@LEYDELMONTES
De todas las controvertidas y controversiales iniciativas propuestas por el gobierno de Gustavo Petro para ser aprobadas por el Congreso ninguna tan nociva y perversa como la reforma política. Ese proyecto –que por increíble que parezca ya ha sido aprobado en cuatro de los ocho debates que necesita para ser ley de la república– atenta en forma grave contra nuestro frágil sistema democrático. Se trata de un proyecto mezquino, politiquero y elaborado con una mala fe que asombra. Ante la gravedad de la situación, bien vale la pena preguntarse si el presidente Petro –que llegó a la Casa de Nariño con la promesa de cambiar las costumbres políticas– respalda esta iniciativa. ¿Este adefesio antidemocrático tiene su visto bueno, señor presi
Llama la atención que pese a las observaciones realizadas al proyecto –algunas de ellas por partidos amigos del gobierno, como es el caso de la Alianza Verde– ninguna haya sido considerada ni por el ministro del Interior, Alfonso Prada, ni por los propios ponentes, entre quienes sobresale la figura del presidente del Senado, Roy Barreras.
En la que parece ser una práctica generalizada por el Gobierno nacional y sus amigos, la socialización de los proyectos de ley consiste –al parecer– en escuchar a quienes tienen observaciones que hacerles a las iniciativas, pero no tomarlas en cuenta a la hora de redactar el documento que llevarán al Congreso para su discusión y aprobación. “Es una mamadera de gallo, que lo deja a uno muy aburrido, porque no es más que hacernos perder el tiempo”, me dijo un senador del partido de La U, uno de los aliados del Gobierno.
El mejor ejemplo de esta situación se dio con el texto que será sometido a discusión y aprobación para el quinto debate. En él aparece la figura de la “reelección inmediata” de aquellos congresistas que resultaron elegidos en las listas cerradas, quienes desde ya pueden contar con su curul para los próximos cuatro años. ¿La razón? Tendrán garantizados sus puestos de privilegio en las próximas listas cerradas que se elaboren para el nuevo Congreso.
Es decir, los futuros aspirantes tienen que olvidarse de llegar al Congreso en listas cerradas. Se trata –obviamente– de un “orangután abusivo y antidemocrático” que atenta contra la renovación de la clase política.
Pero hay más “orangutanes”. Después de haber sido sepultada por la Constitución de 1991, la figura de los “congresistas ministros” revive en la reforma política del gobierno de Gustavo Petro. Esta nueva versión viene recargada, puesto que los congresistas no solo pueden dejar tirada su curul para ser ministros, sino que –si se llegan a aburrir como ministros o pelean con el presidente– pueden volver de nuevo a su curul porque la podrán mantener. Difícil encontrar una “república bananera” donde exista semejante figura.
Así las cosas, lo mejor que le puede pasar a este esperpento llamado reforma política es que se hunda. Nada bueno le espera al país si semejante “cueva de orangutanes” llega a ser aprobada.
Gustavo Petro y sus aliados del Pacto Histórico llegaron al poder con la firme promesa de cambiar las costumbres políticas del país. Es indudable que buena parte de la crisis nacional tiene que ver con la corrupción enquistada en nuestros partidos y movimientos políticos, así como en sus dirigentes. Por esa razón la reforma política de Petro era esperada con ansiedad tanto por el Congreso como por la opinión pública. Todos estábamos a la espera –como en el cuento de Cepeda Samudio– de la tan anunciada reforma política de Petro. Pero lo que el Gobierno y sus amigos congresistas presentaron es un texto nocivo para la democracia, puesto que revive figuras que habían sido sepultadas por su infinito grado de maldad. Es el caso de los “congresistas ministros” en buena hora sepultada por la Constitución de 1991.
Este “orangután” no solo atenta contra la separación de poderes, sino que termina “enmermelando” –con la expectativa de futuros ministerios– a los congresistas, quienes –felices y contentos– votarían todos los proyectos del Gobierno. Es comprar por anticipado a los congresistas. Punto. Que el senador Roy Barreras –padre de la creatura– diga cuál es su interés en que este artículo se apruebe.
Pero no contentos, tanto el Gobierno como sus amigos, con revivir la figura de los “congresistas ministros” –que se daba por hecho que sería retirada del articulado que será sometido al quinto debate– ahora ese mismo orangután viene acompañado de un “mico” casi de su mismo tamaño. ¿Cuál es el mico que acompaña al orangután? Pues que los congresistas no solo podrán dejar tirada su curul para ser ministros, sino que ahora podrán dejar de ser ministros para volver a su curul en el Congreso, como si nada hubiera pasado. ¡Qué tal la desfachatez y la desvergüenza! Es decir, los congresistas podrán disponer de una “puerta giratoria” para entrar y salir del Legislativo para el Ejecutivo y del Ejecutivo para el Legislativo, las veces que les dé la gana, sin untarse ni mancharse.
¿Y la separación de poderes, columna fundacional del sistema democrático? Bien, gracias. ¿En qué momento el Gobierno que ofreció el “cambio” terminó navegando en estas aguas turbias y espesas que solo sirven para fomentar la politiquería y la corrupción? ¿Qué llevó al gobierno del “cambio” a entregar sus banderas a quienes han hecho de la política el negocio más rentable del país?
Pese a la grave situación, confiamos en que aún existen congresistas honestos capaces de poner fin a esta intentona de echarle la última palada de tierra a nuestro sistema democrático. En ellos confiamos. El país debe saber los nombres de quienes fomentan estas prácticas perversas y de quienes las combaten.
Haría bien el presidente Petro en ocuparse del esperpento de la reforma política. ¡Ya está bueno de pelear con Bukele! Si bien es cierto que todas las reformas que puso a consideración del Congreso son muy importantes y trascendentales, ninguna atenta contra su proyecto político como la reforma política. Un presidente que ganó diciendo que acabaría con la corrupción y la politiquería no puede respaldar una ley que lo que hace es todo lo contrario: fomentar la corrupción y la politiquería. Ese no es el cambio por el que votaron sus electores. Punto.
La reforma política a la que solo le faltan cuatro debates es un monumento a las malas prácticas en el ejercicio de la política colombiana. Pretender perpetuarse en el poder valiéndose de las mismas herramientas que tanto cuestionaron no es otra cosa que comportarse como los politiqueros y corruptos que han criticado por décadas. Ese atajo podrá permitirle al Gobierno lograr la aprobación de unas cuantas leyes, pero lo ubicará de inmediato en la larga lista de gobiernos ineficientes y corruptos que llevaron al país al estado de postración en que se encuentra. ¿Es esa la apuesta del Gobierno? El presidente Petro tiene la respuesta.
Contrario a lo que dicen Roy Barreras y sus amigos en la Casa de Nariño, como el ministro Prada, las listas cerradas atentan contra el sistema democrático. Son perversas porque fomentan el “padrinazgo político”, alimentan las roscas y fortalecen el bolígrafo como única herramienta para escoger a quienes se postulen para ser elegidos en cargos de elección popular. Las listas cerradas terminan patrocinando congresistas mediocres, vagos y corruptos, cuyo único mérito es el de ser amigos de los directivos de los partidos.
La lista de congresistas mediocres, vagos y corruptos elegidos en listas cerradas es interminable. ¿Hacemos la lista? Pero hay más defectos: las listas cerradas atentan contra los nuevos liderazgos y cercenan procesos meritocráticos para escoger futuros aspirantes. Si ello es así, entonces ¿por qué Roy Barreras y sus amigos insisten en meter ese orangután una y otra vez en la reforma política? Porque –obviamente– son ellos quienes manejan el bolígrafo y pueden acomodar es puestos de privilegio –como ya lo hicieron– en las listas cerradas del Pacto Histórico. Es bueno saber por dónde es que baja el agua al molino.