POR: OSCAR MONTES
@LEYDELMONTES
El tirano Nicolás Maduro terminó graduando a Gustavo Petro con la más deshonrosa distinción que pueda existir en estos momentos: ser su consejero.
Nadie que defienda los principios y valores democráticos en el mundo puede ostentar semejante indignidad. Maduro y la pandilla de malhechores que lo rodean, entre ellos Diosdado Cabello, Vladimir Padrino y Jorge Rodríguez, entre otros, merecen estar aislados por completo de la comunidad internacional. Ese ostracismo solo debería romperse el día en que esa cuadrilla de forajidos que gobierna desde Miraflores acepte la derrota del pasado 28 de julio y empiece a negociar su salida de Venezuela, sin contraprestaciones ni condiciones. Los tribunales internacionales de Justicia los esperan con los brazos abiertos.
Ser consejero del dictadorzuelo Maduro –en las actuales circunstancias– significa –ni más ni menos– ser su cómplice. Maduro está siendo repudiado por todos los países del mundo, menos –obviamente– por aquellos que son gobernados por personajes peores o más siniestros que él, como Daniel Ortega de Nicaragua. Nadie quiere aparecer en la foto al lado de Maduro y sus secuaces.
Es por esa razón que llama tanto la atención el interés de Gustavo Petro por no desmarcarse de Maduro, puesto que un presidente demócrata no puede ser condescendiente con quien está al frente de un régimen autoritario y criminal.
Un tirano que pretende robarse unas elecciones a plena luz del día y con todos los países del mundo como testigos, solo merece el repudio. Gozar del vergonzoso privilegio de ser consejero de Maduro no puede ser motivo de orgullo.
En su condición de adlátere de Maduro, Petro se tomó el atrevimiento de sugerirle una serie de salidas a la crisis que afronta, por cuenta de su pretensión de robarle las elecciones al opositor Edmundo González. El remedio resultó peor que la enfermedad. Ni Maduro, ni mucho menos María Corina Machado, la valiente mujer que tiene a la tiranía venezolana contra las cuerdas, aceptaron semejante collar de despropósitos.
¿Qué propuso Petro? En su afán por salvarle el pellejo a su amigo –a quien negó en plena campaña presidencial, pero con quien habla por teléfono con frecuencia– Petro tuvo la osadía de desconocer el triunfo incuestionable y abrumador de González. De forma torpe y absurda, se atrevió a poner en igualdad de condiciones al derrotado Maduro con los vencedores Edmundo y María Corina. Para lograr acuerdos –según Petro– es necesario que quien perdió imponga sus condiciones a quienes lo derrotaron. ¡Qué tal!
Para Petro la solución a la crisis de Venezuela pasa por las siguientes condiciones: nuevas elecciones libres, garantías totales a la acción política, el levantamiento de todas las sanciones al régimen chavista, una amnistía general nacional e internacional y un gobierno de cohabitación transitorio. Veamos lo que ellas significan:
¿Amnistía para quienes cometen delitos de lesa humanidad? ¡Jamás…!
¿Qué llevó a Petro a abogar por posibles amnistías nacionales e internacionales para quienes lideran el chavismo en Venezuela? Otra propuesta absurda. Petro debe saber que los delitos de lesa humanidad, como los cometidos por Maduro, Cabello y Padrino, entre otros, no son amnistiables. No se trata de delitos políticos. Punto.
En el caso de los jefes chavistas, serán los tribunales internacionales de Justicia los que se encarguen de procesarlos y castigarlos. Deberán responder por los cientos de asesinados y desaparecidos, así como por los miles de inocentes encarcelados. Que quede claro: en Venezuela se están cometiendo “crímenes de Estado”, por parte del régimen chavista. Petro y Lula, amigos del sátrapa de Maduro, también deberían reconocerlo.
Inmiscuirse en los asuntos internos de un país para promover la impunidad de quienes han violado todos los Derechos Humanos de la oposición, evidencia un talante abusador y antidemocrático. Hasta el propio Maduro regañó a Petro por atreverse a opinar sobre los asuntos internos de Venezuela. “Nosotros hablamos por teléfono de muchas cosas, pero yo nunca hablaría del proceso de paz en Colombia, del que soy garante”, declaró Maduro sobre la imprudencia de quien funge como su consejero.
Frente Nacional venezolano: el Petro presidente, desmiente al Petro guerrillero
De todas las salidas propuestas por Petro en su condición de “consejero” de Maduro, la que más llamó la atención fue la de crear una especie de “Frente Nacional” a la venezolana, que permita la alternancia en poder de chavistas y opositores. ¿Cómo se explica que Petro recomiende como solución para Venezuela, la fórmula política que dio origen al surgimiento de grupos guerrilleros colombianos, entre ellos el propio M-19, donde el hoy presidente militó? En efecto, fue el “pacto de las élites colombianas”, así llamado por Petro y otros militantes del M-19, el que dio origen a los grupos guerrilleros colombianos que consideraron que el Frente Nacional les cerró las puertas a diversos partidos y movimientos políticos, distintos al liberalismo y conservatismo.
Habría que preguntarle a Petro: ¿Por qué lo que fracasó en Colombia cuando él era guerrillero puede resultar exitoso hoy en Venezuela? La alternancia en el poder podría considerarse cuando se trata de sistemas democráticos, no cuando quien ostenta el poder es un intrincado sistema mafioso, autoritario y corrupto, que se niega a reconocer una derrota. ¿Qué se puede pactar con mafias organizadas? Absolutamente nada. En el caso de Maduro, lo único negociable es su salida de Miraflores. Punto.
Nuevas elecciones: Petro pretende legalizar y legitimar el robo de Maduro
En un sistema democrático la voluntad del pueblo se expresa en las urnas. Allí queda reflejado el rechazo y la aprobación que tienen quienes aspiran contar con el respaldo popular. Eso mismo fue lo que ocurrió el pasado 28 de julio en Venezuela. Pese a tener todas las cartas marcadas en su contra, la oposición venezolana aceptó el reto de derrotar al chavismo en las urnas. Y lo logró por paliza. Punto. Fueron más de 3.000.000 de votos los que Edmundo González le sacó a Maduro en las urnas.
Por ello resulta inaceptable la propuesta de Petro de “celebrar nuevas elecciones libres”. ¿En serio? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que gane Maduro? Y si pierde de nuevo el chavismo, ¿las vuelven a repetir? ¡Qué tal la burla a la voluntad popular que propone Petro! Con toda razón, María Corina Machado y toda la oposición descartaron semejante estolidez. Ayer, en las marchas que se celebraron en más de 370 ciudades del mundo contra el régimen chavista, los venezolanos lo volvieron a decir: “La voluntad del pueblo se respeta. No a nuevas elecciones”. Repetir las elecciones, como quiere Petro, significa –en plata blanca– reconocer el “triunfo” de Maduro. Es decir, darle plena validez al robo de las elecciones.
La crisis es responsabilidad del chavismo, no de las sanciones económicas
Petro sostiene que la crisis venezolana comenzó con las sanciones económicas al régimen chavista. Esa premisa es falsa. La crisis económica de Venezuela comenzó mucho antes. Cuando en el 2017 empezaron a sentirse con mayor rigor las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela, ya el chavismo –con Hugo Chávez y Nicolás Maduro a la cabeza– había arrasado con la economía venezolana, por cuenta de sus gobiernos irresponsables, corruptos y derrochadores. A ello también contribuyó la caída de los precios del petróleo. Fueron los dirigentes chavistas los que dejaron morir de hambre a PDVSA, su “vaca lechera”, a la que convirtieron en su caja menor.
Fue el chavismo el que arruinó a Venezuela, no las sanciones económicas impuestas a un régimen criminal y violador de Derechos Humanos. La reciente propuesta de Petro –de “levantar las sanciones económicas a Venezuela”– nada tiene que ver con el triunfo de Edmundo González. De lo que se trata –obviamente– es de darle una bocanada de oxígeno al tirano Maduro. Las sanciones a quienes sí golpean es a la elite corrupta del chavismo, que tiene cuentas multimillonarias en Estados Unidos, así como a países y empresas que tienen vínculos comerciales con un régimen controlado por personajes señalados de narcotraficantes y violadores de derechos humanos. Si ellos no existieran, no habría sanciones de ningún tipo en Venezuela.