En un país con 313 millones de habitantes hay más de 300 millones de armas en posesión de la población. La cultura de las armas esta implícita en los norteamericanos, pero la masacre de Sandy Hook ha marcado un punto de inflexión. El presidente de EE UU, Barack Obama, que ayer calificó de «epidemia» la violencia con armas de fuego que afecta al país, se enfrenta a la tarea de legislar sobre el derecho a la posesión de armas, reconocido en la Segunda eEnmienda de la Constitución americana. En esta ocasión, Obama no se encuentra tan solo, y la rapidez del proceso que está llevando a cabo es inaudita. «Esta vez, las palabras deben llevar a la acción», aseguraba el presidente, que ya ha fijado enero como fecha tope para conocer «las primeras medidas concretas». El presidente comenzó a ayer a marcar la hoja de ruta a seguir y, en rueda de prensa en la Casa Blanca, Obama aseguró que se ha creado un grupo de trabajo (del que formarán parte los departamentos de Salud, Justicia, Educación y Seguridad Nacional) para tratar el tema de las armas. Este comité ofrecerá en enero «una serie de recomendaciones políticas muy concretas para poner fin a la violencia generada». También ha invitado al Congreso a debatir este tema en 2013. «Si todavía hay una cosa que podemos hacer, es impedir estos acontecimientos. Todos nosotros tenemos la importante obligación de intentarlo», afirmó el presidente, quien ha insistido en que los estadounidenses «no deberían tener facilidades» para comprar armas y en que hay eliminar los vacíos legales que existen para la ventas. Obama ha delegado la misión de liderar este grupo de trabajo al vicepresidente Joe Biden, que conoce bien el problema ya que durante sus años en el Senado abogó por controles más estrictos sobre la posesión de armas. Tampoco es la primera vez que Obama recurre y confía en Biden. En 2011, el vicepresidente tuvo un papel crucial en iniciativas políticas de alto perfil, como los esfuerzos para lograr un compromiso de reducción del déficit con los republicanos. A pesar de que, como reconoció Obama, «ninguna ley puede eliminar el mal ni prevenir la violencia», esto no es «excusa para no actuar». Por eso, el presidente ha reconocido que «usará todo el poder de su cargo» para «prevenir tragedias» como la del viernes pasado. La primera medida que podría aprobarse sería la de reinstaurar la prohibición de armas de asalto. Esta normativa ya estuvo vigente entre 1994 y 2004 y fue aprobada por Bill Clinton, pero el republicano George W. Bush decidió no renovarla. Este cambio será llevado al Congreso esta misma semana de la mano de la senadora demócrata Dianne Feinstein y, según el portavoz de ésta, «Obama está activamente a favor de reinstaurar esta prohibición».
El presidente ha recibido apoyos hasta ahora «impensables», como el de la Asociación Nacional del Rifle (RNA), el poderoso «lobby» estadounidense de la industria armamentística. La RNA cuenta con cuatro millones de afiliados y, tradicionalmente, ha actuado como grupo de presión ante las cámaras legislativas cuando se proponía cualquier «intento» de restricción a la segunda enmienda. «La RNA está preparada para ofrecer una colaboración significativa para que tiroteos como el de Newtown nunca vuelvan a ocurrir», señaló esta asociación, rompiendo así el silencio que ha mantenido desde el viernes, tras la masacre de Sandy Hook.
A pesar de que esta tragedia ha conmocionado al país, la opinión pública está dividida: más de la mitad de los participantes de la encuesta realizada por el periódico «The Washington Post» durante el fin de semana cree que el tiroteo en Newtown es un reflejo de los problemas de la sociedad y aboga por un mayor control de las armas, una opinión que contrasta con la reacción que han tenido los estadounidenses tras la masacre: comprar más armas. De hecho, muchos americanos han propuesto que se tenga seguridad armada en los colegios de primaria. A pesar de que la posesión de armas está muy arraigada en la cultura norteamericana –más incluso en las zonas rurales que en las urbanas–, no hay que olvidar que 34 estadounidenses fallecen al día debido a armas de fuego ni que en 2011 más de 10.000 personas murieron por disparos de armas de fuego. Obama prometió, en la campaña de 2008, restringir este derecho, pero durante su primer mandato el tema no volvió a plantearse. Parece que en esta segunda legislatura el presidente quiere cumplir con su promesa y lograr hacer que las medidas contra las armas no caigan en saco roto.
Inminente precipicio fiscal
Aunque las medidas contra el uso de las armas fueron las protagonistas ayer, Obama también habló del inminente «precipicio fiscal». El presidente de EE UU afirmó que ha hecho «concesiones» para lograr un acuerdo con los republicanos y así evitar el «abismo fiscal». «Quiero dejar listo el acuerdo antes de Navidad», aseguró Obama, que ha cedido en algunos puntos, como en el que subía de 250.000 a 400.000 dólares anuales el tope para las excensiones fiscales.