Citan a imputación de cargos a periodista Alberto Salcedo

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A través de su cuenta de Twitter, el periodista informó que la Fiscalía lo citó para audiencia de imputación de cargos y señaló que no aceptará cargos. En septiembre de 2020, dos mujeres denunciaron al cronista por delitos sexuales.

Salcedo niega las versiones de sus denunciantes y asegura que se trató de hechos consensuados.
Salcedo niega las versiones de sus denunciantes y asegura que se trató de hechos consensuados.

El periodista Alberto Salcedo Ramos informó a través de su cuenta de Twitter que la Fiscalía General le imputará cargos mañana 24 de febrero. En septiembre de 2020, Alejandra Omaña y Angie Castellanos, denunciaron ante el ente investigador que Salcedo se habría aprovechado de su figura como referente del periodismo para abusar de ellas. Sin embargo, él insiste en que sus encuentros con las denunciantes fueron hechos consensuados.

Omaña, conocida como Amaranta Hank, es escritora, periodista y trabajó por un tiempo en la industria porno. Ella le contó a la Fiscalía que en 2013, ella tenía 21 años y trabajaba para la editorial Alfaguara. Antes, escribía para la revista Soho y allí había tenido algunas conversaciones con Salcedo en las que él le dio la bienvenida a la revista y leía uno que otro trabajo. En la reconocida editorial Omaña tenía la misión de acompañar y asistir a los autores a presentaciones de libros, lanzamientos y firmas. En esa tarea, un día le asignaron asistir a Salcedo.

“Yo vivía por la 58 y él en Chapinero Alto y se suponía que como era la que vivía más cerca tenía que recogerlo para ir a los eventos en el norte. Él ya me había hablado cuando yo estaba en Soho. Yo vengo de la Universidad de Pamplona, donde me ponían a leer y analizar sus crónicas, entonces pasé de admirarlo desde la distancia a trabajar con él, estaba extasiada, era una maravilla, yo tenía una admiración súper grande por Alberto, el maestro Alberto. Él me decía ‘vas a ser una gran escritora, vas muy bien’ y yo me sentía muy orgullosa. Ya trabajando en Alfaguara, un día, me invitó a tomar una cerveza”, le contó Alejandra Omaña a El Espectador.

Fue luego de este encuentro que Salcedo, dice Omaña, “Me pegó contra la pared, me cogió las muñecas con fuerza y empezó a besarme y a tratar de meterme la lengua. Duró unos segundos hasta que pasó un taxi y me soltó para ponerle la mano al taxista, no me dijo nada y entramos al carro. En ese momento no supe qué hacer, cómo reaccionar, lo único que hice fue decirle al taxista que lo llevara a él y luego me dejara en la 58. Él actuaba como si nada hubiera pasado y mientras íbamos en camino me decía ‘¿cómo te vas a ir?; mira que es temprano, vamos a mi casa y te muestro libros; aprovecha que yo no le abro las puertas de mi casa a cualquier persona; tengo libros que te puedo regalar’. Yo no pronunciaba ni una palabra”.

Agregó que cuando llegaron a la casa de él, no le preguntó nada, simplemente pagó la carrera y se bajaron del taxi. Ella seguía en silencio. “Debí insultarlo, pero en mi mente no estaba decirle eso, yo creí que no estaba bien porque sabía que si él se quejaba me iban a sacar de mi trabajo. Entonces entramos a su casa y otra vez me cogió las muñecas con fuerza y empezó a restregármelas en su pantalón. Me llevó cogida de las muñecas a su cuarto, se acostó en la cama y me sentó encima de él para que sintiera su erección. Yo solo pensaba en qué hacía para salirme de eso, lo único que se me ocurrió fue decirle que yo sí quería, pero cuando no estuviera borracha, que yo volvía mañana. Insistí tanto que me soltó y me dejó ir”.

En el caso de la otra denunciante, Angie Castellanos, ella afirma vivir situaciones similares a Omaña. Era una joven de 21 años que veía a Salcedo como un posible mentor en las letras. En 2011, cuando Castellanos tenía 21 años, agregó a Salcedo a Facebook, luego de que lo hubieran llevado a su universidad. Después de ser amigos en la red social, sorpresivamente, él le envió varios “toques”, luego una carita feliz y acto seguido le empezó a hablar. “Eres muy especial, me gusta mucho hablar contigo, me gustas”, le decía Salcedo. Ella estaba extrañada, tanto, que llegó a pensar que se trataba de un perfil falso. Incluso, le cuestionó sobre por qué le decía que le gustaba si ni siquiera la conocía. Pero era un buen contacto que quería conservar pues él podría convertirse en su mentor, podría referenciarla, podría ayudarle a destacarse en el oficio periodístico.Las conversaciones continuaron y, en julio de ese año, él la invitó a tomar café, ella aceptó. Sin embargo, cuando llegó al punto de encuentro los planes cambiaron. Afirmó que Salcedo le dijo que el lugar al que quería llevarla estaba cerrado y le propuso ir a su apartamento. “Lo dude, pero no creí que me pudiera hacer algo malo, entonces caminamos hasta el edificio. Pero, tan pronto entramos al ascensor, me empujó contra la puerta y empezó a besarme, él es mucho más grande que yo. A los pocos segundos cuando el ascensor se abrió, él salió como si nada. Estaba petrificada y él me dijo con naturalidad: ‘tranquila, entra’”.

Angie dice que, al verla alterada, el cronista intentó suavizar la situación y la invitó a ver un partido de fútbol. Entraron a su cuarto, él se acostó en la cama tranquilamente y ella se sentó en la parte inferior, en el costado opuesto. “Me dijo que me acostara en su pecho para ver el partido, fue tanta la insistencia que terminé cediendo, pero él empezó a acariciarme el brazo, luego metió su mano bajo mi ropa y empezó a tocarme el abdomen. Me sentí demasiado incómoda, me paré y él también se paró, me cogió con fuerza contra el closet, apretó todo su cuerpo contra mí y empezó a besarme, Traté de voltear la cara y le dije que por favor no hiciera eso, que me estaba lastimando. Él me soltó y me dijo ‘no problem, no problem’”

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