Miles de personas llegaron el domingo al Estadio Azteca de la ciudad de México para rendirle un homenaje póstumo al comediante Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito y quien se convirtió a través de sus personajes en ídolo de millones en Latinoamérica.
«¡Chespirito, Chespirito!», corearon los miles de asistentes mientras aplaudían a la entrada del féretro a la cancha del Estadio Azteca. «íChavo, Chavo!» y «íSe ve, se siente, el Chavo está presente!», gritaron después.
A punto de entrar a la cancha del estadio, miles de niños disfrazados como el Chapulín Colorado recibieron el féretro.
Murió Roberto Gómez Bolaños «El Chavo»
Muchos iban ataviados como los personajes creados por Gómez Bolaños, pero sobre todo con playeras rojas, el color de El Chapulín Colorado, un héroe inusual que era descrito como «más ágil que una tortura» y «más fuerte que un ratón».
Su viuda, Florinda Meza, y familiares llegaron hasta el centro del estadio. Sus hijos llevaban camisetas rojas del Chapulín con un corazón amarillo y las letras CH en el pecho.
«Gracias por hacernos reír» y «Síganme los buenos» se leía en algunos estampados en playeras que la gente portaba.
«Pensé que la gente así no se muere», dijo Gilberto Romero, un hombre de 47 años que arribó con su esposa y sus tres hijos hasta el estadio al sur de la capital del país, donde miles de fanáticos llegaban desde la mañana para darle un adiós al creador de personajes queridos por millones en Latinoamérica como «El Chavo del Ocho» y «El Chapulín Colorado».
María Laredo, una mujer de 86 años, llegó con su hija Angélica Herrera de 48.
«Es muy chistoso, lo recuerdo de siempre; se lo enseñé a mis hijos», dijo Laredo, mientras su hija añadió: «Nos ha marcado a muchas generaciones, le gustaba a mi mamá, me gusta a mí y hasta le gusta a mi nieto que tiene tres años».
Aunque muchas personas iban disfrazadas como personajes de Chespirito, y varios llevaban gorros como los que usaba El Chavo del Ocho, lo que más se veía eran las «antenitas de vinil», como las que ayudaban al Chapulín Colorado a detectar la presencia de enemigos.
«Es mentira eso que dice que sólo gustaba a gente más humilde, gustaba a todos», dijo Judith Robles, de 25 años y responsable de relaciones públicas en un hospital de la ciudad norteña de Monterrey, mientras trataba de superar la indecisión de qué antenitas comprar.
El féretro con los restos del comediante, escritor y guionista partió poco antes del mediodía de instalaciones de la cadena Televisa, para la que trabajó toda su vida, y se dirigía al estadio a bordo de un vehículo descubierto y forrrado de rojo.
Protegido el féretro con un acrílico, en la plataforma también se observaban dos esculturas, una del Chavo del Ocho y otra del Chapulín Colorado, y varios ramos de flores blancas.
Como parte del cortejo, en una camioneta blanca viajaba su viuda, quien por años interpretó a Doña Florinda, uno de los personajes creados por su marido para la serie de «El Chavo».
En el Estadio Azteca la gente podía seguir en dos grandes pantallas el recorrido del féretro.
La gente ocupaba hacia el mediodía no más de una tercera parte del estadio, con capacidad para 100.000 personas.
Gómez Bolaños, cuyos personajes marcaron a varias generaciones de latinoamericanos, falleció el viernes a los 85 años en su casa de Cancún, en el sur del país.
Pocos detalles se saben sobre el homenaje que tendrá lugar en la casa del Club América, el equipo de fútbol favorito del humorista, pero se prevé un acto con muchas sonrisas pese a la pérdida y la presencia de sus personajes más famosos.
Los organizadores pidieron a los admiradores del comediante que llevaran una flor blanca para rendirle honores y creen que el estadio, con capacidad para 100.000 personas, pueda llenarse.
Los restos de Gómez Bolaños fueron trasladados el sábado de Cancún a la capital mexicana, donde el comediante nació y vivió hasta 2009, y fueron velados en las instalaciones de Televisa, la empresa con la que trabajó durante cuatro décadas.
Allí, unas 400 personas entre ejecutivos y antiguos compañeros le ofrecieron una misa y un homenaje privado frente a un altar flanqueado por dos grandes fotografías suyas. De allí partiría hoy al Estado Azteca.
Algunos admiradores se acercaron a su casa de Cancún a despedirle y a alguna de las calles por las que pasó el sábado el cortejo fúnebre, pero será el domingo al mediodía cuando tenga lugar la despedida masiva.