Reuters. Alimentándose con comidas rápidas en una pequeña habitación, y con una máquina para correr que le permite quemar sus energías y una lámpara de vitamina D para suplir la falta de luz solar, Julian Assange tiene una cosa que valora más que nada: una computadora con conexión a internet.
El fundador de WikiLeaks está refugiado hace nueve semanas en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, donde lo buscan para interrogarlo por una presunta violación. Temiendo ir a la cárcel, ahora se encuentra viviendo como un prisionero.
No obstante, su amigo y partidario británico Vaughan Smith afirmó que el australiano se encontraba de buen ánimo y disfrutando la libertad virtual de su computadora.
«Parece estar aguantando bien. La clave para entender a Assange es que si él tiene una computadora, por lo general está feliz«, indicó Smith después de visitar la embajada, ubicada en un piso de un edificio de apartamentos de ladrillos rojos en el barrio de Knightsbridge.
«Lo que más le preocupa es la posibilidad de no poder trabajar correctamente, y ese es el motivo por el cual las celdas de una prisión parecen entusiasmarlo menos que las embajadas«, agregó.
Smith indicó que Assange estaba durmiendo y trabajando en una única habitación pequeña que se asemeja a una oficina, que alguien transformó rápidamente en una vivienda. Al principio tenía una colchoneta inflable, que ahora fue reemplazada por una cama.
«Es una habitación pequeña. Tiene una ventana, pero no la describiría como aireada. No vi una cocina, aunque entiendo que tiene acceso a un microondas. Tiene acceso a una ducha. Un simpatizante le dio una máquina para correr», informó Smith.
«Es bastante estrecha. Con una biblioteca dividió la habitación en una zona para dormir y en otra para estar«, agregó.
La madre de Assange, Christine, hablando por teléfono desde Australia, afirmó que su hijo recibió garantías personales por parte del ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, de que su hijo estaría lo más cómodo posible durante su estancia.
«En cuanto al personal de la embajada, ellos han sido maravillosos. La gente es extremadamente agradable. La gente ecuatoriana es realmente cálida», indicó ella.
La embajada ecuatoriana no tiene espacio exterior más allá de los angostos balcones, lo que brinda escasa luz solar a sus ocupantes.
Dentro de la embajada, sin ser visto, Assange continúa ocupado en su computadora.