A medida que continúa el conflicto en Medio Oriente, la influencia del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) crece con él. Ahora, consiguió su primer aliado fuera de Irak y Siria: Derna, una ciudad libia reconocida por ser un centro para yihadistas.
En una reunión, llevada a cabo a finales de octubre, esta ciudad declaró su lealtad a la organización terrorista y su unión al califato. Inmediatamente se empezaron a notar los efectos: las cortes religiosas ordenaron ejecuciones públicas, latigazos a personas acusadas de violar la ley islámica, la segregación de estudiantes masculinos y femeninas, y convoyes en las calles.
La ciudad, ubicada a 1600 kilómetros del territorio más cercano controlado por ISIS, ahora es controlada por un emir, identificado como Mohammed Abdullah, un militante yemení enviado desde siria, conocido también como Abu al Baraa el Azdi.
Miembros del ISIS provenientes de Irak y Siria ingresaron a la ciudad hace varios meses, unieron a las diversas facciones extremistas y allanaron el camino para su llegada asesinando a cualquier rival. La declaración de lealtad de la población podría influir en la opinión en otros lugares que deseen unirse a la campaña yihadista.
Hay temores de que esta incursión en Libia permita al grupo expandirse a lo largo del país y a otros territorios. Recientemente, en el Líbano el ejército capturó a varios militantes que se sospecha que planeaban capturar varias aldeas para proclamarlas como parte del califato.
En los últimos meses, varios miembros del ISIS provenientes de Derna, conocidos como el Grupo Battar, volvieron a su hogar y formaron una facción llamada Consejo de la Shura para la Juventud del Islam. A través de esta lograron que muchas de las organizaciones militantes se le unieran. Todo aquel que se les enfrentó fue asesinado, y la poca oposición restante permanece oculta y amenazada.