Negociadores del Gobierno van a Cuba concentrados en proceso ágil y firme con Farc

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BOGOTA, 17 de Noviembre ­_RAM_. El equipo negociador del Gobierno Nacional viajó hacia La Habana para iniciar la fase de negociación con las Farc concentrado en desarrollar un proceso de paz ágil y firme, basado en «acuerdos prácticos que sean posibles» y que den resultados.

Así lo expresó el jefe negociador de esta delegación, el exvicepresidente Humberto de la Calle, en la breve declaración que hizo en el aeropuerto bogotano militar de Catam antes de partir con los demás delegados en un avión de la Fuerza Aérea de Colombia hacia la capital cubana.

«Queremos un proceso que avance con la guerrilla mediante acuerdos prácticos que sean posibles, un acuerdo que le dé a los colombianos resultados y no frustraciones», expuso De la Calle.

El Gobierno  «tiene claro el norte a seguir» y según De la Calle también está en disposición de «avanzar» con rapidez, siempre en torno al proceso, «que es uno solo: el del acuerdo general firmado en agosto» por las partes.

De esta forma sacó del tapete eventuales agendas paralelas que las Farc pudieran presentar en la mesa, y reiteró que no están en discusión el modelo de desarrollo del país ni la postura política de la guerrilla, como tampoco se harán «concesiones de sociedad».

«Ahora iniciamos la segunda fase que debe terminar con un acuerdo definitivo sobre el conflicto. Entretanto no habrá concesiones de carácter militar, ni cese el fuego, ni zonas desmilitarizadas», agregó.

El equipo negociador que este domingo llega a Cuba está compuesto por De la Calle, además de por el alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo; el exjefe de las Fuerzas Militares Jorge Enrique Mora; el exalto comisionado de Paz Frank Pearl y el representante de los industriales, Luis Carlos Villegas.

El exdirector de la Policía colombiana Óscar Naranjo, quien también hace parte de los plenipotenciarios, viajará a la isla caribeña el próximo martes.

De la Calle explicó que esta segunda fase, que sigue a la de «conversaciones exploratorias» en la que las partes fijaron su hoja de ruta, está acordado que «las deliberaciones serán ininterrumpidas» y habrá representantes del Gobierno «permanentemente» en la isla.

«Empezamos este primer ciclo con una ronda de diálogos que tardará en principio diez días, al término de los cuales se fijará la fecha del siguiente ciclo. Este será un proceso rápido y eficaz», dijo.

El primer punto que tratarán los delegados del Gobierno y de la guerrilla es el de la política de desarrollo agrario integral; un complejo asunto íntimamente ligado al inicio del conflicto armado colombiano y que el Ejecutivo espera ventilar «en meses y no en años».

Seguirán el resto de asuntos de la agenda acordada en agosto pasado en un orden que no ha sido definido, pero que abarca la participación política, el fin del conflicto, la solución al problema de las drogas ilícitas y el tratamiento de las víctimas.

«Esperamos que muestren que ellos (los guerrilleros) piensan que es el momento de las fuerzas de las ideas, y no el de la fuerza de las balas, y menos el de la combinación de ambos», deseó antes de explicar que la vía del diálogo será la que permita una paz estable con las FARC «convertidas en un partido político legal».

Por último, De la Calle adelantó que la sociedad civil podrá elevar sus propuestas a la mesa a través de una página web y otros mecanismos que se conocerán «en el transcurso de los próximos días».

Precisamente, la configuración de estas herramientas y algunos incidentes técnicos obligó a retrasar cuatro días el inicio formal de los diálogos, que estaban previstos para el pasado jueves.

El tercer intento de paz con las Farc se cocinó durante los primeros seis meses del año y quedó instalado el pasado 18 de octubre en Oslo, para proseguir las negociaciones en La Habana, que será la sede permanente de este proceso.

 

Declaración del Jefe de la Delegación del Gobierno Nacional para las conversaciones de paz, Humberto de la Calle Lombana, desde el Aeropuerto Militar Catam

 

“Buenos días. Bajo el liderazgo del Presidente Santos salimos para La Habana, en desarrollo del proceso de diálogo con las Farc, sabiendo claramente lo que queremos, sin ambigüedades. El Gobierno tiene claro el norte a seguir.

El proceso es uno solo: el del Acuerdo General firmado en agosto, cuyo texto precisamente ha sido profusamente difundido en el día de hoy, para conocimiento de todos los colombianos. Es el fruto de varios meses de trabajo conjunto entre Gobierno y Farc, y hay en él una visión compartida del fin del conflicto.

Nuestra carta de navegación corresponde a los cinco puntos de la Agenda, que contemplan la política de desarrollo agrario integral, la participación política, el fin del conflicto, la solución al problema de las drogas ilícitas y el tratamiento de las víctimas.

El Gobierno tiene la voluntad de avanzar. Confiamos en que las Farc le digan a Colombia si están dispuestas también a llegar a acuerdos concretos y realistas para hacer política legal sin armas.

Esperamos, como también espera la mayoría de los colombianos, que muestren que ellos piensan que es el momento de la fuerza de las ideas y no de la fuerza de las balas, y menos de la combinación de ambas. Es el momento de definiciones, no de discursos.

El Gobierno quiere el fin del conflicto como un primer paso para avanzar en la construcción de una paz estable. Y en este escenario caben las Farc convertidas en partido político legal. Este es el proceso por el cual estamos trabajando.

En estos días previos, los voceros de la guerrilla han dado declaraciones y entrevistas. Reitero algo que ya hemos dicho: no negociaremos por los micrófonos, seremos leales al compromiso firmado de que los diálogos serán discretos, no buscaremos titulares de prensa sino resultados concretos. Esa discreción no es un capricho. La experiencia tanto nacional como internacional demuestra que sin ese elemento los diálogos se convierten en un simple ejercicio retórico.

No seré yo, ni este equipo que nos acompaña, los que vamos a alimentar discusiones estériles o protagonismos innecesarios. No obstante, somos conscientes de la necesidad de brindar información. Hemos convenido mecanismos conjuntos para la entrega periódica de avances sobre el proceso, y comunicaremos también oportunamente nuestros puntos de vista en forma responsable.

Los diálogos deben ser serios, dignos, realistas y eficaces. Así está plasmado en el Acuerdo firmado. Y además, unos diálogos con fases distintas. Ahora iniciamos la segunda fase, que debe terminar con un acuerdo definitivo sobre el conflicto.

Entre tanto, no habrá concesiones de carácter militar ni cese del fuego ni zonas desmilitarizadas. Esa es una decisión adoptada desde un comienzo por el propio Presidente de la República, y en torno a la cual el Gobierno está íntegramente identificado, sin fisuras. Sabemos de la angustia y del dolor que causa el conflicto, pero el cese de fuego en el pasado ha significado ventajas para la guerrilla que no se pueden repetir.

Además, expresamos solidaridad con las víctimas. Sabemos, sin embargo, que el mejor modo de proteger este proceso es un proceso rápido de conversaciones. Antes que prolongar el conflicto, lo que queremos es terminarlo rápidamente.

Luego vendrá la última fase, que busca construir las bases de una paz estable y duradera. En esta tercera fase, el cumplimiento de los acuerdos debe ser simultáneo. No es que la guerrilla armada se siente a esperar si el Estado cumple. Eso no corresponde a lo acordado.

El Gobierno y la guerrilla han dicho por separado algo en lo que coincidimos: a La Habana no llegamos a negociar concesiones de sociedad. No vamos a negociar el modelo de desarrollo de Colombia ni las políticas del Gobierno. Tampoco le estamos pidiendo a las Farc que abandonen sus ideas o que las negocien.

Durante las semanas anteriores, los equipos técnicos trabajaron en las herramientas para facilitar la participación ciudadana. La sociedad en su conjunto podrá participar con propuestas concretas que nutran la discusión de los cinco puntos de la agenda, a través de una página web y de otros mecanismos que se darán a conocer en el transcurso de los próximos días.

Vamos a volcar los recursos del Estado para que cualquier colombiano, así habite en regiones apartadas, tenga la oportunidad de hacer conocer a las mesas de diálogo sus iniciativas. Será una comunicación moderna, creativa y eficaz. La mesa evaluará con seriedad las distintas iniciativas.

Tal como está acordado, las deliberaciones serán ininterrumpidas. Mantendremos permanentemente representantes nuestros en La Habana, sin perjuicio de trabajar más intensamente en ciclos entre las partes.

Empezamos este primer ciclo como una ronda de diálogos que tardará en principio diez días, al término de la cual se fijará la fecha del siguiente ciclo.

En todo caso, el señor Presidente ha dicho, y así quedó además establecido en el Acuerdo, que este será un proceso rápido y eficaz. El Presidente ha dicho: un proceso de meses, no de años.

Colombia es hoy una nación en crecimiento, confiada en su presente y en su futuro. Somos unos de los países con mayor empuje y crecimiento de la región. El Gobierno construye la paz todos los días con sus políticas sociales, con el diálogo y la participación democrática, con la atención de las víctimas de la violencia, con la creación de nuevos empleos, con la atención a los más pobres.

El Gobierno alienta una agenda de transformación, y continuará con ella sin descanso. El Gobierno, como lo ha dicho el Presidente Santos, sigue adelante con sus políticas, que están creando un país más justo y más moderno.

Es decisión de las Farc definir si quieren contribuir a esa transformación, sin necesidad de renunciar a sus ideas, defendiéndolas sin armas, en los espacios y con las garantías que estamos dispuestos a asegurar.

Queremos un proceso que avance con la guerrilla mediante acuerdos prácticos y que sean posibles. Un acuerdo que les dé a los colombianos resultados y no frustraciones. Uno donde quepan todas las ideas políticas tramitadas dentro de la democracia y no mediante la violencia. Confiamos en que las Farc participen de este propósito.

Con este enfoque iniciamos los diálogos de La Habana, sin crear falsas expectativas. Somos conscientes de la dificultad del desafío, pero creemos firmemente que hay una oportunidad real para superar un conflicto de 50 años, para dejar a los jóvenes una sociedad distinta, para eliminar el odio, para buscar la reconciliación y el perdón entre los colombianos. Muchas gracias”.

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