¿En qué está la clase política del Atlántico y Barranquilla?

Compartir:

El pasado jueves 4 de julio la ciudad de Barranquilla se paralizó por cuenta de la marcha que comerciantes y otros sectores productivos organizaron para protestar contra las organizaciones criminales que se dedican a la extorsión y que hoy tienen alarmados a los habitantes de la ciudad. Ese día por lo menos 25.000 establecimientos comerciales cerraron sus puertas y otro buen número de ciudadanos salieron a las calles a expresar su malestar por la difícil situación que atraviesan debido al ‘boleteo’ diario que padecen y que hoy los tienen a punto de cerrar sus negocios. Es un hecho evidente –reconocido por las propias autoridades nacionales, departamentales y distritales– que el fenómeno de la extorsión ha crecido en toda Barranquilla.

El asunto es tan grave que hasta los vendedores estacionarios están siendo extorsionados. La convocatoria de los comerciantes fue atendida por la Administración Distrital en cabeza de la alcaldesa Elsa Noguera, quien participó de la marcha y anunció que redoblará los esfuerzos para combatir a las organizaciones criminales. No obstante, la gravedad de la situación y la masiva convocatoria de los comerciante de la ciudad, la clase política de Barranquilla y del Departamento brilló por su ausencia, lo que se ha vuelto recurrente, puesto que en otros eventos, que también afectan a la ciudad, como los debates y foros que tienen que ver con el POT, entre ellos los organizados por EL HERALDO, tampoco se cuenta con la asistencia de senadores, representantes a la Cámara, diputados y concejales, quienes, al parecer, solo se sienten motivados de tener contacto con la comunidad en temporada electoral; es decir, cuando necesitan de sus votos para salir elegidos o ser reelegidos.

Los grandes ausentes de la marcha contra la extorsión

La marcha contra la extorsión fue una iniciativa ciudadana que nació de la impotencia que sienten los comerciantes de la ciudad, especialmente tenderos y transportadores, quienes se cansaron de pagar ‘vacuna’ a los grupos criminales que operan en la ciudad. A la convocatoria se sumaron autoridades civiles, policiales y militares, así como medios de comunicación y otros sectores de la sociedad. Se trataba de una muy buena oportunidad para que la comunidad toda -incluyendo, obviamente, a la clase política- expresara públicamente su solidaridad con quienes hoy son víctimas del flagelo de la extorsión. Por esa razón fue que la ausencia de los representantes de la clase política causó tanta extrañeza. Solo algunos concejales se sumaron a la marcha. Es bueno que la clase dirigente barranquillera entienda que los políticos no deben aparecer solo en elecciones. Es en estos momentos en los que la comunidad necesita que sus voceros se hagan presentes y sean solidarios con quienes atraviesan dificultades. La política moderna va más allá del ejercicio de “elegir y ser elegido”. Exige un compromiso permanente de quienes se benefician del respaldo popular en las urnas. El político moderno tiene la obligación de rendir cuentas a la comunidad todos los días. El político moderno sabe que el voto no es una mercancía de compra y venta, y que quien elige tiene el derecho a conocer cómo se comportan sus elegidos. No estar presentes en ocasiones en las que las que la comunidad se expresa masivamente, por ejemplo una marcha contra los extorsionistas, es un mensaje perverso que termina beneficiando a quienes están detrás de las extorsiones y no a quienes están siendo extorsionados.

Los Foros POT: ¿dónde están los concejales y los diputados?

El debate más importante que se está llevando a cabo en Barranquilla en la actualidad tiene que ver con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que no es otra cosa que la hoja de ruta de la ciudad para los próximos treinta años. La Barranquilla que queremos y con la que soñamos está siendo ‘maqueteada’ y definida en los distintos debates y foros que se realizan con el fin de socializar la iniciativa, entre ellos los organizados por EL HERALDO con el apoyo de Combarranquilla y Barranquilla Cómo Vamos, entre otras entidades. Pues bien: los grandes ausentes de los foros -que ha contado con nutrida asistencia de expertos- han sido los concejales de la ciudad y diputados del Departamento, quienes deberían estar presentes, puesto que, entre otras cosas, se está definiendo el futuro de Barranquilla como Ciudad Región y Ciudad Río. Una clase política ausente de los escenarios donde se define la suerte de la comunidad, no puede exigir respaldo en las urnas. Así de fácil.

Marchar con la comunidad no es un favor, es una obligación

En una de sus últimas entrevistas concedidas Alfonso Cano, entonces jefe máximo de las Farc, reconoció que el más grande golpe que esa organización guerrillera sufrió fue el de las marchas que en todo el país se organizaron para repudiar los secuestros cometidos por ella. El repudio masivo de los colombianos llevó a las Farc a considerar seriamente la posibilidad de buscar una salida política al conflicto armado. Lo mismo sucedió con la ETA en España y con otros grupos armados ilegales en el mundo. Está demostrado que cuando la comunidad se expresa masivamente contra dichos grupos, éstos terminan oyendo. La clase política no puede ser ajena al clamor popular. Marginarse de esos escenarios es un suicidio político. La comunidad necesita ver a su lado, caminando hombro a hombro, a quienes tienen el privilegio de ser sus voceros. No se trata de un favor, sino de una obligación. Quienes deben rendir cuentas son los elegidos y no los electores. Así es como se hace política hoy en día. Ojalá entiendan.

La campaña permanente y el gamonalismo electoral

A diferencia de lo que ocurría hasta hace algunos años, donde el político era visto como un ser superior alejado de la comunidad a la que solo se acercaba en época electoral, las estrategias de comunicación de la política moderna exigen un contacto permanente entre los representantes de la clase política y sus electores. La llamada ‘campaña permanente’ no es otra cosa que la relación estrecha entre electores y elegidos, sean estos presidentes de la República o ediles. El vínculo entre unos y otros no se rompe en el momento de la elección. Todo lo contrario: es a partir de ese momento que la relación se hace más cercana, pues de lo que se trata es de buscar y obtener propósitos comunes y no solo de beneficiar a una de las partes, en este caso al elegido. La teja de zinc, el bulto de cemento o, incluso, el puesto al hijo, o al sobrino, no genera ni establece ningún tipo de vínculo entre unos y otros. Es puro y simple clientelismo y corrupción. Ese es el ejercicio de la política que hay que cambiar, pues es maligno para el sistema democrático y contribuye a la estigmatización que hoy tiene la clase política costeña en todo el país. El ‘gamonalismo electoral’, que hace que muchos de nuestros dirigentes no estén presentes en los eventos donde la comunidad se expresa, atenta contra el propósito de establecer vínculos fuertes, permanentes y transparentes entre electores y elegidos. Por ello buena parte de nuestra clase política ignora olímpicamente a la comunidad a la que no se siente obligada a rendirle cuenta de todos sus actos. La relación existente es nociva para la sociedad, pues no hay ella ninguna motivación distinta a la meramente electoral, que se materializa el domingo de elecciones, cuando solo una de las partes cumple con su deber de elegir al ‘gamonal político’.

Por Óscar Montes
@Leydelmontes

Compartir: