Chávez llega a La Habana tras confirmar a la cúpula militar

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El avión Airbus que llevó a Hugo Chávez a La Habana despegó del aeropuerto de Caracas a la 1.15 de la madrugada de ayer (6.45 en España). Pero el canal estatal venezolano no retransmitió las imágenes de su viaje hasta las siete de la mañana. Cuando los venezolanos se despertaron, ya se encontraron con la noticia de que el presidente había llegado a Cuba, para someterse a una cuarta cirugía contra el cáncer que le fue diagnosticado en junio de 2011. Hasta su regreso ha quedado a cargo de la presidencia Nicolás Maduro, vicepresidente y canciller, ungido por Chávez el sábado como su sucesor en caso de que muera. La cuarta operación a la que será sometido el presidente venezolano ha despertado una ola de solidaridad entre la clase dirigente latinoamericana. A los mensajes de apoyo de la argentina, Cristina Fernández, su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, el chileno Sebastián Piñera y el boliviano Evo Morales, se ha unido el viaje relámpago anunciado esta mañana por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, que acompañará a Chávez durante unas horas en La Habana.

“¡Viva la patria!”, fue lo único que se le escuchó decir al comandante-presidente a través de la cadena oficial VTV, justo antes de subir al avión. En la cabina de la nave estaba ya la mayor de sus tres hijas. En tierra se quedaron los ministros y los oficiales del alto mando militar que fueron a despedirle. El cáncer que sufre el presidente venezolano fue diagnosticado el 30 de junio del año pasado y desde entonces ha sido operado tres veces, dos de ellas para extirparle sendos tumores malignos en el abdomen, y ha recibido tratamientos con radio y quimioterapia. En todo este tiempo se ha negado a revelar qué tipo de cáncer padece y qué órganos de su cuerpo han sido afectados por la enfermedad.

El 27 de noviembre, Chávez volvió a La Habana y permaneció allí nueve días para recibir un terapia alternativa de “oxigenación hiperbárica” dirigida a paliar los efectos de la radiación. Los exámenes que le practicaron durante esa visita revelaron que aún había “células malignas” en el mismo lugar donde estuvieron alojados los tumores y, en consecuencia, los médicos recomendaron operarle lo más pronto posible.

Chávez, sin embargo, regresó a Caracas el 8 de diciembre para resolver tareas pendientes. El día 9 se dirigió al país en televisión nacional para informar sobre reincidencia de la enfermedad y para ungir al vicepresidente y canciller Nicolás Maduro como su sucesor en caso de que falleciera. “Si algo ocurriera, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo debe concluir el periodo, como manda la Constitución, sino que mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario, que obligaría a convocar elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente. Yo se los pido desde mi corazón”, dijo Chávez a sus seguidores el sábado por la noche y agregó: “Lo más importante que vine a hacer aquí, haciendo el esfuerzo del viaje para retornar mañana, ha sido esto, Nicolás”.

«Querido Hugo, acá estamos los argentinos de buena fe deseándote una pronta mejoría»

La recaída de Chávez ocurre un mes antes de que culmine su tercer periodo en la presidencia y de que comience el cuarto mandato, para el cual fue reelecto en las elecciones del 7 de octubre pasado. En la eventualidad de que muera y se produzca entonces la “falta absoluta” del presidente de la república, la Constitución venezolana establece dos mecanismos: si Chávez muere antes del 10 de enero, cuando culmina su tercer Gobierno, deberá asumir el mando el vicepresidente Maduro hasta que termine el periodo; y si Chávez fallece después del 10 de enero, cuando debería comenzar su cuarto Gobierno, la presidencia quedará en manos del presidente del Parlamento, Diosdado Cabello, hasta que se convoquen nuevas elecciones en un plazo de 30 días.

 

Poco antes de su partida a La Habana, este domingo, Chávez reunió a todo el alto mando militar en el Palacio de Miraflores para tomar juramento al nuevo ministro de la Defensa, el almirante Diego Molero Bellavia, a quien designó por teléfono el 29 de octubre pasado. Lo usual es que esta ceremonia se realice en medio de un gran acto público, en el patio de la Academia Militar, pero la enfermedad ha obligado a Chávez a optar por este acto privado, que fue parcialmente transmitido en diferido por la televisión oficial. “Me voy y el alto mando político, aunque no lo entrego, lo delego, y está en buenas manos. Ahí está Nicolás (Maduro, vicepresidente) y ahí está todo el cuadro político de mando de la República. Y el alto mando militar está en buenas manos, así que la República, la revolución está en buenas manos”, dijo Chávez durante la jura del ministro.

 

El mayor desvelo de Chávez es dejar su “revolución” bien atada. Por eso ha insistido, una y otra vez en sus discursos, que tanto el partido de Gobierno, el PSUV, como las Fuerzas Armadas Nacionales deben mantenerse y reconocer a Nicolás Maduro como el nuevo líder. No será una tarea fácil, pues en el oficialismo conviven desde el radicalismo civil de izquierdas hasta el militarismo de derecha, corrientes diversas que solo el liderazgo de Chávez ha mantenido unidas. De momento, el nuevo ministro de defensa le ha jurado a Chávez que “cuenta con una Fuerza Armada leal e incondicional a la revolución, con su pueblo, con lo que usted lidera”. De fondo, en mitad del acto, uno de los generales ha gritado “¡Viva Chávez!” para demostrarle que, si muere, no serán sus armas las que acabarán con la revolución.

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