Los cardenales electores americanos, los que mejor comunicaban con el mundo, enmudecieron repentinamente este miércoles por decisión del Colegio de Cardenales, que impuso un «apagón informativo» a todos los purpurados. La decisión fue justificada por filtraciones publicadas en la prensa italiana que no procedían de las conferencias de prensa de los americanos pero tocaban el aspecto más sensible para el grupo de electores italianos y de la Curia: la reforma de la maquinaria central de la Iglesia.
Como el «briefing» diario del Vaticano resulta escueto a más no poder, el vacío informativo creado ante 5.300 periodistas será ocupado por relatos de ficción como sucedió hace dos semanas cuando el Papa Benedicto XVI y la Curia estaban encerrados en ejercicios espirituales y no había nadie para autorizar un simple desmentido. Durante aquellos días, los medios informativos de la mitad del planeta vivieron de intrigas y escándalos reciclados a placer por una revista y un diario italianos.
Hacia la mitad de la rueda de prensa estaba claro que la noticia del día iba a ser que los cardenales, reunidos a puerta cerrada durante toda la mañana, habían comenzado a estudiar «el perfil del próximo Papa, a la luz de lo que el mundo espera», según informó el portavoz Federico Lombardi.
En definitiva, entraban por fin en harina, después de haber abordado también la Nueva Evangelización y un asunto muy práctico que estará sobre la mesa del próximo Papa desde el primer día: «la organización de la Santa Sede, los dicasterios y la relación con los episcopados». Es decir, la reforma de la Curia y la colegialidad, dos puntos dolientes para muchos cardenales.
En un mundo de comunicación instantánea, la «bomba» estalló cuando varios teléfonos móviles mostraron un comunicado de sister Mary Ann Walsh, la directora de Comunicación de la conferencia episcopal norteamericana: la conferencia de prensa de los cardenales Timothy Dolan, de Nueva York, y Francis George, de Chicago, quedaba suspendida pues «debido a preocupación sobre crónicas de la prensa italiana, que han violado la confidencialidad, el Colegio de Cardenales ha decidido suprimir las entrevistas con la prensa».
Los deberes hechos
Hasta ese momento, el principal interés de los enviados especiales era la fecha de inicio del Cónclave, que tampoco se fijó ayer, a la espera de que lleguen, entre miércoles y jueves, los dos últimos de los 115 cardenales electores, los arzobispos de Varsovia y de Ho Chi Minh City. Como los cardenales decidieron reunirse el jueves tanto por la mañana como por la tarde, es previsible que hoy o, si no, mañana consigan fijar la fecha de inicio del Conclave.
Hasta ayer habían tomado la palabra 51 cardenales, y la lista de los que quieren intervenir es todavía larga. Hay consenso en que es preciso escuchar tranquilamente a todos, y en que no pasa nada por retrasar el Cónclave. Lo mejor es llegar a la Capilla Sixtina con los deberes bien hechos de antemano.
¿Cuál fue la filtración que hizo saltar las alarmas?. Sencillamente que el vaticanista Andrea Tornielli relataba en «La Stampa» la intervención del cardenal Francesco Coccopalmerio, máximo jurista del Vaticano, sobre «la necesidad de un mejor enlace entre el Papa y los jefes de los dicasterios», para permitir que también los «número dos» de cada departamento puedan hablar alguna vez con el Papa y que la secretaria de Estado no sea un cuello de botella de tal modo que «algunos jefes de departamento hayan tenido que esperar meses antes de poder reunirse con el Papa».
Quizá más explosiva era la noticia de que el martes por la mañana había tenido lugar «una relación larga y detallada a cargo del cardenal Tarcisio Bertone sobre la gestión de la secretaría de Estado en estos años. Precisamente esa gestión ha sido y continúa siendo el centro de las críticas. Bertone, que es también Camarlengo, ha insistido varias veces a los presentes en que se mantuviese el secreto más absoluto sobre la discusión.
Tornelli relataba, además que el cardenal de Sao Paulo, Odilo Scherer -que algunos italianos curiales propusieron por sorpresa como candidato a Papa siempre que se comprometiese a nombrar un secretario de Estado italiano-, no sólo no se plegaba al juego del aparato curial sino que «solicitaba conocer el contenido del informe de Vatileaks, un tema que en todo caso no estuvo a la cabeza de los debates pues quien quiera saber más debe dirigirse a los cardenales detectives».