El Ojo del Halkón
Por Rubén Darío Mejía Sánchez
BOGOTA, 15 de Noviembre_ RAM_ Se habla mucho del comportamiento de los mexicanos, de que son bastante nacionalistas y de verdad que lo son a mucho orgullo y por eso cuando dicen a los cuatro vientos “Mi México lindo y querido, si muero lejos de aquí que digan que estoy dormido y me traigan a ti”.
Fue sorprendente la inauguración de los XX Juegos Centroamericanos y del Caribe el viernes anterior y fue sorprendente, porque mientras que en Colombia se llama un reguetonero o a un artista extranjero para la inauguración de un evento nacional, los mexicanos se dieron cita en Veracruz con la gente de su raza, los ancianos y los niños y mostraron el orgullo de sus ancestros indígenas para dar la bienvenida a los deportistas e invitar al mundo a vivir en paz, en esa verdadera paz que debe de nacer de los corazones y a la que todos deben aportar; porque vale la pena recordar que México vive en estos momentos una de las épocas más fuertes de la violencia, parecido a lo que se vivió en Colombia en la época de la guerra de los carteles del narcotráfico.
Fue un espectáculo extraordinario, donde la música tradicional mexicana estuvo en primer lugar hasta el punto de opacar la presentación de Ricky Martin quien fue el encargado de cerrar el evento y eso que no discordaba, porque forma parte de un país centroamericano y del Caribe como es Puerto Rico.
Mientras que en Colombia se rasgan las vestiduras y se rebusca muchas veces a artistas que nadie conoce para el gran concurso de belleza de Cartagena, México mostró de nuevo su orgullo patrio con su música y con su gente.
Este patriotismo me llamó la atención para escribir esta columna y otra de las cosas fue el respeto de los jóvenes hacia las personas mayores, mientras que horas antes había recibido yo personalmente insultos de una “colega” quien me trató de viejo por los años que vivido y las experiencias que he adquirido, de las cuales me siento bastante orgulloso.
Que se puede esperar de un país como Colombia en donde hemos perdido los valores, en donde no respetamos los mayores, y donde abusamos de nuestros niños de manera psicológica o sexualmente. Que esperar de un país en donde una persona de 36 años ya es vieja para conseguir trabajo y donde se ha olvidado el decir señor y señora, dar el paso a quien va por la acera, ceder el asiento en el transporte público a las mujeres embarazadas o con niños o a las personas discapacitadas o mayores.
Un país donde hemos olvidado la historia nacional y de esta manera perdido nuestra identidad, un país donde hacemos un reinado de belleza, como lo dice la canción, como muñeca de loza con el cuerpo de aserrín, no preparamos a las candidatas y es así como se habla de “hombre con hombre y mujer con mujer” en las respuestas de las que se habla, dicen, son las mujeres más bellas del país, o quien confunde a Nelson Mandela con el creador de los banales reinados de belleza.
La candidata no tiene la culpa, la tienen los que patrocinan esta clase de eventos en donde no se piensa sino en el dinero y no en el ejemplo que debe de darse a las futuras generaciones, sin que esto sea nuevo porque las respuestas de las reinas de belleza por lo general no son las más lógicas y se les llena de grandeza, sabiendo que lo principal es prepararse y conocer quiénes son sus gobernantes, cuales son las prioridades para el país y lo que ellas pueden hacer por el mismo.
Da pena cuando suena el Himno Nacional de Colombia, a muchos parece que les dieran la orden de cerrar sus bocas con candado y que se avergonzaran de cantar a todo pecho las notas marciales del mismo, hasta el punto que algunos “Padres de la Patria” han tratado de cambiarle la letra para llenarse ellos de protagonismo y digo da pena porque en Veracruz, México la noche del viernes cantaron tan fuerte su himno nacional los mexicanos que no se necesitaban micrófonos para que se oyera en toda la república.
Pero vuelvo y repito, que se puede esperar de un país en donde las balas perdidas acaban con la vida de los mejores estudiantes, como lo que sucedió en la ciudad de Cali, en donde una niña que se había ganado una beca de parte de sus compañeros de la Universidad Javeriana fuera asesinada vilmente, en donde las investigaciones y experimentos de un puñado de colombianos no son registrados ni en la última página del os medios de comunicación, que solo se dedican al amarillismo y a hablar de los delitos que se cometen a diario y de los escándalos de quienes ellos quieren subir o bajar en una sociedad que se ha vuelto insensible ante el dolor de los demás.
Una cosa es uno se patriotero y patriota, una cosa es amar al país y sentirse orgulloso, una cosa es ser grandes embajadores como los deportistas, no solo los James o los Radamel sino los otros que van por el mundo en una bicicleta o en diferentes deportes dejando en alto el nombre del país y cuyos triunfos se registran lánguidamente en los medios de comunicación.
Se habla de paz, de ese gran proceso de paz que se adelanta en La Habana, pero una cosa es lo que se dice en La Habana y otro el que se dice en el país, en el interior hay es ganas de destruir, de demostrar lo malo de los demás y con perdón de todos, como decía mi abuelo, de no trabajar y mucho peor, no dejar que los otros lo hagan.
Si fuéramos en el más porcentaje mínimo como los mexicanos de nacionalistas, trataríamos sin tapar con un dedo las realidades que suceden, de demostrar lo bueno del país y por medio de la unidad sacar ese gran proyecto, con el valor y riqueza más grande que existe que es la gente.
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