El pasado viernes en la noche una pareja que transitaba por los alrededores de la avenida Murillo con la carrera 44 de Barranquilla, encontraron en la calle a un bebé abandonado con unas pocas horas de nacido. El pequeño apenas tenía alientos para llorar. Su cuerpo mostraba las secuelas del desamparo y de la inclemencia de permanecer a la intemperie. El llanto incesante del pequeño llamó la atención de la pareja que conmovida al verlo a punto de agonizar llamó de inmediato a la Policía para que procediera a rescatarlo. Al tener al bebé muy cerca, la pareja descubrió una nota escrita a mano en un trozo de papel que decía: “Ayúdame a darle una mejor calidad de vida, ya que yo no puedo. No tengo recursos. Cuídalo mucho. Ámalo”. La nota tenía, además, la fecha de nacimiento del pequeño: 04-06-2020.
Luego de su rescate, el recién nacido fue trasladado a la clínica San Diego para que recibiera los primeros auxilios, así como la atención médica que permitiera no solo salvarle la vida, sino evitarle secuelas que le pueda dejar la precaria situación en la que lo encontraron. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) asumió la custodia del pequeño con el propósito de definir su situación, en lo que tiene que ver con su futura custodia.
En medio de tanta desoladora información relacionada con el coronavirus y su propagación en la ciudad, el hecho de que la vida de un menor abandonado se haya salvado no solo es una excelente noticia, sino que es también un llamado a la reflexión para saber qué estamos haciendo bien y en qué nos estamos equivocando -todos- a la hora de hacerle frente a este poderoso enemigo.
La batalla contra el coronavirus la ganamos todos o la perdemos todos. Las cuentas de cobro y los mezquinos cálculos políticos no contribuyen a la derrota del coronavirus, así algunos politiqueros de ocasión piensen que el fracaso de los gobernantes de hoy, será la llave que les abrirá a ellos las puertas del éxito en un futuro. Nada más equivocado que ese cálculo político.
Veamos, pues, algunas lecciones que nos ha dejado esta pandemia que tiene en vilo a muchos países y gobierno del mundo, así como ciudades y departamentos del país:
“Ayúdame a darle una mejor calidad de vida ya que yo no puedo. No tengo recursos. Cuídalo mucho. Ámalo”.
Este clamor, escrito en un trozo de papel por la madre que abandonó al pequeño en una calle de Barranquilla, podría ser también la súplica de miles de madres del país que tienen que responder por la vida y la suerte de sus hijos, muchos de ellos desamparados por padres o escrupulosos y desalmados.
Esa súplica es también un llamado para que seamos mucho más solidarios en esta pandemia que nos azota. Por triste y precaria que sea nuestra situación, siempre habrá alguien más necesitado que nosotros. Ser solidarios es ser compasivos con quienes hoy necesitan de nuestra asistencia.
En Colombia cada año son abandonados por sus padres miles de menores, quienes deben padecer una situación calamitosa que no escogieron y para la que no estaban preparados. Que esta batalla que libramos contra el coronavirus, sea también la mejor oportunidad para ser mucho más generosos y menos mezquinos con nuestros semejantes.
El bebé abandonado en una calle de Barranquilla, por una madre que súplica al final de su mensaje “Ámalo”, al verse obligada a tener que dejarlo, es también el ejemplo vivo de la indolencia de una sociedad que se muestra cínica ante la tragedia que viven los más débiles y vulnerables.
El papa Francisco hace un llamado a estar siempre del lado de los desposeídos y en esta pandemia ese número crecerá, sin duda alguna. Pero siempre tendremos algo que darles a quienes no tienen nada. No juzguemos a quienes toman decisiones para nosotros equivocadas.
La indolencia ante el dolor de nuestros semejantes y la dureza de nuestras sentencias contra ellos expresan nuestra falta absoluta de compasión y también de cinismo, porque no somos infalibles. El acto del abandono del menor está acompañado de un dolor desgarrador por parte de quien tomó tan angustiosa y muy triste decisión.
Que el coronavirus no nos vuelva indolentes y cínicos, debería ser una de las muchas lecciones que nos quede cuando todo acabe.
Señores gobernantes, no tener la menor idea de lo que era el coronavirus, así como de sus fatales consecuencias no es un pecado.
De hecho, hasta hace algunos meses nadie sabía nada del coronavirus. Pero ahora por cuenta de su letalidad todos estamos aprendiendo. Ya por lo menos los gobernantes saben que es mucho más que una “simple gripa”. Pero al desconocimiento del virus no le pueden agregar algunos gobernantes la prepotencia y la soberbia de quienes creen saberlo todo, en especial en materia sanitaria. Para eso están los especialistas que son los llamados a dar las recomendaciones y hacer las advertencias.
Las buenas intenciones de algunos gobernantes y también la premura de varios de ellos, los lleva a actuar con apresuramiento lo que atenta contra la efectividad de las medidas. Pero esa sobradez también aplica para aquellos “simples mortales”, que se creen inmunes y piensan que a ellos el coronavirus no los tocará. Esa petulancia resulta muy costosa en estos casos, pues pone en riesgo tanto la vida de los “más machitos”, que se comportan de forma irresponsable, como la de sus seres queridos.
La proliferación de “fake news” en las redes sociales se ha convertido en el peor enemigo en la lucha contra el coronavirus, no solo en el mundo, sino en Colombia. Las noticias falsas pululan en las redes sociales y muchas veces atentan contra las iniciativas gubernamentales. En Barranquilla, por ejemplo, las brigadas de salud enviadas por la Alcaldía Distrital a los barrios donde han sido detectados los mayores focos de contagio han tenido que convencer a sus habitantes de las bondades que tiene el hecho de hacerles las pruebas para saber si hay o no personas contagiadas en el sector.
Contrario a lo que piensan muchos, el detectar una persona contagiada a tiempo -más que un problema- es una solución, porque evita que pueda llegar en unas semanas a una clínica a ocupar una Unidad de Cuidado Intensivo (UCI), que es de lo que se trata, porque no hay muchas Ucis disponibles. Ocurre que en la ciudad se incrementó en las últimas semanas el número de pruebas y ello dio como resultado un crecimiento considerable en el número de casos positivos, pues la razón natural indica que a más pruebas practicadas más casos detectados. Pero ese no es el problema, desde el punto de vista sanitario: el verdadero problema es que esos casos detectados lleguen en algún momento a las Ucis, porque podrían colapsar la red hospitalaria distrital. Por eso es tan importante detectar los contagiados a tiempo en los barrios.
Las únicas “vacunas” efectivas contra el coronavirus son las medidas sanitarias. No hay otras. El distanciamiento social, el uso del tapabocas y el lavado constante de las manos con jabón evitan el contagio.
Mientras no cumplamos con estas recomendaciones estamos incrementando el riesgo. Punto. Países y ciudades que han levantado cuarentenas y no han cumplido con estos protocolos sanitarios se han visto obligados a tener que recurrir de nuevo al confinamiento. El rebrote del virus es más letal que su primera aparición.
La reapertura económica -fundamental en estos tiempos para salvar la economía- debe hacerse bajo el estricto cumplimiento de protocolos de sanidad que minimicen al máximo la posibilidad de contagios. La indisciplina social contribuye al incremento de los contagios.
En la Región Caribe, dos de los departamentos con mejores resultados en la lucha contra el coronavirus -Sucre y Córdoba- han sido exigentes en el cumplimiento de las medidas de orden público, como el toque de queda en el caso de Córdoba, pero también en las que tienen que ver con el control sanitario, como ocurre en Sucre, donde ha funcionado muy bien la vigilancia de quienes ingresen por carretera al Departamento. Los mandatarios Héctor Olimpo Espinosa (Sucre) y Orlando Benítez (Córdoba) han sido muy rigurosos y los buenos resultados obtenidos hasta el momento indican que van en la dirección correcta.