@LEYDELMONTES
Las elecciones de 2018, al igual que el Plebiscito de la paz, se definirán entre dos grandes alianzas: las del SÍ y las del NO. ¿Cuál ganará?
Poquito a poquito, pero despacito, como dice la canción de Luis Fonsi que tiene bailando a medio mundo, se está conformando el mosaico de los candidatos presidenciales del próximo año, así como las posibles alianzas que harán viables algunas campañas y condenarán al fracaso a otras. Esta semana fue retirado de la galería de ‘presidenciables’ Antonio Navarro, quien fue derrotado por la senadora Claudia Nayibe López, en su propósito de ser el candidato del Partido Verde. Navarro ahora encabezará la lista de ese partido al Senado.
El Centro Democrático de Álvaro Uribe Vélez anunció que a más tardar en noviembre se conocerá el nombre de su candidato, que será escogido de una baraja de cinco aspirantes, que son: María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, Carlos Holmes Trujillo, Rafael Nieto e Iván Duque.
Por su parte, la exministra Marta Lucía Ramírez renunció al Partido Conservador, por considerar que no tiene garantías, al tiempo que anunció que postulará su nombre por firmas, luego de dar a conocer el comité promotor de su candidatura, entre quienes se destacan Carlos Holguín Sardi, Fernando Araújo y el empresario Manuel Santiago Mejía, todos ellos del riñón de Andrés Pastrana, socio político y aliado estratégico de Uribe, en la coalición que se conoce como la del “No al Plebiscito”.
En el liberalismo también se están moviendo las fichas y todos sus precandidatos realizan consultas para tratar no solo de tener el mayor respaldo, sino también de encontrar el mejor mecanismo que impida una profunda ruptura.
Humberto De la Calle agitó las aguas al dejar abierta la posibilidad de apartarse del partido para buscar su candidatura por firmas, algo que no cayó muy bien entre los demás aspirantes, que son: Vivianne Morales, Luis Fernando Velasco, Juan Manuel Galán y Juan Fernando Cristo, quien –“sin ser candidato”– hace campaña como si lo fuera y se reúne con congresistas liberales en todo el país. Esta semana recibió el respaldo de 20 parlamentarios, quienes lo animaron a lanzarse al agua.
En La U –luego de estrellar el Ferrari– sus directivos están buscando, antes que un candidato presidencial, un presidente para el partido, tarea que no ha resultado nada fácil. Todo parece indicar que –¡por fin!– esta semana el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, se pondrá esa camiseta. Mientras tanto, directivos del partido ven como a una de sus piezas más valiosas al ex ministro de Defensa y ex embajador en Washington Juan Carlos Pinzón, le hacen ojitos desde el Partido Conservador para que sea su candidato. De cualquier manera, es un hecho que el partido del Presidente de la República, Juan Manuel Santos, no tendrá candidato propio.
Los conservadores, entre tanto, al perder a su exitosa candidata presidencial 2014 –Marta Lucía Ramírez– ya pusieron un aviso clasificado: “Histórico partido político colombiano algo desgastado busca candidato o candidata para próxima campaña presidencial. Interesados enviar hojas de vida”. Hasta el momento, nadie ha mostrado mayor interés, ni siquiera el ex procurador Alejandro Ordóñez, quien –como cosa rara– también le apuesta a la candidatura por firmas.
Por los lados de la izquierda democrática el más contento es Gustavo Petro, que sigue punteando en varias encuestas, derrotando, inclusive, a dos candidatos muy bien posicionados: el ex vicepresidente Germán Vargas Lleras –otro que se apartó de su partido y prefirió medírsele al ‘firmatón’– y al ex gobernador de Antioquia Sergio Fajardo, ex verde, quien para sorpresa de muchos ‘fajardistas’ ahora recoge firmas en planillas del Polo Democrático Alternativo, partido que ya tiene candidato presidencial, el senador Jorge Enrique Robledo. Tampoco es que muchos ‘polistas’ estén contentos haciéndole la tarea a Fajardo, que todo hay que decirlo.
En medio de este incierto panorama político –a pocos meses de la primera vuelta presidencial– se abren paso las alianzas electorales, que son las que van a permitir el paso a segunda vuelta de dos de los más de 30 aspirantes a suceder a Juan Manuel Santos. En estos momentos hay conformados dos grandes bloques político-electorales, que no son muy distintos a los que se integraron para votar el llamado Plebiscito de la Paz, entre los del SÍ y los del NO, y que ganaron estos últimos por escaso margen. La foto de hoy no difiere mucho de la que se tomó cuando el Gobierno buscó refrendar los acuerdos de La Habana el año pasado.
En este juego de las alianzas donde se definirá el presidente de Colombia entre 2018 y 2022, ¿cómo está el ajedrez político nacional y cómo se moverán las fichas para conformar las alianzas electorales?
Luego de ser elegida como la candidata oficial del Partido Verde, Claudia López reafirmó su interés en conformar una alianza para enfrentar, fundamentalmente, a Álvaro Uribe y Germán Vargas Lleras, tarea en la que también están empeñados Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo. Otro que está en lo mismo es Humberto De la Calle, quien pidió pista en esta alianza, ofrecimiento que está siendo evaluado y analizado por los tres ‘socios estratégicos’. Pero De la Calle no llegaría solo: vendría con Ernesto Samper y César Gaviria. Y ahí se complica la cosa, porque amigos de los tres socios estratégicos les han hecho saber que con los expresidentes nada de nada. La más contundente en su declaración fue la representante Angélica Lozano, compañera sentimental de Claudia López, quien respondió un trino de Samper dándole la “bienvenida a la candidatura verde de Claudia López” con un demoledor mensaje, también en Twitter: “La prioridad de nuestra coalición es erradicar la corrupción. Si alguien NO CABE en nuestra coalición es usted. Atrevido”. El problema es que si van solos, López, Fajardo y Robledo, no tienen posibilidades alguna de pasar a una segunda vuelta. En una campaña presidencial de lo que se trata es de sumar votos y no de restar. Y si bien es cierto que la bandera de la anticorrupción mueve electores, buena parte de ellos se concentran en el llamado voto de opinión, que aún no alcanza un peso definitivo y definidor en el país.
El otro gran frente electoral del próximo año es el que lidera el expresidente y actual senador Álvaro Uribe Vélez, al que se sumó el expresidente Andrés Pastrana. Se trata de la alianza del “NO al Plebiscito de la paz”, que el año pasado derrotó a la considerada “armada invencible” del Gobierno, que promovió el SÍ y que contó con un poderoso músculo financiero y mediático. Dicha alianza se fortalecerá con la llegada de un sector muy influyente del Partido Conservador –que ya hizo cambio de luces y está pidiendo pista– así como buena parte del Partido de La U –menos los senadores Armando Benedetti y Roy Barreras, y algunas de sus cámaras– quienes siguen firmes en la alianza que defiende los acuerdos de La Habana con las Farc. Candidatos como Alejandro Ordóñez, Marta Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón terminarán haciendo parte de dicha alianza más temprano que tarde, aunque ahora exploren la vía de las firmas para lanzar sus candidaturas. Aquí –curiosamente– el problema lo tiene Uribe, que debe definir la suerte de sus ‘cinco ahijados’: María del Rosario Guerra, Paloma Valencia, Carlos Holmes, Rafael Nieto e Iván Duque. Aunque ninguno de ellos, en caso de no ser elegido como el candidato del partido, se atreverá a desafiar al ‘jefe pluma blanca’, lo cierto es que en las bases del Centro Democrático se aprecian fisuras y hasta grietas. Mejor dicho y para decirlo en plata blanca: para muchos de los ‘uribistas pura sangre’ no es lo mismo elegir a Rafael Nieto que a Iván Duque. “Son uribistas, pero son muy distintos”, me dijo un representante de ese partido. “Pero –me aclaró– no diga que son muy distintos: diga que son muuuuuuy distintos”.
Como de lo que se trata es de sumar votos y no de restar, en una campaña electoral hay errores que tienen efectos catastróficos, sobre todo ahora en tiempos de enorme influencia de las redes sociales. En realidad una campaña electoral la gana el que menos errores comete. Y en ese sentido, la candidata Claudia López cometió un grave error al tuitear durante la ceremonia de despida al papa Francisco en Cartagena que “De por Dios no le vayan a regalar una marimonda!!! Qué pena… déjenlo ir a descansar por favor!!!”. Aunque ella después calificó la frase como una “cachacada” y ofreció disculpas por ello, lo cierto es que dicha expresión cayó muy mal en el pueblo barranquillero, que no solo respeta, adora y defiende el carnaval, sino que tiene muy claro que si algo es muy serio es el carnaval, pues lleva consigo un componente cultural y tradicional que no puede ser objeto de burlas. Curiosamente, una de las piezas del disfraz de marimonda es la corbata, que no es otra cosa que un rechazo humorístico a las miles de ‘corbatas’ que tanto pululan en las entidades del Estado. Con su salida en falso, López mostró no solo desconocimiento de una Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad y de un Patrimonio Cultural de la Nación, sino –sobre todo– del mayor motivo de orgullo de Barranquilla. El rechazo masivo en las redes sociales al desaguisado de López muestra la magnitud de la metida de patas. La reconciliación con Barranquilla sigue, pues, pendiente.
Germán Vargas Lleras y Gustavo Petro tienen el mismo dilema: van punteando en las encuestas pero solos no pasan a segunda vuelta. Punto. El ex vicepresidente está haciendo una campaña silenciosa, pero muy efectiva, que lo tiene recorriendo el país tomándole el pulso a la clase política y también al votante raso. Vargas Lleras cree que puede morder un buen pedazo de la torta liberal, sin tener que pelear con varios de sus dirigentes. Sabe que Gaviria y Samper son un caso perdido, pues los dos están comprometidos hasta los tuétanos con De la Calle. Pero no deja de reunirse con dirigentes liberales regionales donde su nombre pesa. También cree que en La U puede pescar buenos votos, menos los de Benedetti y Roy, que fueron ‘vargaslleristas pura sangre’ y hoy son ‘antivargaslleristas’ consumados. Uno de los más comprometidos con su causa es el senador Mauricio Lizcano, quien ya cantó su respaldo al exvicepresidente. En algunas ciudades y departamentos –¿Barranquilla y Atlántico?– hay puentes de entendimiento entre Vargas Lleras y el uribismo, con pilotes tan firmes como los del nuevo Pumarejo. A Gustavo Petro –por su parte– le tocará bailar con la más fea: como es puntero en las encuestas, está a la espera de que los ‘aliados estratégicos de la centro-izquierda’ (Fajardo, López y Robledo) vengan a tocarle la puerta. Y se quedará esperando. Conclusión: ni Petro buscará a los tres ‘socios estratégicos’, ni ellos buscarán a Petro. Y en esas condiciones las posibilidades de que se hundan los cuatro son altas.