¡Colombia S.O.S.!

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Por: Gustavo Castro Caycedo

En la noche de ese miércoles, el volcán lanzó materiales a más de 30 kilómetros. La masa expulsada fue de 35 millones de toneladas, y la de dióxido de azufre, más de 700.000. El humo y las cenizas alcanzaron 15 kilómetros de altura, y afectaron hasta al altiplano cundiboyacense. La erupción del volcán del Ruiz por su cráter Arenas, derritió su cumbre helada que mató a más de 20.000 seres humanos.

La erupción del volcán del Ruiz por su cráter Arenas, derritió su cumbre helada que mató a más de 20.000 seres humanos.

Viví el mayor privilegio y la satisfacción más grande que puede experimentar un periodista: realizar un especial de televisión con autonomía y sin intereses comerciales. Lograr exaltar en su verdadera dimensión el inmenso valor de centenares de seres humanos entregados con generosidad y dignidad a una gigantesca causa humanitaria, por Colombia. En mi vida dedicada al periodismo la mayor concesión que he tenido es, haber podido realizar el especial de Televisión, “Colombia S.O.S”, en homenaje a centenares de héroes anónimos y solidarios, salvadores de miles de vidas, luego del desastre causado por la erupción del volcán del Ruiz, el miércoles 13 de noviembre de 1985 a las 11 y 30 de la noche.

Ese fue el cuarto evento volcánico más mortífero desde el año 1500, y segundo más letal del siglo XX, luego del sucedido en el monte Pelée, isla de Martinica, en 1902. La avalancha de lodo y piedra arrasó a Armero, y afectó a Chinchiná, Ambalema, Anzoátegui, Cambao, Chinchiná, Guarinocito, Guayabal, Honda. Lérida, Líbano, Mariquita, Murillo, Santuario y Santa Isabel.

Rescatista de la Cruz Roja colombiana

Y causó estragos en los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello, Toche y Gualí. 

Miles de mujeres y hombres voluntarios, se entregaron a salvar vidas. Decenas de pilotos, generaron la proeza ‘helicoportada’ de salvamento que jamás había visto la humanidad por televisión. Su misión fue arrancar a miles de seres humanos de las garras de la muerte. Esa hazaña humanitaria nos llevó a realizar el programa “Colombia S.O.S”., sin comerciales, por respeto a las víctimas y a sus familias. Punch aceptó esta condición, en un gesto generoso nunca visto a una empresa de TV. Fue emitido el 15 de diciembre de 1985, de 8 y 30 a10 y 30 de la noche.

Testimonio descriptivo del General Álvaro Valencia Tovar

Por considerarlo un testimonio de alto valor descriptivo, transcribo la columna editorial del general Álvaro Valencia Tovar, en El Tiempo, seis días después. La tituló: “Colombia S.O.S”, y dijo: “Es una película que todos los colombianos deberían ver. Es preciso presentarla muchas veces, llevarla por dodo el país con la calidez de su mensaje aleccionador y emotivo. Una obra a la vez hermosa y trascendente”.

“Dejando tras de sí un saldo abrumador de catástrofes, frustraciones y heridas, esta producción fílmica para televisión rasga las sombras que parecen envolver a la nación colombiana, como pugnando por encenderlas en nuevo amanecer”.

“Gustavo Castro Caycedo, realizó una obra penetrante. Hurgando en el sub fondo de las tragedias que han golpeado el país, descubre momentos sublimes, perfiles generosos, acciones calladas y heroicas, que reconcilian al espectador con su patria y con su gente. Son rasgos de grandeza y generosidad en medio del pesar, del dolor y del hundimiento. Dos horas de producción, desfilan raudas, hasta el punto de que a su término parece que hubiese transcurrido apenas la mitad de ese lapso. El clímax del filme se alcanza con la catástrofe de Armero y Chinchiná. Sobreviene el desastre, el mar de lodo en que se convierte el descenso tempestuoso del hielo, licuado por el calor eruptivo del volcán que fuera atractivo de singular belleza sobre la hirsuta masa de cumbres de la cordillera.”.

“Las entrevistas alcanzan gran fuerza humana, salida de modestia de cada héroe. Allí en las voces quebradas por la fatiga, temblorosas de dolor, heridas por la intensidad de la tragedia, está Colombia. Las miradas, las expresiones, las palabras entre vigorosas y trémulas se apoderan del teleaudiente, disipan las visiones apocalípticas, iluminan de bondad el contorsionado escenario del drama”.

“El rescate de víctimas por aire, en camilla, en brazos nervudos y audaces, rivaliza en vigor narrativo (visual y sonoro), con cuanto ocurre en aquel caleidoscopio inmenso en que la zona de la catástrofe se ha convertido. No se sabe qué admirar más en aquella composición de escenas magistralmente trenzadas. Se vive cada segundo. Se comparte cada faceta respetuosa del dolor y con los salvadores la alegría de las vidas rescatadas”.

“Al producirse el crescendo final del sonido que acompaña la voz del narrador, prevalece la esperanza. La mayor virtud del filme reside en disipar del ánimo la depresión producida por la catástrofe, para reemplazarla por optimismo vibrante. Un pueblo como el que se refleja allí merece un destino diferente al de sucumbir bajo mares de lodo o ciegas embestidas de violencia humana”.

“El programa se propuso destacar algunos valores fundamentales del país: el de los héroes anónimos, que en los momentos de angustia surgen para trabajar contra la adversidad, aun exponiendo sus propias vidas; el del valor humano del país, en general, que se hace presente con fervorosa solidaridad en toda situación de catástrofe; y el del compromiso de todos los colombianos para manifestarse en las tragedias de todas las especies. Ahora se mostró cómo, en medio de la tragedia, subsiste la esperanza. Fue también un programa de agradecimiento a quienes desde el mundo nos dieran decisiva ayuda. Era necesario hacerlo y se hizo bien”.

Emitido en diferido en ocho países, también sin comerciales

En este especial que fue transmitido en diferido en ocho países también sin comerciales. A pesar de la magnitud de la tragedia en este no se mostró una sola gota de sangre, ni un solo herido, ni una escena amarillista. Solo las acciones de héroes y testimonios profundamente humanos que convirtieron la catástrofe en un acto de amor. Y lo más importante, en Punch Televisión, me aceptaron emitirlo sin un solo comercial, por respeto a las víctimas. Gesto único que jamás vi en ninguna otra empresa colombiana de TV.

El siguiente es el texto escrito parta ser leído durante el especial: “Colombia S.O.S”, por los locutores Juan Harvey Caicedo y Judith Sarmiento: Dos hechos pavorosos sucedidos en Colombia han conmovido al mundo, y produjeron una explosión de fe y de solidaridad humana que unió a miles de voluntarios colombianos y extranjeros, de un ejército espontáneos de héroes anónimos que se entregaron sin reservas para salvar vidas, diciendo al mundo que Colombia es más fuerte que sus tragedias.

Este informe especial, “Colombia S.O.S.”, es un despliegue de luz de seres humanos salvadores. Y un punto de encuentro en la esperanza de los colombianos. Los protagonistas maravillosos los vi el mundo por televisión.  A todos los rincones llegó la imagen de los héroes civiles rescatistas, y la de los helicópteros desde los que redimieron a heridos y damnificados.

Miles de colombianos han vuelto a vivir por acción de los pilotos héroes que quedaron en el anonimato, como la mayoría de los salvadores, es decir:  médicos, paramédicos, enfermeras, policías, bomberos, miembros del cuerpos de rescate, voluntarios de la Defensa Civil, estudiantes, soldados, socorristas de la Cruz Roja, ingenieros, alpinistas, sismólogos, radioaficionados y centenarios de civiles voluntarios. Todos han sido ejemplo de humanismo para nuestra sociedad, tristemente distanciada por rencores inauditos, por diferencias sociales y políticas, o por otras diferencias insólitas.

“Colombia SOS”, honra a todos los que dijeron: ¡Presente!

La tragedia del Ruiz hizo aflorar el amor las fraternidades colombiana y extranjera. Más de 800 salvadores llegaron del exterior a la zona devastada, para rescatar víctimas y salvar vidas. Los testimonios plenos de fe y sensibilidad humana en este

documental demuestran la inmensa fuerza de nuestra sociedad cuando está unida.

Estos verdaderos misioneros son muestra de un pueblo recio y valiente; emergieron desde el silencio de su valor anónimo pero grandioso. “Colombia SOS”, los honra, a los nacionales y a quienes vinieron desde Aruba, Argentina, Australia, Chile, Bélgica, las dos Alemanias, Canadá, Corea del Sur, Checoslovaquia, Dinamarca, Ecuador, España, Estados Unidos, Finlandia, Gran Bretaña, Guatemala, Holanda, Hungría, Italia, Israel, Japón, México, Noruega, Panamá, Perú, Polonia, República Dominicana, Rumania, Mónaco, Suecia, Suiza, Rusia, Uruguay, y Yugoeslavia.

Y también a los funcionarios de la Comunidad Económica Europea, la Cruz Roja, la ONU, Unicef, Unesco, Undro, OPS, OMS, Ofasa y Adra. Al príncipe de Bélgica, a la esposa del presidente de Francia, a la Reina Sofía de España, y al presidente Jimmy Carter, quienes vinieron a Colombia. Y a los de Estados Unidos, Francia, España, Japón, Inglaterra, y Brasil, los mayores donantes en el inmenso despliegue mundial de hermandad. Estos países han aportado más de 40 millones de dólares en ayuda. Y otros, han enviado hospitales portátiles con 300 camas, carpas, material quirúrgico, ropa, alimentos, frazadas, enlatados, plantas purificadoras de agua, megáfonos, vacunas, sangre, colchones, vehículos…. ¡Y mucho más!

La voz de aliento del papa y de muchos presidentes y mandatarios y la venida al país del príncipe de Bélgica, la esposa del presidente de Francia, la Reina Sofía de España, y el presidente Jimmy Carter, se ha unido a más de 30 millones de colombianos que hoy les dicen: GRACIAS.

Las cifras de la tragedia del Ruiz calculadas hasta ahora son aterradoras: hay más 200.000 damnificados. Murieron más de 20.000 seres humanos. En Armero desapareció más del ochenta por ciento de la población urbana, y quienes se salvaron, son hoy damnificados.

Desapareció el noventa por ciento de la ciudad. Hay más de cinco mil heridos, y centenares de huérfanos, jóvenes y ancianos sin familia y sin un techo bajo el cual vivir donde vivir. Muchos sufren graves traumas sicológicos. 4.400 viviendas fueron destruidas por la avalancha, otras 750 sufrieron graves daños. Y 50 establecimientos educativos, 60 microempresas, muchas haciendas, iglesias, hospitales y comercios “fueron borrados del mapa”.

El lodo barrió o sepultó postes de energía, cárceles, juzgados, hogares infantiles, barrios enteros, el acueducto y el alcantarillado, dejando a los sobrevivientes sin agua potable. Kilómetros de carreteras y cientos de caminos vecinales fueron afectados.  Las vías férreas, nueve puentes, y 15 municipios sufrieron la tragedia. 11.000 hectáreas agrícolas y ganaderas, con cosechas de arroz, sorgo, soya, maíz, frijol, y una infraestructura agrícola representada en equipos y maquinaria, silos y establos con productos almacenados, se esfumaron.

Murieron miles de reses y muchas más fueron afectadas. Los empresarios agrícolas vieron cómo se extinguía de un plumazo el trabajo de toda su vida. Sembrados de papa y fruta, hasta ben Boyacá, fueron quemados por la ceniza. Hubo daños en tres centrales hidroeléctricas y dos subestaciones, y quedaron cortados tres oleoductos.  Vehículos, semillas, tractores, trapiches y bodegas fueron arrasadas por la avalancha. Las inmensas pérdidas materiales han golpeado la economía de las familias damnificadas y del país. La magnitud del desastre es incalculable.

Socorristas de la DEFENSA CIVIL

Por milagro de Dios y de las mujeres y hombres voluntarios, valerosos, en medio de la catástrofe miles de vidas fueron salvadas gracias a su sensibilidad y a la entrega.  Su alma solidaria hizo de esta dura causa, la suya. Desafiaron la naturaleza que hirió de muerte a Colombia. Que “un pedazo más” de nuestra patria no haya perecido en su dolor, se debe a su apoyo resuelto y generoso.

La acción ‘helicoportada’ de rescate más grande del mundo

 

Los pilotos de la esperanza, cuyas imágenes se mimetizaron dentro de los helicópteros milagrosos, sumaron la empresa de salvamento ‘helicoportado’ más grande de la historia, jamás presenciado antes en la televisión del mundo. Arriesgando sus vidas al realizar maniobras imposibles, los pilotos héroes rescataron a más de tres mil heridos, sin haber provocado un solo accidente.

Durante los días siguientes a la avalancha, una flotilla de más de 60 helicópteros, y pilotos colombianos o enviados por Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra, Perú, Ecuador, Brasil, Venezuela y otros países,

Durante los días siguientes a la avalancha, una flotilla de más de 60 helicópteros, y pilotos colombianos o enviados por Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra, Perú, Ecuador, Brasil, Venezuela y otros países, y los de la Fuerza Aérea Colombiana, Helicol y la Policía Nacional, fueron noticia mundial. Les bautizaron, como: “Los pilotos de la vida y la esperanza”; ellos acumularon casi 5.000 horas de vuelo en operaciones de salvamento. Realizaron maniobras casi suicidas. Rescataron a centenares de sobrevivientes, sin causar un solo accidente, aún que desafiaron el cansancio, el mal tiempo, y la oscuridad.

En el inventario histórico humanitario quedaron grabados los pilotos venidos de Perú, Estados Unidos, Venezuela, Francia, Canadá e Inglaterra, y los de 12 helicópteros de la Fuerza Aérea Colombiana, seis de la policía, ocho de Helicol, más los de Helitaxi, y otras empresas nacionales. Todos, desafiaron el cansancio, el mal tiempo, la oscuridad, y la propia tragedia, con vuelos, en algunos casos, suicidas.

Esos pilotos sobrepasaron las 3.000 horas de vuelo en operaciones de rescate y evacuación de sobrevivientes. Desde el 14 de noviembre de 1985, Colombia y el mundo a través de la televisión vieron la hermosa acción cumplida los pilotos humanitarios, aunque sus caras quedaron en el anonimato. Nuestros héroes “y los venidos de lejos”, han prodigaron aliento cargando largas horas la tragedia a sus espaldas, rescatado heridos y mutilados, soportando el peso de la fatalidad con sus fuerzas consumidas por el esfuerzo y la angustia. Y calmando las angustias de las víctimas aterrorizadas. Salvando vidas, arriesgando la propia. Esas mujeres y hombres han integrado una insuperable selección humana

Dentro de cada overol naranja, azul, o verde, hay un hombre con más humanidad de la corriente. Los voluntarios han dado apoyo logístico a las actividades de rescate y socorro, ejercitando valerosas acciones. Son hombres y mujeres que ponen en operación todos sus equipos terrestres o aéreos, y su corazón. Miles de damnificados han recibido su ayuda desinteresada y siempre oportuna.  La Defensa Civil la integran: amas de casa, estudiantes, obreros, comerciantes, empleados, jóvenes y adultos, todos ellos viven siempre atentos al S.O.S. de Colombia.

Más de 6.000 radioaficionados en el mundo, frente a sus transistores, han rastreado las angustias del país.

Más de 6.000 radioaficionados en el mundo, frente a sus transistores, han rastreado las angustias del país. Su ayuda ha sido una vital comunicación en directo con la esperanza. Por ellos han sido conseguidas medicinas, se ha coordinado el traslado de heridos, el reencuentro de sobrevivientes, y se han canalizado ayudas. El S.O.S. de Armero a Colombia y al mundo, se escuchó en la voz de un aficionado héroe, cuya voz se cortó bajo la avalancha de lodo. A partir de ese momento comenzó su labor. Para ellos los días de sus transmisiones han sido de 24 horas.

Los voluntarios no tienen tiempo para lamentaciones

Los bomberos con vocación de salvadores socorren y si pueden dormir, lo hacen con su ropa de trabajo puesta. Prestos al rescate. La silueta de sus cascos es una imagen de esperanza. En la tragedia del Ruiz varios han muerto por salvar a otros.

Los héroes civiles rescatistas han sentido a Colombia y han aparecido cuando no se les esperaba. Han reaccionado ante el dolor ajeno y se han entregado a socorrer, dando hasta su última fuerza demostrando resistencia física y olvidándose de sí mismos. Miles de colombianos han llevado en su corazón la palabra solidaridad.

Otros hombres y mujeres han logrado el envío oportuno de medicamentos, alimentos y auxilios, para mitigar el dolor. Han trabajado en la ubicación segura de los heridos, en que los niños encuentren a sus padres, o que las víctimas reciban ayuda. La recolección de auxilio y el salvamento de vidas ha dependido de un micrófono, una cámara, una máquina de escribir. Frente a ellas, los periodistas serios y profesionales, le hace honor a Colombia.

Los voluntarios no tienen tiempo para dedicarse a las lamentaciones. Con la moral siempre en alto saben que tienen que seguir adelante, haciendo alarde de resistencia física y moral. Lo vital es servir. A tiempo que el alma se conmueve con el infortunio, admira a tantos héroes que salvar una vida, ofrendan la suya.

La avalancha del río Lagunilla sepultó Armero y causó luto a Colombia. Dejó 22.000 muertos, 5.000 heridos, unos 4.000 desaparecidos, 20.611 damnificados; a miles de personas sin vivienda, infinidad de mutilados y seres derrumbados psicológicamente. Las pérdidas económicas fueron incalculables, por la destrucción de miles de viviendas, puentes, carreteras, cultivos, etc.

A las 11 y 30, la erupción del volcán produjo una enorme corriente de agua y barro de seis metros por segundo; se extendió por Armero, arrastrando seres humanos, casas, automóviles, árboles y animales. Y le siguieron otras tres oleadas.

Dentro de cada overol de los jóvenes o adultos héroes, hay mujeres y hombres plenos de humanidad. Los héroes anónimos por salvar otras vidas han arriesgado la suya, rescatando heridos y mutilados, soportando el peso de su fatalidad con las fuerzas casi consumidas por el trabajo y la angustia. Y dando calma a las víctimas aterrorizadas. Su misión es salvar vidas, sin lamentarse; haciendo alarde de resistencia física y moral. Otros miles de colombianos solidarios han hecho kilométricas filas para donar su sangre, o auxilios para los damnificados.

El Tiempo, El Espectador y la ministra de Comunicaciones

El editorial de El Tiempo, del 18 de diciembre de 1985 titulado, “Colombia S.O.S.”, dijo:” Debemos registrar con el más franco aplauso el programa, verdaderamente institucional, que la Primera Cadena de televisión transmitió el domingo anterior con el rótulo de “Colombia S.O.S.”, auspiciado por Punch en Inravisión y dirigido con el máximo acierto por Gustavo Castro Caycedo. Programas como ese resultan ciertamente ejemplares, suficientes para reconciliar a los televidentes”.

“Con el subfondo de algunos hechos trágicos –el terremoto de Popayán, las inundaciones en la Costa Atlántica, los episodios del Palacio de Justicia y la tragedia de Armero-, el programa se propuso destacar algunos valores fundamentales del país: el de los héroes anónimos, que en los momentos de angustia surgen para trabajar contra la adversidad, aun exponiendo sus propias vidas; el del valor humano del país, que se hace presente con fervorosa solidaridad  en toda situación de catástrofe; y el del compromiso de todos los colombianos para manifestarse en las tragedias de todas las especies”.

“Día a día” de El Espectador, del martes 17 de diciembre de 1985, tituló: “Televisión por lo alto”, y expresó: “Fue oportuna la presentación por la TV de un detallado informe sobre la que podría llamarse cara oculta de la tragedia del Ruíz, que es la abnegada labor, con frecuencia heroica y siempre generosa de cientos de voluntarios de todas las categorías y de los que, siendo miembros de cuerpos organizados, ayudaron mucho más allá de lo que era su obligación”.

“Fue y sigue siendo una tarea inmensa, que mostró con alto concepto de la dignidad de la televisión Gustavo Castro Caycedo, por completo alejado del sentido ‘miserabilista’ de la noticia, de la explotación del dolor ajeno, del sensacionalismo barato que en los días siguientes a la tragedia tanto desagrado y protesta causaron”.

La ministra de Comunicaciones, Nohemí Sanín Posada, envió un oficio, diciendo:  “La admirable realización televisiva que Producciones Punch logró, bajo su dirección, con el programa “Colombia S.O.S.”, se constituyó en un gran homenaje a la solidaridad y tenacidad de nuestros compatriotas, y en especial a la labor heroica de millares de voluntarios que en forma anónima trabajan arriesgando su propia vida”(…) “Este documental, a todas luces revela un arduo trabajo de investigación, así como una ejemplar muestra de gran periodismo”.

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