La lucha de Medellín contra el estigma de Pablo Escobar

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El legado de corrupción, narcotráfico e impunidad que dejó Pablo Escobar Gaviria, denominado el ‘capo de capos’ y jefe del cartel de Medellín, encierra historias de lágrimas y dolor que 25 años después de su muerte siguen más vigentes que nunca. 

Es que olvidar los atentados terroristas con carros bombas, asesinatos a periodistas, policías, militares, gobernantes y civiles, que fueron parte de la sangrienta historia de Escobar Gaviria, no ha sido nada fácil. Aún familias inocentes lloran a sus muertos y desaparecidos en medio de esta macabra y sangrienta historia.

El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez Zuluaga, ha insistido en la necesidad de olvidar la historia de Escobar Gaviria que tanto daño le hizo a la ciudad, razón por la que busca acabar con el turismo que llega a la ciudad a hacer apología al delito con los denominados ‘narcotours’. 

A esto su suma el plan para demoler el edificio Mónaco, ubicado en el exclusivo barrio El Poblado, donde el narcotraficante vivió con su familia y donde explotó un carro bomba en 1998, que dio inicio a la guerra de los carteles de la droga de Medellín y Cali. 

El escritor y periodista del portal Verdad Abierta, Juan Diego Restrepo, dijo que borrar la historia es imposible y menos el legado de Pablo Escobar Gaviria, que tanto daño le hizo a la ciudad y el país.

Hoy, la historia se divide en dos: quienes lo recuerdan y admiran por ser considerado como la personas que confrontó al Estado y quienes rechazan con vehemencia su historia de sangre y dolor.

Roberto Escobar, hermano de Pablo Escobar, expresó su desacuerdo con la demolición de los siete pisos del edificio Mónaco. ‘El Osito’, como es conocido Roberto, criticó que se vaya a ir al piso un edificio que podría albergar a adultos mayores, enfermos o población vulnerable. Estima que la casa podría costar al menos 50 mil millones de pesos.

Entre tanto, 25 años después las crueles cifras que no dejan olvidar la historia de Pablo Escobar Gaviria, se estima que fue el causante de 5.500 muertes entre 1989 y 1993. Asimismo, pagaba 2,5 millones de pesos por cada policía asesinado. De hecho, unos 427 uniformados murieron y más de 1.800 quedaron heridos; ordenó 22 homicidio y su bomba en el vuelo de Avianca cobró la vida de 111 personas, entre otros.

En su cuenta de Instagram, Sebastián Marroquín, hijo del fallecido narcotraficante publicó un sentido video en el que, con una secuencia fotográfica de su padre, expresó: “si el mundo se niega a olvidarlo, es primero a sus víctimas a quienes debemos recordar”. 

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