La Ley del Montes | ¡A la calle…!

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POR OSCAR MONTES

@LEYDELMONTES

El presidente Gustavo Petro decidió, como en su época de alcalde de Bogotá, apostarle a la calle para sacar adelante sus iniciativas. Como alcalde lo hizo para defenderse del entonces procurador Alejandro Ordóñez, y como presidente lo hará para que las reformas que presentará al Congreso reciban el respaldo popular en las plazas públicas.

“Acompáñame este 14 de febrero. Que la salud sea para todo el pueblo colombiano, que la salud sea para Colombia. Desde la Plaza de Bolívar de Bogotá hablaré a Colombia reunida en todas las plazas públicas del país. Llegó el cambio y sus reformas”, escribió Petro en Twitter, que se ha convertido en la principal herramienta para sus anuncios.

Petro optó por combinar todas las formas de lucha para entenderse con sus colaboradores y con los colombianos: a través de un “bombardeo constante de trinos” expresa su malestar o su aprobación sobre alguna ley que pretenda presentar al Congreso o descalifica a un medio de comunicación cuando considera que incurrió en alguna imprecisión o lo contradice.

A través de Twitter, Petro también da instrucciones a sus subalternos, quienes de inmediato le responden. Su trino convocando a las plazas el próximo 14 de febrero fue respondido allí mismo por Cielo Rusinque, directora del Departamento Administrativo para la Prosperidad Social (DPS): “Ahí estaremos presidente Gustavo Petro, de las calles salimos luchando por el cambio y a las calles volveremos para acompañar a la ciudadanía que siempre estará por encima de los intereses económicos de algunos cuantos y de los intereses politiqueros de otros pocos”.

Sacar la gente a las calles es no solo una apuesta arriesgada del presidente Petro, sino también desigual. En efecto, ningún opositor o contradictor del Gobierno tiene el poder o el músculo financiero para contrarrestar la maquinaria del Ejecutivo para imponer sus propuestas. El solo DPS tiene un presupuesto para este año de $6,7 billones. La señora Rusinque tendrá a su cargo los programas “Hambre Cero” y “Jóvenes en Paz”, que dispondrán de miles de millones de pesos para su ejecución. ¿Cuánto de esos recursos destinará el Gobierno para sacar la gente a las calles?

Pero es también un riesgo para quienes, desde las calles, decidan oponerse a Petro. El jefe del Estado encarna la unidad nacional y su obligación es garantizar la integridad y la vida de todos los colombianos y no solo de quienes votaron por él para que fuera presidente y ahora respaldan sus reformas. En otras palabras, quienes representan  “los intereses económicos de algunos cuantos” también deben tener plenas garantías para salir a las calles a expresar su inconformismo.

¿Qué tan arriesgada es la apuesta de Petro de jugarse el futuro de sus iniciativas en las calles?

Presidente Petro, ¡usted hace parte del establecimiento!

La decisión de Petro de sacar la gente a la calle para que respalde susreformas, al tiempo que son discutidas y tramitadas en el Congreso de la República, podría crear un escenario de grave polarización nacional. Pero constituye, además, una enorme presión para quienes tienen sobre sus hombros la responsabilidad de negar o aprobar las reformas. ¿Qué pasaría –por ejemplo– si el Senado o la Cámara de Representantes hunden la reforma a la Salud? ¿Petro desconocerá esa decisión independiente y autónoma del Legislativo? ¿Qué pasará con sus seguidores cuando salgan a las calles enardecidos a exigir la aprobación a las malas de la Ley? ¿Quién podrá controlar a quienes decidan desconocer la voluntad soberana del Congreso, en ejercicio de un mandato constitucional? ¿Quién garantiza la integridad y la vida de aquellos congresistas que voten en contra la iniciativa? Petro ha ejercido por décadas el control de las calles. Pero lo hizo como opositor a todos los gobiernos, incluyendo al de Iván Duque, que debió soportar los embates violentos de la “primera línea”. Pero como presidente la obligación de Petro no es incitar la violencia de los protestantes, sino controlar su furia. Punto. Aunque se niegue a reconocerlo, hoy él hace parte del “Establecimiento”, puesto que está al frente de uno los poderes públicos. Hoy debe defender ese “Establecimiento” que toda la vida combatió.

Ministra Corcho, bájele al activismo y socialice la reforma

Al igual que sucede con la ministra de Minas, Irene Vélez, la ministra de Salud, Carolina Corcho, decidió llevar su activismo político a la cartera bajo su responsabilidad. En momentos en que el país requiere con urgencia conocer el texto completo de la reforma a la salud, la más trascendental de las últimas décadas, para entender sus alcances, Corcho optó por ignorar y descalificar a quienes se han atrevido a cuestionarla. De hecho, su ministerio  tomó la decisión de “vetar” entidades dedicadas a prestar servicios de salud porque se atrevieron a cuestionar la iniciativa. Su socialización de la reforma ha consistido en reuniones con amigos del proyecto de ley, incluyendo organizaciones sindicales, quienes –sin duda alguna– saldrán a las calles a respaldar una ley que solo ellos conocen. Ahora –siguiendo en su activismo, que pone en juego la vida de millones de colombianos– la ministra Corcho puso a circular en su cuenta de Twitter de manera retadora y desafiante un afiche con su rostro con un texto que dice: “14F Las EPS no curan, las EPS facturan”. Es decir, contrario a lo que se esperaba, no existe ningún ánimo conciliador o amistoso por parte de la ministra con quienes juegan un papel fundamental dentro del sistema nacional de salud. Siguiendo el ejemplo de su jefe Petro, también se jugará la suerte de su proyecto de ley en las calles.

Presidente Petro, el que mucho trina poco gobierna

Pero así como Petro agita las masas para sacarlas a las calles, también se mueve con mucha rapidez por las aguas turbulentas de las redes sociales, en especial Twitter, su preferida, donde tiene 6.5 millones de seguidores. Escribe tantos trinos al día que muchos empiezan a preguntarse: ¿a qué horas gobierna? Si responde a todos aquellos que critican su gobierno, ¿a qué horas se toma un respiro para ocuparse de los asuntos más delicados del Estado? En un delicado y sistemático ejercicio que busca deslegitimar los medios de comunicación del “Establecimiento”, como si él no hiciera parte de ese que cuestiona. A propósito de la reforma a la salud y de la publicación de una encuesta de Invamer que indagaba por el respaldo o rechazo al sistema de salud y a la prestación de los servidos de las EPS, que arrojó resultados favorables y positivos, la voz de protesta de Petro en Twiiter no demoró: “Podemos criticar que se haga una encuesta con la empresa cuyos propietarios son la familia del fundador de la EPS y la intermediación financiera privada en la salud y preguntarle a la prensa por qué no le dice eso a sus usuarios que tienen todo el derecho a saberlo”. Con este trino, en lugar de aclarar las dudas al ser el presidente, Petro las incrementa mucho más, pues su lenguaje sibilino solo crea más confusión. Y cuando la FLIP critico su febril actividad en Twitter contra los medios, repostó: “Soy tolerante con las críticas de los medios del establecimiento, pero tengo todo el derecho a defenderme”.

Es preferible una prensa desbordada a una prensa amordazada

Cuando Belisario Betancur pasaba su peor momento como presidente en 1985, por cuenta de la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y de la tragedia de Armero, uno de sus ministros le recomendó enviarles un mensaje a los directores de los medios de comunicación para que le bajaran un poco las críticas contra su gobierno. El gabinete ministerial consideraba que el “estado de nervios” nacional tenía mucho que ver con la hostilidad de algunos influyentes periodistas contra el presidente. La respuesta de Betancur fue contundente y sirvió para poner fin a la discusión: “Prefiero una prensa desbordada a una prensa amordazada”. Todos los presidentes quisieran tener medios comprensivos y amigables, que no fueran críticos de sus decisiones. Petro no es la excepción. Pero todos los gobernantes deben entender que la prensa debe buscar la verdad y confrontar al poder y a quienes lo ostentan. No es amenazando o intimidando los medios como se hacen buenos gobiernos. Tampoco se fortalece la democracia. Valerse de las redes sociales para confrontar cada minuto a quienes critican al Gobierno termina por ser un ejercicio inútil y desgastante para el gobernante. En las democracias la prensa es tan libre como responsable. Sus excesos reciben dos sanciones drásticas: las tipificadas en los códigos y la que proviene de quienes reciben la información, que si no es creíble ni veraz optarán por no volver a consultar a quienes ni son creíbles ni son veraces.

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