El papa pide paz para el mundo y dice que el egoísmo amenaza vida y familia

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Francisco pidió hoy la paz para el mundo, «aún tan dividido -dijo- por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales».
En su primer Mensaje Pascual como pontífice, el papa imploró la paz especialmente para Siria y la península coreana, donde se viven momentos de tensión y preocupación internacional después de que Corea del Norte se haya declarado en «estado de guerra» contra Corea del Sur y haya amenazado con atacar incluso a EEUU.

Ante unas 250.000 personas que llenaron en una mañana soleada, aunque con algunas nubes, la plaza de San Pedro del Vaticano y las calles anexas, el papa Bergoglio expresó su satisfacción por haber comenzado su pontificado con la Semana Santa «y poder anunciaros: ¡Cristo ha resucitado».

«Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta buena nueva: Jesús ha resucitado, hay esperanza para ti, ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal. Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia», afirmó.

El Obispo de Roma subrayó que la resurrección de Cristo significa que el amor de Dios es más fuerte que el mal y la muerte misma y que la Pascua es el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la libertad del amor y la bondad.

El papa argentino agregó que ese paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien debe ponerse en práctica en nuestra vida cotidiana.

«¡Cuántos desiertos debe atravesar el ser humano también hoy. Sobre todo el desierto que está dentro de él cuando falta el amor de Dios y del prójimo, cuando no se es consciente de ser custodio de todo lo que el Creador nos ha dado!. Pero la misericordia de Dios puede hacer florecer hasta la tierra más árida, puede hacer revivir incluso a los huesos secos», aseguró.

El pontífice invitó a los fieles a transformar sus vidas y a custodiar toda la creación y hacer florecer la justicia y la paz les exhortó a pedir a Jesús que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz.

Francisco recorrió la situación del planeta y pidió paz en la península coreana, «para que se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación».

En su recorrido se detuvo en Oriente Medio y pidió paz entre israelíes y palestinos, «que tienen dificultades -dijo- para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo».

«Paz para Irak, y que cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo. ¡Cuánta sangre derramada! Y ¿cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?», agregó.

También se detuvo en África, escenario aún -dijo- de conflictos sangrientos.

Pidió paz para Malí, «para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad», y para Nigeria, «donde lamentablemente no cesan los atentados, que amenazan gravemente la vida de tantos inocentes, y donde muchas personas, incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas».

Asimismo pidió paz para el Este la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y viven todavía con miedo.

Concluido el mensaje, impartió la bendición «Urbi et Orbi», a la ciudad de Roma y a todo el mundo. Lo hizo sólo en italiano. Hasta ahora, Juan Pablo II y Benedicto XVI lo hicieron en 65 idiomas, entre ellos el español, portugués y guaraní.

Antes del Mensaje Pascual, Francisco ofició la misa de Resurrección en la plaza vaticana, adornada con 40.000 flores multicolores procedentes de Holanda, que la convirtieron en un jardín.

El Obispo de Roma ofició la misa pocas horas después de que esta medianoche celebrara la Vigilia Pascual, en la que dijo que la resurrección de Cristo es la victoria sobre el mal y lo que oprime en la vida e invitó a los que son «indiferentes» ante Dios, «que arriesguen, ya que no quedarán decepcionados».

El papa afirmó también que no hay situaciones que Dios no pueda cambiar y que no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él y que por ello no debemos perder la confianza.

El Mensaje Pascual puso fin a los ritos de la Semana Santa. El papa volverá mañana a la plaza de San Pedro para rezar a mediodía el Regina Coeli, que sustituye al ángelus en el tiempo de Pascua. EFE

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