Carlos Lozano, director del semanario Voz, y uno de los voceros de Colombianos y colombianas por la Paz, anunció esta semana que las Farc estaban “estudiando” la posibilidad de decretar un cese unilateral del fuego en la temporada decembrina, como prueba de su voluntad de paz y como demostración del compromiso que asiste a ese grupo guerrillero con la salida negociada al conflicto armado interno que vive el país desde hace 50 años.
Como era de esperarse el anuncio generó múltiples reacciones, como las del propio presidente Juan Manuel Santos y su ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quienes no solo se mostraron escépticos con la materialización del ofrecimiento, sino que manifestaron que las Fuerzas Militares no darán tregua en su lucha contra el grupo insurgente.
Y es que las Farc siguen creyendo, de forma cínica y equivocada, que un cese del fuego de su parte tiene que ser recibido como un acto generoso y no como una manifestación concreta y real de su voluntad de paz.
Los voceros de las Farc creen que decretar unilateralmente un cese de hostilidades contra la población civil -que es su blanco predilecto- debe ser recibido con alborozo por parte de quienes han padecido por décadas su actuación terrorista.
Pero, además, esperan que esa decisión -si es que la toman después de mucho “pensarlo”- debe ser correspondida por las Fuerzas Militares, que deberían, según los voceros de las Farc, ir en contra de la Constitución y la Ley, que las obliga a garantizar la seguridad de todos los ciudadanos en el territorio nacional, lo que implica, claro está, combatir a las Farc, mientras ellas no se desmovilicen y hagan dejación de sus armas.
Esa es la obligación de las Fuerzas Militares y de la Policía. Su desconocimiento o flagrante violación llevaría a sus miembros a incursionar en los terrenos del Código Penal y exponerse a ser objeto de duras sanciones por parte de sus superiores. El cese del fuego no es, entonces, un ‘regalo navideño’ de las Farc, como pretenden hacernos creer, sino la expresión de que sí tienen real voluntad de paz.
¿Qué hay detrás de la oferta del cese del fuego?
Contrario a lo que muchos animadores del proceso de paz creen, la decisión de las Farc de declarar un cese unilateral del fuego -anuncio que seguramente se dará a conocer durante los diálogos de La Habana- obedece más a razones de estrategia militar que a un gesto humanitario para con la población civil.
En efecto, la aspiración de los jefes guerrilleros es que el cese del fuego de su parte esté acompañado de una decisión similar de las Fuerzas Militares, lo que significaría, en términos estratégicos, lograr neutralizar sobre el terreno a quien ha venido propinándoles duros golpes a las estructuras guerrilleras en todo el país.
De esta manera las Farc lograrían en la mesa lo que no han obtenido en el desarrollo de la confrontación armada. Hacen bien el presidente Santos y sus negociadores en no caer en la trampa de embarcarse en una discusión desgastante que no tiene asidero legal ni estratégico.
¿Una política agraria integral sin las tierras de las Farc?
Aunque las Farc se niegan a admitirlo -como tampoco reconocen los secuestros, el narcotráfico y las extorsiones-, es evidente que en poder de esa organización guerrillera existen miles de hectáreas, como también lo han denunciado decenas de familias, muchas de las cuales no pudieron ingresar a La Habana a donde querían llegar para notificar a los negociadores su dramática situación.
El despojo de la tierra en Colombia se ha dado tanto por parte de los grupos paramilitares como de los grupos guerrilleros. De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, las Farc son responsables del 38% del despojo de tierras en Colombia y ese porcentaje corresponde a unas 650 mil hectáreas. De manera que ese tema también debe ser abordado en la mesa de diálogo de La Habana, pues no tiene ninguna justificación realizar en el país una “política de desarrollo agrario integral”, como fue bautizada pomposamente por las partes, desconociendo esa realidad.
Por ello es necesario que se escuchen en La Habana las voces de las víctimas de las Farc a las que ese grupo despojó de sus propiedades. Resulta insólito que quienes han padecido los embates del grupo guerrillero no sean escuchados en una mesa donde uno de los temas centrales que se va a tratar es precisamente el del uso de la tierra arrebatada por la organización guerrillera. La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, firmada por Santos en 2010, aspira a reparar a 4 millones de víctimas.
¿Qué va a pasar con el Fuero Militar?
Los diálogos de La Habana se inician mañana sin que el país haya podido definir la suerte del Fuero Militar, que es, sin duda, otro tema de obligatorio análisis, pues de lo que suceda con el mismo dependerá el futuro de los integrantes de las Fuerzas Militares. Ocurre, sin embargo, que la suerte del Fuero Militar sigue incierta en el Congreso de la República, donde aún tiene pendientes varios debates, pues, al parecer, el compromiso por parte del alto gobierno no es tanto como lo esperan los militares.
De hecho, el senador Armando Benedetti ha expresado su preocupación con el delicado asunto, pues siente que la indecisión, o incluso la falta de compromiso por parte del Ejecutivo con el Fuero Militar, podría poner al Congreso como ‘jamón del sánduche’ y lo llevaría a comprar una pelea que le podría significar un desgaste -otro más- ante la opinión pública.
Aunque es evidente que hay muchas organizaciones defensoras de Derechos Humanos que critican duramente los alcances del Fuero Militar, especialmente lo relacionado con competencias y sanciones, también es claro que hay que oír a quienes sostienen que tampoco se puede “maniatar legalmente” a los miembros de las Fuerzas Militares, que son los que llevan sobre sus hombros el peso del conflicto.
No se trata, pues, de diseñar un marco de impunidad para las Fuerzas Militares, sino de ofrecerles a sus miembros mínimas garantías para librar la guerra.
Cuidado con los perversos mensajes que pueden salir de la mesa de diálogo
El panorama con que comienzan los diálogos de La Habana es incierto y es evidente que a diferencia de experiencias anteriores, incluyendo al mismísimo Caguán, en esta oportunidad el optimismo de los colombianos es moderado.
Inclusive, encuestas recientes indican que cerca del 80 por ciento de las personas cree que los diálogos no serán exitosos. A ello contribuyen actos de las Farc, como los ataques a poblaciones, así como sus anuncios, entre ellos el de la ‘tregua navideña’ como una muestra de ‘generosidad’ y una especie de ‘regalo’ a los colombianos.
El presidente Santos declaró en Madrid que el Gobierno tiene perfectamente claro hasta dónde puede ceder en algunos temas. Es de esperar que los llamados inamovibles no sean sujetos ni siquiera de discusión, pues ello enviaría el perverso mensaje de que de la mesa de negociación todo puede salir, incluyendo nuevos modelos económicos o inclusive asuntos que comprometen nuestra propia soberanía.
En eso el Gobierno y sus negociadores no pueden equivocarse. Al respecto no puede quedar ninguna duda y es por ello necesario que mañana, una vez se sienten en la mesa con las Farc, ese mensaje sea transmitido sin titubeos.
Por Óscar Montes