Europa más fría que el Ártico

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María Isabel Basteiro M.

Corresponsal en Europa

Mediciones satelitales muestran que en el Polo Norte las temperaturas han subido más allá de los 2°C, eso significa 10°C más de lo normal, y 25°C menos que en países como Noruega.

En términos especializados, un ciclón estratósferico desestabiliza el vórtice polar ártico por lo que sus vientos se expanden hacia latitudes inferiores. Mientras más débil es el vórtice, más probabilidad tiene de desplazarse.

Hablando claro y para resumir: un frío inaguantable y catastrófico que viene de Siberia, tiene a Europa en jaque.

Lo llaman Oso siberiano o Bestia del Este. Lleva varios días instalado en toda Europa, Rusia cómo no, Rumania, Polonia, Hungría, Bélgica, Holanda, Suiza, Francia, Reino Unido… llegando hasta el sur, Italia y España.

En cuestión de una semana ha dejado nevadas en capitales de suaves inviernos como Roma, los canales de Amsterdam congelados, temperaturas de -27ºC a -35ºC en Suiza y Moscú, playas españolas cubiertas de nieve y a todos los europeos enfundados hasta los ojos en gorros, bufandas, guantes, abrigos y botas.

Más allá de lo climatológico, este frío está teniendo un alto coste en vidas humanas y en lo cotidiano. Los fallecidos por el frío pasan de cincuenta. Se han cerrado aeropuertos por tormentas de nieve de más de 140 kilómetros por hora; miles de personas han quedado atrapadas en sus coches, durante horas, a lo largo y ancho de Europa, por culpa de la nieve acumulada. En casi todos los países se han cancelado clases ante la imposibilidad de desplazarse hasta los colegios. Se multiplican los accidentes de coches, autobuses y camiones por causa del hielo, hay poblaciones aisladas de las que solo se puede salir en helicópteros de rescate; y -como mínimo- toda Europa está pendiente de los noticieros, en los que la Bestia ocupa el mayor porcentaje de información.

A esta situación se suman las consecuencias de la tempestad Emma que aumenta las precipitaciones y la fuerza del viento. La lluvia constante se convierte en nieve y el viento helado alcanza tal velocidad que arrastra durante metros a quien se atreve a salir a la calle, como sucedió en Holanda recientemente.

El mar, dónde las rachas de viento llegan a 160 kilómetros, se ha comido playas, ha destruido paseos marítimos y ha atravesado avenidas para llegar a la puerta de las viviendas. Desde el aire, una inmensa capa blanca de nieve cubre el mapa y cuando no, se ven zonas verdaderas castigadas por el la lluvia y la violencia del mar.

Es como ver la escena de una de tantas películas apocalípticas en la que aparece un presentador anunciando “la gran catástrofe mundial”.

Mientras tanto, el frío siberiano trae consigo un aumento del consumo del gas que, también de Siberia, recibe toda el continente. Esto resulta bastante paradójico si consideramos la Unión Europea debate como evitar su dependencia del petroleo y gas de Rusia.

Dado que el 70% por ciento del petróleo y el 65% del gas que exporta Rusia vienen a Europa, el momento no puede resultar más crucial, teniendo en cuenta que el continente importa el 50% de lo que consume.

¿Puede Europa vivir sin los 130.000 millones de metros cúbicos de gas que importa cada año de Rusia? Y, si así fuera, ¿Cómo cubriría ésta el 54% de sus ingresos por exportaciones?

Si además de eso, hay que ir al Ártico para evitar el frío…se puede decir sin lugar a dudas que el ciclón estratósferico empieza a tener consecuencias estratosféricas.

 

 

 

 

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