@LEYDELMONTES
En 1966, poco después de tomar posesión como presidente de la República, Carlos Lleras Restrepo se refirió a la situación del país. Sostuvo en esa oportunidad que Colombia se estaba “descuadernando” por cuenta de la difícil situación económica y –sobre todo– por el deterioro del orden público, que se había visto gravemente alterado por el surgimiento y consolidación de varios grupos guerrilleros. Desde entonces el país se ha venido “descuadernando”.
Durante los dos años de Gustavo Petro en la Presidencia, dicha situación no ha cambiado. Todo lo contrario: se ha agravado. Para ponerlo en sus propios términos, podríamos decir que en manos de Petro Colombia se está “despiporrando” con prisa y sin pausa. Es decir, el país se está “descuadernando”, como diría Lleras, pero peor.
Aunque el enorme ejército de bodegueros contratados por el Gobierno nacional y pagados con nuestros impuestos hace grandes esfuerzos para lavarle la cara a toda decisión de Petro, lo cierto es que cada anuncio que hace es peor que el anterior. Pero ocurre que quienes, desde los medios de comunicación o desde la orilla de la oposición, hacen ver los yerros del gobierno de inmediato son graduados por los “bodegueros oficiales” como “fascistas de extrema derecha”, término acuñado por el propio Petro para referirse a quienes no comparten sus propuestas.
Esta semana, por ejemplo, la gran conmoción nacional la causó –con razón– la renuncia de dos integrantes de la junta directiva de Ecopetrol, la empresa más grande del país. La salida de Juan José Echavarría y Luis Alberto Zuleta, miembros independientes de la junta directiva de la compañía, evidenció el manejo arbitrario que pretende darle Petro a la empresa más importante del país.
Para no dejar dudas de que los números no son el fuerte del Gobierno, el director de Planeación Nacional, Alexander López, sostuvo –sin ruborizarse– que en estos dos años de gobierno de Petro los ingresos de la Nación –por turismo– ya superaron a los que el país recibe por exportación de hidrocarburos. No obstante, las cifras demuestran –sin ningún tipo de dudas– todo lo contrario.
Pero en lo político y las relaciones internacionales el despiporre es tanto o más delicado que en lo económico. Petro sigue siendo manso y complaciente con el dictador Maduro. De parte suya no hay un solo reproche para el sátrapa que desde Miraflores, en Caracas, ordena detenciones, ataques sistemáticos y violación de los derechos humanos de sus opositores. Pero Petro no solo no condena los abusos de Maduro, sino que los justifica, como acaba de suceder durante la posesión de la nueva defensora del Pueblo, Iris Marín, en Nuquí, Chocó. “Los mismos que hoy hipócritamente hablan de Venezuela y de dictaduras allá, multiplicado por tres, lo hicieron en Colombia hace tres años. Hipócritas –afirmó Petro exaltado– que ven dictadores afuera, pero no ven su propia dictadura, su podredumbre”.
El despiporre regional es igualmente grave y preocupante. En la región Caribe, por ejemplo, proyectos estratégicos como las obras del Canal del Dique, aprobadas en el anterior gobierno, que están llamadas a ser la redención del sur del Atlántico y de la bahía de Cartagena, terminaron archivados en Bogotá, por cuenta de la desidia del Gobierno nacional y de la complacencia y genuflexión de gobernantes y dirigentes políticos de la región Caribe.
¿Qué tan grande y grave es el despiporre nacional?
Ecopetrol: ¿adiós a la joya de la corona?
La renuncia de Juan José Echavarría y Luis Alberto Zuleta a la junta directiva de Ecopetrol es un golpe muy duro para la empresa más importante del país. Pero más que su salida, lo grave son los motivos de la renuncia. Ambos sostienen que la decisión del Gobierno nacional –por voluntad expresa de Petro– de reversar la compra de la participación de Ecopetrol en Crownrock, podría causar graves detrimentos económicos a la compañía. La adquisición pretendía aumentar los activos de fracking de la empresa, en asocio con Oxy en Estados Unidos.
En su carta de renuncia, Echavarría y Zuleta sostienen que la compra por parte de Ecopetrol –que ya había sido aprobada por la junta directiva en pleno– era fundamental para “proteger el futuro de Ecopetrol y el de más de 250.000 mil accionistas”. Todo ello se fue al traste. ¿Qué pasó con el gobierno corporativo de la empresa más grande del país? ¿La voluntad de una sola persona –el presidente de la República– que vela por los intereses no solo de la compañía, sino de todos sus accionistas, puede oponerse a las decisiones de la junta directiva, expresada por todos sus miembros? Es decir, en Ecopetrol se hace lo que dice Petro y punto. ¿Para qué los estudios técnicos, financieros y ambientales, por ejemplo, que indicaban que era un excelente negocio invertir en fracking en Estados Unidos? ¡En Estados Unidos, no en Colombia, donde seguramente lo van a prohibir.
El turismo superó al carbón y el petróleo: cuento chimbo
En una entrevista concedida al noticiero CM&, el director de Planeación Nacional, Alexander López, afirmó –sin que le temblara la voz– que “hoy el sector turismo ya superó los ingresos que producen las energías no renovables, como el carbón y el petróleo”. Falso de toda falsedad. Punto. Cuando se trata de cifras y de matemáticas, como ocurre con el director de Planeación, el despiporre es más evidente.
Las exportaciones de carbón y petróleo representan hoy por hoy el 7 por ciento del producto interno bruto (PIB), mientras que el turismo apenas alcanza un 2 por ciento. Que Petro –jefe directo de López– considere que el carbón es más dañino para la humanidad que el fentanilo no puede tomarse de excusa para mentir y manipular cifras de manera irresponsable.
Otras cifras sobre ese asunto son demoledoras: durante el primer trimestre del 2024, las exportaciones de turismo llegaron a 2.536 millones de dólares, mientras que por cuenta de la exportación de carbón y petróleo ingresaron al país 5.300 millones de dólares. Solo en junio pasado, las exportaciones de carbón y petróleo superaron los 11.143 millones de dólares. Esos cuentos chimbos de los funcionarios del Gobierno demuestran el nivel del despiporre nacional.
Maduro es dictador, aunque Petro lo niegue
Cada día que pasa sin que Petro condene la dictadura de Maduro es un día más que quedan en evidencia sus estrechos lazos con el sátrapa que gobierna desde Miraflores. ¿Qué los une tanto, como para que Petro prefiera llamar dictador a Iván Duque y no a su amigo venezolano? Maduro es un dictador, aunque Petro se resista a llamarlo como tal.
El robo descarado de las elecciones del 28 de julio pasado es tan solo una muestra de la tiranía impuesta por el chavismo en Venezuela. A Petro se le olvida, en su odio visceral a su antecesor y su ya inocultable afecto por Maduro, que el “dictador” Duque, siendo presidente, reconoció su triunfo y le brindó plenas garantías para que llegara a la Casa de Nariño.
Ese mismo “dictador” lo derrotó cuatro años atrás con una diferencia de más de 2.000.000 de votos. Los miembros de la Fuerza Pública que durante el llamado “estallido social” atacaron a los manifestantes, entre ellos algunos de la “primera línea”, están siendo procesados y juzgados, como corresponde en una democracia. En las dictaduras, como la de Maduro, esos crímenes quedan impunes. Petro no solo justifica la actuación criminal de Maduro, sino que miente con descaro al referirse al comportamiento de Duque. Ese comportamiento cómplice de Petro con Maduro es tan preocupante, como peligroso.
Álvaro Leyva, ¿el “canciller alterno” de Petro?
La visita “a título personal” del excanciller Álvaro Leyva a Maduro en Miraflores y su encuentro con altos funcionarios de la dictadura en Caracas, entre ellos Delcy Rodríguez, ahora al frente de Pdvsa, es otro capítulo del despiporre nacional. ¿A qué fue Leyva a Caracas? ¿Quién lo mandó y con qué misión? Es evidente que –aunque lo nieguen– Leyva no fue a Caracas a “título personal”.
¿Está Leyva cumpliendo funciones de “canciller alterno” entre Petro y Maduro? Por esa razón, el canciller en propiedad, Luis Gilberto Murillo, se atrevió a decir que el Gobierno de Colombia veía “con buenos ojos” la gestión “a título personal” de Leyva? Las funciones diplomáticas no pueden ser ejercidas por particulares, aunque los presidentes de turno y sus amigos así lo quieran. Una función diplomática viene acompañada de responsabilidades políticas, mucho más cuando se trata de entenderse con dictadores. Que Petro y Leyva lo tengan muy presente.