BOGOTA, 27 de febrero_ RAM_ Estudiantes de enfermería de la Universidad Nacional develaron la dramática situación de los trabajadores informales que día a día buscan su sustento y el de sus familias en los alrededores de la Central Mayorista Corabastos en Bogotá.
Además de un cúmulo de enfermedades, carecen de seguridad social y de un plan de sustento para la vejez, de acuerdo con la investigación adelantada por los estudiantes Felipe Andrés Roa, Pablo Edilberto Torres y Jhon Erik Hernández, bajo la coordinación de la magíster en Salud Pública, Ana Helena Puerto.
El trabajo que la Agencia de Noticias de la Universidad tituló los “males que rondan la informalidad en Corabastos”, sintetiza:
“Agotamiento continuo, dolor de piernas y espalda, gripas frecuentes y estrés, son las cinco enfermedades que más padecen los trabajadores informales de esta central de abastecimiento. El trabajo informal se da en un espacio social y ambiental que incide en la calidad de vida.
La investigación evidenció que además de esas enfermedades, los trabajadores informales no proyectan un plan de sustento para la vejez y se conciben trabajando hasta que sus capacidades físicas lo permitan.
Dada la naturaleza callejera de su trabajo, ellos están expuestos a cambios climáticos, basuras y contaminación del aire que afecta su salud. Además, no utilizan elementos de protección personal para el desarrollo de sus labores.
El grupo de trabajadores informales tampoco hace uso del servicio médico convencional y los fenómenos de delincuencia e inseguridad están latentes en su entorno.
Para afrontar las enfermedades, los trabajadores informales prefieren asistir al médico particular, a la farmacia, optar por remedios caseros o la medicina alternativa, antes que ir a un servicio médico.
En el estudio realizado por los tres estudiantes, seleccionado entre los mejores por las directivas de la Universidad, se evidencia que las patologías de los trabajadores están asociadas esencialmente a las condiciones del entorno en el que laboran.
Para determinar su perfil epidemiológico, los enfermeros esquematizaron una metodología con 29 de ellos, en dos calles principales de la central, y manejaron cuatro variables fundamentales, (Modos de vida (mv), estilos de vida (ev), procesos protectores (pp) y procesos destructivos (pd) para la salud), categorías utilizadas por expertos en lo que se conoce como la determinación social de la salud.
Según estadísticas del DANE y del Observatorio de Desarrollo Económico de la Alcaldía de Bogotá, que sirvieron como marco de referencia para los autores del trabajo, el 36.4 % de los trabajadores informales en Colombia se concentra en Bogotá, por ello es la ciudad del país con mayor concentración de esta tipología de trabajo.
Los estudiantes también destacaron que los trabajadores tienen jornadas laborales muy prolongadas durante los siete días de la semana. “La jornada inicia en la madrugada con un horario que supera las diez horas diarias. Cinco de los entrevistados trabajan 12 horas diarias y dos, 11. La jornada se extiende los fines de semana por ser los días de mayor venta y afluencia de personas”, indican los enfermeros.
En términos generales, estas condiciones generan sueldos bajos, ningún descanso y acceso limitado a sanitarios.
Entrevistas a nueve de ellos (los otros 20 hicieron parte de los grupos focales) permitieron descubrir que cuatro trabajadores ganan menos de un salario mínimo mensual legal vigente (SMMLV) y solo tres ganan un SMMLV. Los dos restantes refirieron ganar más del mínimo, al tener más de un negocio y trabajar mayor tiempo.
En la actualidad, las ventas en la economía informal del territorio han disminuido y los ingresos fluctúan según el día de la semana. Las ventas son inestables, lo cual se refleja en los ingresos diarios que reciben los trabajadores.
En general, el grupo analizado desconoce su sueldo real, ya que no realiza una contabilidad y este es ponderado en relación con la capacidad de satisfacer los gastos diarios y del hogar. Además, el acceso a créditos con bancos es limitado.
Sin embargo, los enfermeros de la U.N. encontraron que los trabajadores perciben la informalidad como una opción viable de sustento y sin barreras para su edad.
Las edades más prevalentes en los trabajadores informales participantes están entre los 41 años a los 60 años. Asimismo, se comprueba una desprotección relacionada con no cotizar para la pensión, para el caso ocho de los participantes entrevistados no realizan la cotización en pensión. Lo anterior se debe a la falta de un trabajo formal y una empresa, al desconocimiento del proceso de afiliación, encontrarse en una edad en la cual no es viable empezar este proceso, al desinterés o a no percibir un beneficio a futuro.
En este grupo, la familia se contempla como la principal red de apoyo económico para la vejez.