Este martes se dieron los últimos retoques a la ponencia que será discutida en el Congreso, se confirma que se reducen las tarifas del impuesto a la riqueza y se subieron las del Cree (impuesto a las utilidades).
Así las cosas, el impuesto a la riqueza arrancaría en 1,15 por ciento y no en 1,3 por ciento, como estaba en la ponencia que se aprobó en primer debate en las comisiones económicas conjuntas, de Senado y Cámara.
Para ese mismo año, el impuesto sobre la renta para la equidad Cree tendría una sobretasa del 5 por ciento y no del 4, como se había aprobado ya.
Entre tanto, en el 2016, el gravamen a la riqueza empezaría su descenso, al ubicarse en 1 por ciento (igual a lo aprobado en primer debate), acompañado de una tarifa del Cree del 6 por ciento en este año, la cual es la misma que obtuvo el visto bueno de los parlamentarios de las comisiones económicas.
En el 2017, el tributo a la riqueza bajaría a 0,4 por ciento, desde el 0,75 por ciento que se tenía en el proyecto aprobado. Entre tanto, el Cree pasaría a 8 por ciento en ese año (en la ponencia aprobada era de 7 %).
Para el último año de vigencia de la reforma tributaria, en el 2018, el impuesto a la riqueza desaparecería, mientras que el Cree se ubicaría en 9 por ciento (igual a lo aprobado en la ponencia de primer debate).
Estos cambios permitirían conjurar la crisis que desató la reforma, porque los gremios económicos rechazaron la ecuación inicial, que mantenía el impuesto al patrimonio de hoy, pero con tarifas más altas.
Además, la evasión tributaria no tendría sanción penal sino administrativa. Adicionalmente, se establecería una sanción del 200 por ciento sobre las riquezas que no se normalicen a través de la medida que está promoviendo beneficios para mostrar capitales hasta ahora ocultos.
Este martes, en una reunión en la primera vicepresidencia del Senado, la bancada liberal indicó que: “apoyaremos la reforma tributaria con observaciones”, dijo el codirector del liberalismo Horacio Serpa. No obstante, el congresista advirtió que para el partido sigue siendo fundamental “la gravación de los dividendos” y “una auténtica reforma tributaria integral”.
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