El Ojo del Halkón
Por Rubén Darío Mejía Sánchez
BOGOTA, 19 de octubre_ RAM_ Que el que escriba esto sea un periodista y además un aficionado al fútbol y que haya ejercido y siga ejerciendo por más de 40 años el oficio de redactor deportivo, quizá sea blanco de crítica o de reflexión, porque ha sido mucho lo que he contado en la historia del fútbol nacional e internacional y he visto nacer, crecer y acabar muchas figuras del deporte mundial de más fuerza por excelencia.
El juego bonito, la pasión del gol, el mejor deporte del mundo y etc, etc, etc son los calificativos que se le dan a un deporte que cada día está en más cabezas de aficionados y quizá el deporte que no ha dejado de ver nadie sobre la faz de la tierra aunque sea por una vez en su vida, ya sea que no le gusta el fútbol como tal, pero que se siente atraído por lo que haga su país en un evento tan importante como el mundial de fútbol, evento de multitudes cada cuatro años en un país diferente de la tierra.
Algunos periodistas han sido sinceros al contar los malos manejos que se dan administrativamente alrededor de los equipos de fútbol, de las federaciones, de agremiaciones regionales o mundiales, cuando muchos dejan de ver el deporte como tal para convertirlo simple y llanamente en un asunto económico, en donde las transacciones de los jugadores se hacen en muchas oportunidades de manera violenta u otras, como cuando se aferran al poder y se creen dueños de la pelota hasta el punto de tratar de hacerse vitalicios.
Hablaba en una oportunidad el periodista Iván Mejía Álvarez sobre “los bandis” o así a calzón quitado los bandidos que manejaban la Federación Suramericana de Fútbol. Y que decir en Colombia, en donde los tres capos más famosos del narcotráfico del país fueron los dueños de los equipos insignias del balompié criollo, como son el Nacional (Pablo Escobar), Millonarios (Rodríguez Gacha), y América de Cali (de los hermanos Rodríguez Orejuela).
Algunos sufrieron las consecuencias por esto y se tomaron las medidas y los correctivos y ha tratado de que las cosas regresen por el mejor camino, a pesar de que se habla que dineros sucios también fueron a caer a manos de otros equipos de fútbol.
El problema de las barras bravas es quizá uno de los más graves que tenga que enfrentar este deporte y lo malo es que no han faltado periodistas que han tenido el coraje de hablar al respecto y decir que han sido los directivos de ciertos equipos, los responsables de que estas barras bravas existan, porque no han sabido, al igual que las autoridades, meterlos en control.
El título de esta columna habla del abuso y de verdad que es un señor abuso, algunos técnicos y jugadores ya empiezan a quejarse del cansancio, se están jugando compromisos de liga nacional, de campeonato y de compromisos internacionales cada 48 o 36 horas y no hay cuerpo humano que resista, y ahora se habla de que no serán 18 equipos únicamente los que disputarán el campeonato colombiano, sino 20, haciendo la cosa más complicada y para uno escandalizarse la respuesta del presidente de la División Mayor del Fútbol Colombiano (DIMAYOR) Ramón Jesurún, cuando dice que esto del fútbol es un negocio y de verdad que es un negocio para unas empresas que patrocinan los equipos, para la televisión y la radio que llenan sus arcas con los esfuerzos de unos jugadores, de algunos equipos que no cuentan con suficiente personal para responder y cumplir con los respectivos compromisos.
No podemos comparar al jugador que juega en Colombia con el que juega en Europa, pues el que está en el Viejo Continente por lo general tiene salarios más altos, mejores asistencias médicas y goza de comodidades que están muy lejos de ofrecerles a quienes juegan en el país.
Hemos sido testigos de muchos equipos que han sido llamados a rendir cuentas porque no cumplen con sus pagos a tiempo, porque no dan las garantías exigidas por el Gobierno a los trabajadores y porque simplemente se abusa del jugador, como si fuera simplemente un animal de carga, y eso que en este momento existen más campañas en pro de los animales que de los mismos seres humanos.
También es injusto que al ciudadano común y corriente se le meta la mano al bolsillo, sin tener en cuenta la difícil situación que se vive en el país para conseguir trabajo y tener por lo menos el sustento diario y fuera de eso exigírsele que asista a los estadios dos y hasta tres veces por semana, y hay aficionados que son tan irresponsables que hacen esto.
Es un negocio de publicidad, porque los estadios están totalmente desocupados, la gente no tiene con que ir a los escenarios deportivos o no tienen la motivación para hacerlo, teniendo al tiempo como rival, porque no es posible que una persona que tiene que trabajar salga de un estadio a las 10 de la noche de un domingo cuando debe madrugar a su sitio de trabajo después de las seis de la mañana.
No hay dinero que aguante, y no hay cuerpo que aguante y los señores de la DIMAYOR no piensan en esto y cuando se les pide que planteen lo relacionado a los horarios, no piensan sino en el favorecimiento de uno o dos grupos de televisión que son los copropietarios del fútbol colombiano.
No se está viendo calidad, se está viendo cantidad y un desgaste que no consideramos que sea necesario en cuanto a actividades deportivas tiene que ver.
Si se programaran bien los partidos y no tuviera que jugarse la liga nacional, el campeonato XX mas el campeonato XY y responder a los compromisos internacionales, como Copa Suramericana y otros tantos, veríamos muy buen fútbol si se hiciera un solo campeonato en donde hubiera descanso, reconocimiento y respeto al jugador y donde se considerara que el ser humano tiene sus limitaciones físicas, porque sin esto nunca iremos a tener un buen espectáculo.
Hay muchos directivos que no les importa nada de lo anterior que he comentado y que solo está dispuesto a llenarse sus bolsillos sin importar lo que a otros les pueda suceder.
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