Por Horacio Serpa Uribe
Bogotá, 20 de Octubre ¬_RAM_.Es difícil entender por qué la búsqueda de la paz tiene tantos enemigos, algunos tan poderosos. ¿Cincuenta años de confrontación armada, de muertos, de secuestros, de destrucción y desplazamientos, de ruina, no son suficientes? ¿No conocen los orígenes del actual conflicto violento? ¿No han repasado la historia de desgracias, de insensateces y perversidades que antecedieron al nacimiento de las farc, el eln y otras diez guerrillas?
El momento actual no se puede juzgar en frío sin tener en cuenta el narcotráfico con sus enormes daños y el paramilitarismo con sus desgracias. Tampoco se puede olvidar que al lado de los crímenes de la subversión se cometieron delitos por parte de agentes del Estado. Y que diferentes expresiones violentas fueron alentadas y financiadas por personas y sectores que en apariencia se dedican a labores productivas dentro de la normalidad institucional. Incluso grupos recalcitrantes de la política auparon la violencia y la destrucción.
También hay que examinar la apatía de la gente, su indiferencia ante la desgracia, la indolencia de autoridades y ciudadanía, la pasiva complicidad de los que ante el desplazamiento de millones, el hambre y la desnudez de muchos, la inoperancia de las políticas sociales que han condenado a la ignorancia y a las enfermedades a enormes masas populares, se dedicaron a amasar fortunas a costa del desamparo general.
La desigualdad creció a la par con la acumulación de la riqueza de pocos privilegiados. El desempleo aumentó con la inequitativa distribución del ingreso. Y la delincuencia común que nos azota está asociada, quiérase que no, al marginamiento, la pobreza y la falta de oportunidades.
¿Esto no hay que mirarlo? ¿Solo que Timochenko fue a La Habana? ¿Solo que entre los acuerdos logrados con las farc para hacer la paz se convinieron unas inversiones para atender las desgracias de los campesinos? ¿No es lícito pactar beneficios judiciales para los subversivos a cambio de que abandonen la lucha armada, cuando hace solo seis años se acordaron sanciones máximas de 8 años de prisión a los responsables de por lo menos cien mil asesinatos? ¿Eso ya se olvidó?
¡La decisión de buscar la paz es esencialmente política! En los acuerdos con las farc, como otros aquí y en el mundo, no se desconocerá lo institucional ni lo poco que hemos logrado en legitimidad jurídica a lo largo de tantos años de depredaciones. De por medio está la Justicia Transicional, de jurisdicción universal, y el Marco Jurídico para la Paz aprobado por el Congreso Nacional y avalado por dos sentencias de la Corte Constitucional.
Lo que el país necesita es moderación, equilibrio, en los comportamientos de importantes funcionarios y en las actitudes de los que han ocupado las más sobresalientes dignidades. Los poderosos enemigos de la paz hablan y paga el pueblo que sufre la violencia. No puede seguir siendo así. No es justo. Hay que lograr la paz. ¡Adelante Presidente Santos!