Hollande: estoy al servicio de una Francia unida

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En su primer discurso como presidente electo, en su feudo electoral de Tulle, François Hollande comenzó por rendir homenaje a Nicolas Sarkozy y a quienes no habían votado por él, anunciando una presidencia de unidad nacional, con ambiciones reformistas para Francia y Europa. Dirigiéndose a todo el país desde un pequeño pueblo de provincias, muy modesto, rural, tradicionalmente conservador, Hollande lanzó los fundamentos programáticos de una presidencia cuyo objetivo central será «intentar conseguir que nuestros hijos vivan mejor que nosotros».

Hollande se cuidó muy mucho de entrar en detalles concretos sobre su programa de acción política, limitándose a esbozar las grandes líneas, los grandes principios, muy ecuménicos, cuya eficacia dependerá de las modalidades prácticas de su aplicación.

«Esta noche no hay dos francias enfrentadas. Solo hay una Francia, unida ante el mismo destino», comenzó subrayando Hollande, haciéndose velado eco de las palabras muy semejantes que había utilizado Sarkozy para despedirse de la vida pública.

Lírico, Hollande evocaba el alcance continental de su elección en estos términos: «Hoy es una gran fecha, para Francia, para Europa, para todo el mundo». Tras ese rapto lírico, el futuro presidente de Francia reconoció que será necesario «dialogar» con Alemania, para intentarnegociar un entendimiento de nuevo cuño sobre las prioridades comunes de París y Berlín.

Dejando en suspenso ese punto central, los próximos días, las próximas semanas, los próximos meses, el presidente Hollande recordó algunos de los grandes principios de su programa electoral.

Una Francia «más justa»

«Mi ambición y mi presidencia estarán animadas por el deseo de justicia», repitió el socialista, en unos términos poéticos y voluntaristas: «Haremos una Francia más justa con una nueva reforma fiscal. Haremos una Francia más justa entre distintas generaciones. La juventud será la gran prioridad», aseguró.

Ante varios millares de simpatizantes, reunidos ante la catedral de Tulle, Hollande no deseó dar ninguna dimensión partidista a su victoria: «Mi misión será estar al servicio de Francia. La Francia de todos. Debo ser y seré el presidente de todos los franceses, por encima de estas o aquellas divisiones. Ahora estoy al servicio de una Francia unida, para afrontar, juntos, los grandes desafíos que son los nuestros y afectan a toda Europa».

«Cuando llegue mi hora, concluyó Hollande, deseo ser juzgado por lo que haré por la justicia y por la juventud. Toda mi política futura deberá juzgarse desde esas dos ópticas. Aportar más justicia en todos los terrenos de la vida política, económica, social. Y dar nuevas oportunidades a la juventud. Más oportunidades en todos los terrenos. La juventud es la prioridad absoluta del cambio que comienza con mi presidencia», concluyó Hollande.

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