayores esfuerzos, inversiones grandes que tenemos que hacer que no son ‘costos’».

De no firmarse la paz, ¿cuál es el plan B?
«De no firmarse, el plan B es continuar como veníamos antes. Seguir con la contundencia de la fuerza pública que no se ha disminuido un solo centímetro en ningún momento. Todo lo contrario: si usted toma objetivamente los resultados de la fuerza pública en estos dos años y medio, nunca antes había sido tan exitosa, contra estos grupos, en los últimos 48 o 49 años de historia. Están más débiles sin duda alguna, les hemos golpeado en todos los niveles, desde el nivel más alto hasta el medio y bajo. Tendríamos que continuar con esa política como hemos venido durante tanto tiempo. La paz lo que nos daría es evitar que la situación actual se prolongara 20, 25 años más».

¿Está preparado el país para una participación política de las Farc?
«Yo creo que nosotros hemos llegado a un estado de madurez democrática y política como para aceptar esos grupos haciendo política sin armas. Esa es la clave: política sin armas».

Del equipo de negociación, le doy un nombre, y usted me da una palabra.

Humberto de La Calle:
«Ecuanimidad».

Sergio Jaramillo:
«…Integralidad».

Luis Carlos Villegas:
«…son tan difíciles esas preguntas… pragmatismo».

Frank Pearl:
«…Continuidad».

Oscar Naranjo:
«…Conocimiento».

Jorge Mora:
«Experiencia».

Vámonos a por lo menos tres del otro lado.

‘Iván Márquez’:
«Prefiero no…».

¿Está en sus planes viajar a La Habana en este proceso de la negociación?
«En este momento no».

2. VENEZUELA
¿Usted se imaginó gobernar sin Chávez al lado?
«…La verdad no, no había pensado en eso, pero tampoco lo había descartado».

¿Está el Presidente Maduro en condiciones de hacerse uno de sus mejores amigos?
(Risas). «Con el Presidente Maduro espero tener el mismo tipo de relaciones que tuve con Chávez. Somos muy diferentes (énfasis), pensamos muy diferente, pero nos respetamos las diferencias. Si tenemos algún reclamo lo dirimimos en privado y por las vías diplomáticas y, más bien, encontramos los puntos en donde podamos ponernos de acuerdo para beneficio de los venezolanos y de los colombianos. Esas fueron las reglas de juego con Chávez y espero que esas sean las reglas de juego con Maduro, para bien de Venezuela y de Colombia».

El Presidente Maduro dice que Chávez todavía le habla al oído. ¿A usted quién le habla?
«Al oído me hablan mi señora, mis hijos, muchos de mis asesores y mi conciencia».

Esa habla muy duro…
(Risas).

Se hablaba en algún momento de «desnarcotizar» las relaciones con los Estados Unidos. ¿Se pueden «desfarquizar» las conversaciones con el gobierno venezolano?
«Yo aspiro a que sí. Hay muchas cosas que tenemos con Venezuela en común que nos deberían unir. Somos dos países con 2.200 kilómetros de fronteras que tenemos una gran dependencia mutua en materia económica. La cantidad de colombianos que viven en Venezuela y viceversa es cada vez mayor. Hay muchísimos temas aparte de las Farc. Si pasamos este capítulo, yo esperaría que esas relaciones pudieran volverse a restablecer en toda su magnitud».

Usted recibió a Henrique Capriles y eso le causó problemas. ¿Cree que valió la pena?
«Lo hice a conciencia, no me arrepiento. Si yo voy a Inglaterra en visita oficial veo también al jefe de la oposición, voy a Alemania y veo al jefe de la oposición, y voy a Estados Unidos y veo al jefe de la oposición, eso es completamente normal. De manera que no creo que haya actuado de forma indebida, no tengo porqué arrepentirme y espero que entiendan que aquí estamos en una democracia en donde se respeta el gobierno y se respeta la oposición».

3. POLÍTICA
Dos Santos Presidentes, varios Santos en El Tiempo, un Santos en Semana y un Santos en la oposición… ¿es santo tanto Santos en el poder?
«Me parece que hay demasiados. Estoy totalmente de acuerdo» (risas). «Eh… sí… dejémoslo ahí…» (vuelven las risas).

Presidente, con la familia se nace, a los amigos se les escoge ¿A quién de su familia hubiera escogido como amigo?
«Como amigos por supuesto mis hijos. Mis hermanos son todos muy amigos y ya de ahí para adelante hay unos que sí y otros que no, pero no me ponga a escoger».

¿No menciona nombres?
«Como en todas las familias hay unos más amigos que otros, unos que se quieren y otros que no».

¿Y a Pacho dónde lo dejamos?
«En un cuartico de al lado» (risas).

¿Prefiere trabajar con sus amigos o con colegas?
«Esa es una pregunta de mucho fondo. ¿Qué es lo importante para un gobernante? La competencia, la lealtad, la amistad. Yo pienso que la amistad debe ser… si la amistad es buena entonces nunca se puede utilizar para otros fines. Entonces en ese sentido, trabajar con los amigos no es bueno. Ellos son buenos para darle a uno consejos, porque los buenos amigos le dicen a uno la verdad. En ese sentido lo ideal para trabajar son entonces personas con una combinación entre competencia y lealtad».

El Espectador y History Channel se arriesgaron por votación a buscar el Gran colombiano de la historia, usted conoce el resultado. ¿A quién elegiría como el Gran colombiano?
(De nuevo tensión en los asesores). «Hay muchos personajes muy importantes en nuestra historia. Yo soy admirador, y espero que esto no me suscite problemas diplomáticos, de Santander (risas). Por supuesto de Bolívar también, pero Santander tiene más esa herencia acerca de la importancia de las leyes y de tener un marco jurídico para preservar los derechos, ese sería uno de mis personajes. Alfonso López Pumarejo fue un gran reformador que creo que marcó una pauta muy importante en la historia de este país. Rafael Núñez, sin duda alguna la historia de Colombia se confunde con él. Hay otros personajes que creo han dejado un legado muy importante, comenzando por nuestro Premio Nobel García Márquez, ese premio le dejó a Colombia un legado muy especial».

¿Qué sigue después de Presidente?
«¿De Presidente? Dicen que estar en el poder -y lo dice García Márquez- es una verdadera penitencia y cuando llega uno a ser expresidente es el purgatorio» (muchas risas, se vuelve a relajar la entrevista).

¿Quién ha sido el mejor expresidente?
«El mejor expresidente, sin duda alguna, Belisario Betancur».

Él mismo lo dice…
«Y lo dice con orgullo y estoy totalmente de acuerdo con él».

¿Espera ser buen expresidente?
«Espero seguir los pasos de Belisario Betancur».

¿Con Barichara incluida?
«No, porque ya tengo Anapoima».

¿Alguna vez se imaginó a Álvaro Uribe como el principal opositor de su gobierno?
«Nunca».

¿Nunca, no se le pasó por la cabeza?
«No se me pasó por la cabeza».

¿Por qué?
«Porque los tres huevitos se los he cuidado mejor que cualquier otra persona. Esos tres huevitos están hoy convertidos en unos verdaderos gallos. En materia de seguridad, nunca en la historia del país le hemos dado tanto y tan duro a las Farc, al Eln y a las bandas criminales, nunca. En materia de confianza inversionista, nunca ha habido tanta inversión y tanta confianza en Colombia, tanto extranjera como nacional; y en materia de política social este gobierno va a pasar a la historia -modestia aparte- como el gobierno más reformador, más agresivo en materia social que cualquier gobierno de los últimos cien años. No lo estoy diciendo, ya están los resultados. Entonces, esos tres huevitos -repito- están hechos unos verdaderos gallos» (extiende sus brazos y me muestra el tamaño de los gallos).

Usted fue elegido en el uribismo. Sin embargo muchos uribistas, sobre todos los radicales, usan una palabra muy fuerte que es «traidor». ¿Usted qué les contesta a ellos?
«Si traidor es tener uno que plegarse a unas ideas y a una forma de ser y a unos propósitos diferentes a los que uno cree, entonces bienvenido el vocablo. Yo soy como soy, pienso como pienso, tengo unas convicciones muy claras y todo el mundo lo sabía. Yo no soy títere de nadie y espero nunca tener que ser títere de nadie».

Precisamente, es difícil imaginarlo a usted como segundo de alguien, tanto como imaginar a Vargas Lleras en la sombra. ¿Es Vargas Lleras un hombre de su confianza?
(Vuelve la tensión en los acompañantes). «Vargas Lleras no ha tenido sino gestos de lealtad, de amistad y de buen funcionario. Ha sido un gran ministro y está jugando con las cartas totalmente sobre la mesa, comprometido. Confío plenamente en él».

¿Quiénes son para usted, no los cargos, sino las personas más influyentes de este país?
«Pues Álvaro Uribe es uno, sin duda… los directores de los medios tienen eso, no poder sino influencia, el caso suyo, los directores de los medios, de periódicos, de noticieros de televisión, de radio… esas personas tienen mucha influencia. Yo me acuerdo de una frase que me dijo Alfonso Palacio Rudas cuando estaba yo en el dilema de aceptar o no aceptar el Ministerio de Comercio Exterior cuando tenía a mi disposición la dirección de El Tiempo. Me dijo: si quiere influencia quédese en El Tiempo, si quiere poder váyase para el servicio público. Entonces esa es realmente la diferencia».

Usted ha conocido a muchos líderes, incluso a María Elvira Arango le habló de su admiración por Mandela… ¿A quién le gustaría parecerse?
«Sería una serie de personajes todos fundidos en uno. En materia de paz, sin duda, a Mandela. En materia de la guerra que nos ha tocado librar, a Churchill, y en materia de política, a Abraham Lincoln. Yo he seguido los ejemplos de los tres, de los tres me he alimentado. El haber invitado a mis rivales en la campaña a ser parte del gobierno eso se lo copié a Abraham Lincoln. La perseverancia en la lucha contra el enemigo y en la lucha del conflicto interno se lo aprendí a Churchill. Y hacer todo lo posible por conseguir la paz – el bien superior de cualquier sociedad- se lo aprendí a Mandela».

Veo que es un gran lector de biografías…
«Soy fanático de las biografías. Por ejemplo me acabo de terminar la biografía de Hoover, no quisiera nunca ser un expresidente como Hoover (risas)… Ahí se lo dejo» (cara de travesura).

Nos queda un año por lo pronto. ¿Cuáles son sus prioridades en la agenda?
«Ejecutar, ejecutar y ejecutar. Ya estamos comenzando a mostrar los resultados de todo lo que hemos venido haciendo y el último año para cualquier gobierno debe ser ejecutar para terminar ojalá con broche de oro».

¿Esto que estamos hablando es en un período… o vamos por dos?
«Eso se lo respondo en noviembre (risas). La verdad es que sí hay un verdadero deseo de hacer lo que le conviene al país: continuidad en todas las políticas. Es que mire, llevamos unos resultados muy especiales en materia social: lo que es la lucha contra la pobreza y contra la desigualdad, en la generación de empleo, en nuestra política internacional, la economía está más sólida que nunca… Pero todavía nos falta muchísimo por hacer y si no continuamos con estas políticas y nos ponemos a hacer lo mismo que hacen la mayoría de los países de América Latina que es borrón y cuenta nueva cada cuatro años, vamos a echar por el traste realmente un avance espectacular que hemos tenido».

¿Eso suena a que sí?
«Eh… le respondo en noviembre».

Usted fue periodista y no quisiera dejar de preguntarle: hoy tenemos wikileaks, Snowden, la ley de comunicaciones en Ecuador, la venta del grupo Capriles a alguien cercano al gobierno en Venezuela, ¿cómo ve la libertad de prensa en Colombia?
«Yo he sido siempre gran partidario de la libertad de prensa. La he defendido, inclusive he sido presidente de la comisión de libertad de prensa de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa). Creo que la libertad de prensa es muy importante para mantener el vigor de cualquier democracia. Para los gobernantes, y lo digo yo habiendo sido periodista, muchas veces es frustrante, a veces se cometen injusticias, pero prefiero que sea así a no tener esa crítica, a no tener esa posición contraria que para mí es como una ducha de agua fría todos los días que me abre los ojos muchas veces a situaciones que, de otra forma, no me hubiera enterado de que existían».

¿Por qué es tan difícil que los dirigentes hagan política de Estado y no solo de gobierno?
«Por falta de generosidad. Muchas veces no quieren compartir los créditos, no quieren compartir los éxitos y cuando uno llega a estas responsabilidades debería dejar las vanidades a un lado y así es mucho más fácil gobernar».

Conocemos los motivos que nos separan como colombianos y hablamos todo el tiempo de ellos. ¿Por qué no trabajamos en lo que nos une? ¿Qué une a los colombianos?
«Esa es mi obsesión, por eso yo hablo tanto de la unidad nacional. Los pueblos que se unen y que encuentran objetivos comunes son los pueblos que progresan. Por eso, por ejemplo, yo le doy tanta importancia al deporte, porque nos une. Yo me fui para Suiza porque había un símbolo de unidad nacional detrás de Medellín consiguiendo la sede (se refiere a los Juegos Olímpicos de la Juventud). La Selección Colombia es otro factor de unidad importantísimo… Necesitamos encontrar esos puntos que nos unen y sobre todo, si queremos la paz, necesitamos referentes que nos obliguen a deponer las diferencias y más bien encontrar los puntos de unión».

Últimamente está muy callado sobre el mar que perdimos. ¿Qué va a pasar con San Andrés?
«Estamos estudiando -como lo dije desde ese momento- todas las alternativas posibles y yo creo que muy pronto le vamos a encontrar el mejor camino para los colombianos».

4. ECONOMÍA
Pasemos a la economía. Hay personas que critican que tenemos muchos TLC, pero muy poca infraestructura. ¿Cuál es el plan para resolver esta falencia?
«Ahí están los hechos. En el 2011 construimos 100 kilómetros de dobles calzadas; en el 2012 construimos 200 y este año estamos construyendo 300 kilómetros de dobles calzadas. Eso es lo mismo que construyó España en su mejor momento cuando revolucionó el país en materia de infraestructura. Pero aparte de eso nunca se han hecho inversiones tan grandes en vías terciarias, en puertos y aeropuertos, y como si esto fuera poco estamos además en pleno proceso de concesiones que van a llevar -oiga esta cifra- un promedio que teníamos antes de 3 billones de pesos al año en infraestructura, a unas concesiones que pueden sumar más de 50 billones de pesos. Eso es una verdadera revolución y ya está en marcha. Y Antioquia es el departamento que más se está beneficiando con las Autopistas de la Prosperidad. ¡El proyecto que se está haciendo aquí es el más grande del mundo… -no de Colombia-. O sea que estamos haciendo muchísimo, lo que pasa es que lo estamos haciendo bien, porque antes se hacían las obras y después se estructuraba, entonces acababan costando cinco veces más y muchas veces ni siquiera se terminaban. Nosotros invertimos el orden: estructuramos bien, planeamos bien y después ejecutamos».

… Esa es una gran inversión, pero Fedesarrollo en el último Congreso de la Infraestructura en Cartagena fue muy crítico con el rezago que en todo caso llevamos.
«No, es que -y se lo explicaron a Fedesarrollo y lo entendió- la estructuración de estos proyectos es un proceso que se demora muchas veces dos, tres años, y Fedesarrollo aceptó que era mejor esperar a que los proyectos estuvieran debidamente estructurados a iniciar estos proyectos antes de tener esa estructuración. Uno de los grandes vacíos que ha tenido este país, y que estamos tratando de llenar, es que nunca hemos tenido la mentalidad de tener bancos de proyectos. Sobre todo en proyectos de infraestructura. Aquí vienen los inversionistas y nos dicen que quieren invertir en Colombia y nos preguntan dónde pueden invertir y uno tiene que mirar para el cielo porque no hay proyectos. Por eso convertimos la Fen (Financiera Energética Nacional) en una especie de banco de proyectos y desarrollo. También hicimos aprobar en el Congreso el concepto de la App (Asociación Público Privados) para que sea el sector privado el que nos traiga los proyectos estructurados y podamos entonces multiplicar la inversión en esos sectores. El gran vacío hasta ahora había sido ese: que no teníamos proyectos estructurados y por eso no habíamos construido esas infraestructuras».

5. ANTIOQUIA
Turbay, siendo bogotano, se enorgullecía de que lo llamaran «el mejor presidente antioqueño». Si usted hace las Autopistas de la Prosperidad y el Puerto de Urabá podría lograr ese título. ¿Se compromete con eso?
«Lo de las autopistas es ya un hecho y lo del puerto de Urabá lo estamos estudiando muy cuidadosamente para hacer las cosas bien, para no perjudicar ni a Antioquia ni a otros puertos. Pero no solo eso, aquí en la ciudad de Medellín estamos haciendo cosas muy importantes y ayer (lunes, 8 de julio) tuve la inmensa satisfacción de tener una reunión con más de 50 empresarios donde espontáneamente me dijeron: muchas gracias Presidente porque usted ha sido realmente amigo de Antioquia, no en palabras sino como se demuestra el amor en la política: con presupuesto» (risas).

¿Son difíciles de conquistar los antioqueños?
«Pues… son más difíciles las antioqueñas» (risas).

Usted acompañó a Medellín en su presentación para ser la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Una de las razones por las que se dice que perdimos es por la inseguridad. ¿Cuál es su compromiso con el problema de seguridad en Antioquia?
«Total. Cada vez que vengo trato de tener un consejo de seguridad. El pasado lunes hicimos uno. Cada vez analizamos bien cuál es la situación en el departamento y en la ciudad de Medellín. En esta ocasión me complació muchísimo ver por ejemplo que, al principio del año, estábamos muy preocupados con el aumento de casos de homicidios, había un aumento del 45%. Tomamos una serie de medidas tanto en el departamento como en la ciudad y ya estamos en menos 7%. La mayor cantidad de los indicadores, por ejemplo robo de autos y motos, han venido disminuyendo. Estamos muy preocupados con la extorsión, tomamos medidas y trajimos el Gaula. Creamos el Gaula Metropolitano hace tres meses y medio y está teniendo ya resultados muy concretos, entre ellos 152 capturas, esta semana capturaron a 14 miembros de una banda que se llama «Los chivos» que estaban dedicados a extorsionar al sector del transporte y al sector de la construcción. Lo importante es ganarse la confianza de la gente. Si la gente denuncia, como está sucediendo por ejemplo en Barranquilla, allá prácticamente desaparecimos las bandas de extorsionistas, ese delito lo podemos también controlar».

La violencia aquí está ligada al narcotráfico, con los movimientos de las ollas de vicio. ¿Se ha abierto la puerta a estudiar una posición sobre la legalización de las drogas?
«Yo sobre eso he tenido una posición muy pragmática. Mire, el mundo tiene que sentarse a discutir -y afortunadamente lo está haciendo- si lo que tenemos como estructura para luchar contra el narcotráfico es lo más adecuado y efectivo, porque a veces países como Colombia, que hemos hecho semejante esfuerzo contra el narcotráfico, hemos pagado un costo muy alto. Medellín ha pagado un costo altísimo. Yo digo que a veces parecemos como una bicicleta estática, pedaleamos y pedaleamos y el negocio continúa. Nosotros los colombianos hemos sido relativamente más exitosos que otros países, pero el mundo no ha sido exitoso. Por eso tenemos que estudiar la situación, porque cualquier medida que se tome tiene que ser una medida a nivel internacional, porque ningún país por sí solo puede arreglar este problema».

6. ACTUALIDAD
Presidente, Bogotá es una capital que nos duele a todos. ¿Qué piensa?
«Sí, Bogotá ha tenido dificultades. Yo le he ofrecido al alcalde Petro toda nuestra ayuda. A Colombia entera -como usted bien lo dice- le conviene que Bogotá salga adelante y el alcalde, aparte de las diferencias que podamos tener, tiene todo el compromiso mío y del gobierno nacional para ayudar a que Bogotá salga adelante».

¿Se resigna a que la justicia se quede sin reformar?
«No. Esa es una gran reforma que le debemos al país y hay que hacerla».

¿Cómo se siente con la cúpula militar?
«Yo conozco muy bien a los militares. Esta es una gran cúpula que ha trabajado en equipo, lo cual es muy importante. Es una cúpula cohesionada y efectiva. Pero como toda cúpula llega un momento en que también hay que cambiar, no es que haya llegado este momento, pero ninguna cúpula es eterna».

7. PERSONAL
Presidente, el año pasado tuvo la valentía y la responsabilidad como líder de compartir con la ciudadanía el diagnóstico de un cáncer de próstata. ¿Cómo se siente perdiendo la privacidad en esos momentos que en otras circunstancias serían íntimos?
«Ese es el tipo de decisiones que uno tiene que tomar cuando está en estas responsabilidades. Aquí decirle la verdad al país era más importante que mantener mi privacidad».

Dicen que el poder trae soledad. ¿Qué tal con ella?
«Es muchas veces difícil y… realmente sí, a veces uno se siente muy solo. Ser ministro es muy fácil, porque siempre consulta uno al presidente, en cambio siendo el Presidente uno muchas veces no tiene a quién consultarle muchas decisiones que son difíciles, que son costosas, es con su conciencia y con la almohada, y ahí es donde se siente la soledad».

Todos tenemos en la memoria un recuerdo donde uno se siente íntimamente vinculado con la esencia de uno. ¿Qué vivencia tiene usted con la que se siente en contacto con Juan Manuel?
«Medito mucho y eso me mantiene con el polo a tierra. Tal vez en los momentos de meditación es cuando yo me encuentro más conmigo mismo».

¿Dónde nació ese contacto con la Sierra Nevada?
«Ese contacto… a través de varias experiencias que tuve en diferentes etapas de mi vida, como la admiración por la cultura de los Kogui y su filosofía sobre la promesa sobre la justicia, poco a poco los fui conociendo y entre más los conocía, más los admiraba».

¿Cómo quiere ser recordado en la historia de Colombia?
«Como un Presidente que hizo todo lo que pudo».

Fuente: El Colombiano

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