No estoy convencido de que encargar a la Empresa de Acueducto de recoger las basuras de Bogotá sea una gran idea. Creo que es el regreso a un pasado que los bogotanos no quisiéramos repetir cuando la Edis, como se llamaba la empresa pública encargada de esa labor no era capaz de recoger un papel y convirtió a la ciudad en un gigantesco muladar gracias a sus pésimas administraciones y la voracidad insaciable de sus sindicatos.
Creo que el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro está asumiendo un inmenso riesgo que le puede costar no sólo el puesto, sino su carrera política si la ciudad vuelve a ser el basurero que era en tiempos de la Edis. Allá él.
Creo que el Alcalde tiene el poder y la autonomía necesarias para tomar ese tipo de decisiones. Para eso lo elegimos.
Así las cosas me parece abusivo e irrespetuoso que el Gobierno Nacional trate de violar la autonomía que le entregó la Constitución y la Ley a la Alcaldía del Distrito Capital de Bogotá.
No es sano que el Gobierno Nacional trate, con rebuscadas interpretaciones legales, interferir en la prestación de un servicio público esencial que hasta el 18 de diciembre prestarán 4 empresas privadas, entre ellas una que es propiedad del mayor patrocinador de la campaña presidencial de uno de los ministros estrella de gabinete de Juan Manuel Santos.
Tampoco se ve bien que quien encabece esa especie de matoneo gubernamental contra el alcalde Gustavo Petro sea a quien él derrotó en franca lid.