- «Cada vez que un oprimido toma las armas en nombre de la justicia, da un paso en el terreno de la injusticia
Albert Camus.
Luego de más de tres décadas en la selva de Colombia, Guillermo León Sáenz, alias Alfonso Cano fue dado de baja por las Fuerzas Militares de Colombia. Este golpe sin duda es el más fuerte dado a las FARC en su historia, pues nunca su jefe máximo había sido abatido por las fuerzas militares. Pero a pesar de esto tampoco podemos caer victimas de un triunfalismo desbordado; la muerte de Cano no es el final de este grupo armado.
Cano no supo interpretar su momento histórico. Tal vez las FARC nunca lo supieron interpretar, y por eso el grupo de humildes campesinos que querían seguir el modelo del Che y Castro fue dando pasos agigantados hacia el terrorismo, cambiando sus ideales románticos por bombas y ataques a civiles. Pero el momento más triste en su historia quizás fue cuando el mundo, tras la caída de la cortina de hierro, conoció el fracaso del comunismo, y mientras en Europa el muro de Berlín se desmoronaba, Rusia aplicaba la Perestroika y el mundo respiraba un aire de libertad, este grupo desaprovechó su momento para reintegrarse a la vida civil y optó por cambiar el libro rojo de Mao por la coca y la amapola.
Unos días antes que Cano cayera, Petro, quien también fue alzado en armas, celebraba su triunfo como alcalde de Bogotá. Sin dejar de lado mis críticas frente quien jamás ha pedido perdón por las atrocidades que él y sus amigos cometieron, el mensaje no puede ser más claro: el camino de la paz era posible de ser recorrido, pero Cano lo desaprovechó en múltiples oportunidades.
Una vida de 33 años en la selva que no ha logrado ningún cambio social, que sólo ha contado con el apoyo de algunos desinformados en latitudes internacionales, puesto que en los ciudadanos de Colombia genera el más grande repudio, sella su fracaso con la muerte, bajo un bombardeo del ejercito colombiano.
La lucha de clases, la dictadura del proletariado no son más que sueños efímeros que las mismas FARC derrotaron cuando decidieron usar sus fúsiles para lucrarse, y los cilindros bomba para asesinar civiles. Cuando decidieron mantenerse en una intransigencia inútil, que otros grupos, como la ETA, recientemente, han preferido dejar para buscar otra vía de lucha, una que ha puede dar los verdaderos resultados, la vía política.
No es el momento de triunfalismos, las FARC no se acabaron con la muerte de Reyes, ni con la operación Jaque, ni con la muerte de “Jojoy”. Este grupo, en su intransigencia, ha demostrado una capacidad enorme de reorganizarse, a pesar de su enorme debilitamiento. Por eso no es hora de bajar la guardia, las Fuerzas Militares han demostrado que son capaces de combatir de manera decidida este grupo carente de ideologías, pues si bien es verdad que los peores enemigos siempre terminan sentados negociando la paz, sólo un Estado fuerte garantizará que estas negociaciones, que eventualmente llegarán, se hagan en el momento adecuado, con garantías racionales, para que la reconciliación llegue de la mano de la justicia, la verdad y la reparación, y no que terminemos en un escenario de burla al Estado de Derecho.
Por: Santiago Garcia