Por Óscar Montes
Quienes tenían alguna duda acerca de si Barranquilla debe ser la Casa de la Selección tienen que sentirse frustrados con la contundente demostración de amor por el equipo que dio la ciudad, y de compromiso con los jugadores que tienen la misión de llevar al país a un nuevo Mundial de Fútbol. En los partidos contra Uruguay y Paraguay, la afición barranquillera despejó la incertidumbre que había sobre ese asunto, lo mismo que la Administración Distrital, encabezada por la alcaldesa Elsa Noguera y todo sus funcionarios, quienes se pusieron la camiseta y le entregaron un parte de tranquilidad y satisfacción a los directivos de la Federación y la Dimayor. De manera que si es por los hinchas y la Administración Distrital, la Selección se debe quedar en Barranquilla, donde los jugadores y el cuerpo técnico se sienten arropados, protegidos y consentidos, en el buen sentido de la palabra.
Sacar a la Selección de su ‘hábitat natural’ sería un error estratégico que podríamos pagar muy caro, sobre todo ahora que parece que, por fin, el equipo encontró la senda ganadora que había perdido y que nos hizo dudar de volver a un Mundial, después de haber participado de tres de ellos de manera consecutiva. Esas tres clasificaciones se lograron en Barranquilla, y fue aquí donde los jugadores se sintieron como en su casa, tal y como no se cansan de decir las estrellas de esos equipos, como Carlos El Pibe Valderrama y Faustino Asprilla, entre otros. Esta es, pues, la Casa de la Selección.
El respaldo de Barranquilla a la Selección es incondicional
Las tres veces que Colombia asistió a los mundiales de fútbol de forma consecutiva (Italia 90, USA 94 y Francia 98) fue jugando de local en Barranquilla. Y ello no puede ser considerado una simple anécdota o un dato estadístico menor. Todo lo contrario: evidencia una constante, y muestra el grado de compromiso de la afición con el equipo nacional. Por algo cuando se habla de los hinchas de los equipos de fútbol se refieren al “jugador número doce”, es decir es el plus que permite en ciertas circunstancias inclinar la balanza a favor de uno de los equipos, sin que ello signifique, obviamente, que sean los aficionados los que ganen los partidos, como también se ha llegado a creer. La Selección Colombia fue a Italia, a Estados Unidos y a Francia porque tenía buenos jugadores, buen cuerpo técnico y contaba con el aliento y el respaldo de los aficionados que nunca dejaron de alentar a los seleccionados. En alguna oportunidad, César Luis Menotti, técnico de Argentina en 1978, afirmó que los primeros que creyeron que podían ser campeones mundiales no fueron los jugadores, sino la afición. “El aliento bajó de la tribuna”. Y eso cuenta.
La Región Caribe tiene una alta participación en la Selección
No es un detalle menor el hecho de que buena parte de los jugadores de la Selección tienen origen costeño, como es el caso de Falcao García, Teófilo Gutiérrez, Carlos Bacca, Macnelly Torres y Aldo Leao Ramírez, todos acostumbrados a las altas temperaturas y a la humedad de Barranquilla. No se trata de un asunto de simple regionalismo, sino de una lectura realista de la práctica de un deporte tan exigente como el fútbol, donde factores externos, como la altura y la temperatura, son determinantes. Por algo Bolivia no se deja sacar de La Paz.
La reventa de boletas, uno de los problemas a resolver
Aunque es un tema que depende de una empresa particular, la reventa de boletas es el lunar que debe ser corregido para los próximos partidos de la Selección Colombia en Barranquilla. El problema radica en que los encargados de vender las boletas ofrecen enormes cantidades de tiquetes a intermediarios, quienes las acaparan y luego se dedican a revenderlas a precios astronómicos. Ello sucede tanto en Barranquilla como en Bogotá, de donde proviene una gran cantidad de aficionados. El viernes, por ejemplo, vendieron boletas de 80 mil pesos a 150 mil y de 160 mil a 350 mil pesos. Ese es un problema que hay que combatir.
La llegada de Pékerman sirvió para cambiar el rumbo
La designación de José Pékerman a la dirección técnica de la Selección Colombia fue fundamental para enrutar al equipo por la senda que nos lleve a Brasil 2014. Y en ello tuvo mucho que ver la decisión que tomó el presidente Juan Manuel Santos de apostar por un técnico extranjero, luego de la salida de Hernán Darío Gómez y posteriormente de Leonel Álvarez de la dirección técnica. En su momento Santos afirmó que el respaldo económico del Gobierno estaría supeditado a la designación de un técnico foráneo. Pékerman acabó con las ‘internas’, que no son otra cosa que los grupos que se van formando en los equipos y terminan creando roscas, que son las que deciden su suerte. De la mano de Pékerman se ve un equipo comprometido por lograr un solo objetivo: ir de nuevo a un Mundial. En la Selección de hoy ni las estrellas se creen estrellas. Solo hay que ver la humildad con la que Falcao trata a sus compañeros y recibe a la prensa. Pero, sin duda, el gran aporte de Pékerman a la Selección es que convenció a los jugadores de que tienen las capacidades para volver a un Mundial y que hacer realidad ese sueño depende de ellos.
@Leydelmontes