La visita de una figura religiosa mundial como el Papa Francisco a Turquía llega en un momento coyuntural de búsqueda de acercamientos con los musulmanes y otras iglesias y, al mismo tiempo, de preocupación por el avance del fundamentalismo islámico que amenaza al Medio Oriente.
La gira de tres días comenzó en la capital Ankara, donde evidenciaron las motivaciones del Papa para viajar a un país afectado por la conflictividad de la región, a su vez causada por la violencia desatada por el grupo extremista Estado Islámico en los vecinos Siria e Irak.
Tras la recepción del presidente turco, Recep Tayip Erdogan, el Pontífice defendió el “diálogo interreligioso e intercultural” para “apartar toda forma de integrismo y de terrorismo, que humilla gravemente la dignidad de todos los hombres e instrumentaliza la religión”.
El llamado pacifista es una respuesta a las persecuciones y matanzas a nombre de Dios, como las que practica el Estado Islámico o los Talibanes contra los pueblos que considera “infieles”, en su interpretación radical del Islam.
Al Papa Francisco le preocupan las persecuciones, desplazamientos y asesinatos en Siria e Irak contra la minoría cristiana, que también padecen otros grupos étnicos y religiosos como los kurdos yazidíes, en el afán del grupo yihadista de establecer a sangre y fuego un califato en la zona.
A pesar de reconocer la amenaza del fundamentalismo, el Papa aseguró que es “lícito detener al agresor injusto, aunque respetando siempre el derecho internacional y por eso no podemos confiar la resolución del problema a la mera respuesta militar”.
Fines religioso y geopolítico
La presencia del Papa Francisco en Turquía también da continuidad al objetivo de acercar a iglesias distanciadas por antiguas diferencias religiosas, que afectan a la minoría cristiana en ese país, donde el 99,8 por ciento de sus 76 millones de hab tantes son musulmanes. Los católicos apenas representan un 0,07 por ciento, según el Vaticano.
Según el imán Julián Arturo Zapata, director del Centro Cultural Islámico de Colombia, “la estancia del Papa en Turquía ratifica su bien intencionada apertura religiosa contra el enquilosamiento de la Iglesia Católica en América Latina y Europa, donde aún miran al islam como una amenaza, al igual que a las iglesias anglicana, ortodoxa y luterana. Eso ha legitimado a grupos fundamentalistas”.
Además, destaca que no es una visita al azar. “El gobierno de Turquía es presionado para que actúe contra el Estado Islámico y lo cuestionan por apoyar grupos rebeldes en su interés de acabar con el régimen sirio, pero son los mismos que atacan a los cristianos”.
En contraste, el arzobispo de Esmirna y presidente de la Conferencia Episcopal turca, Ruggero Franceschini, ha lamentado que no haya una “condena más explícita del mundo islámico a las persecuciones contra cristianos”.
En este contexto religioso y geopolítico hay expectativa por los encuentros de Francisco con Bartolomé I, patriarca de la Iglesia Ortodoxa; el Gran Rabino de Turquía, Isak Haleva, y los máximos líderes islámicos turcos. El propio Francisco anticipó que su encuentro con Bartolomé es “una señal del deseo de superar, en el amor y la verdad, los obstáculos que todavía nos separan”.