ANÁLISIS LEY DEL MONTES | ¿Petro se devorará a Fajardo?

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Por: Oscar Montes

@LeydelMontes

El exgobernador de Antioquia es el gran damnificado con el crecimiento del exalcalde de Bogotá. ¿Vuelve a fracasar el centro?

Es muy difícil que en Colombia las propuestas políticas de centro tengan un final feliz. Somos un país polarizado y no tenemos muchas ganas de cambiar. Nos movemos entre dos extremos: los buenos y los malos, los decentes y los indecentes, la guerra y la paz, el Sí y el No. La polarización política no es nueva. Uno de los casos más recientes es el de Noemí Sanín, que la padeció en el 98, cuando entre Andrés Pastrana y Horacio Serpa se encargaron de molerla como candidata del centro. Antanas Mockus llegó un poquito más lejos, pero entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, lo destrozaron en el 2010.

En Colombia las campañas que se consolidan y que triunfan son las más radicales. Y ello es así porque a la mayoría de los colombianos nos gusta ver el mundo en blanco y negro, sin matices de ningún tipo. A nosotros el gris nos asusta, pues nos indica que algo muy grave va a suceder. Nada más feo que una tarde gris.

Por cuenta de tornarse gris, la campaña de Sergio Fajardo atraviesa su momento más difícil. Su estrategia de no confrontar desde la comodidad del centro terminó por pasarle factura. A ello contribuyó -sin duda- la irrupción repentina de Gustavo Petro, que -a diferencia de Fajardo- si le gusta la pelea cuerpo a cuerpo y la confrontación sin tregua y sin pausa. Si Fajardo no da un golpe de timón, Petro terminará por engullírselo.

En la otra orilla -la de la derecha- el problema no es por falta de peleadores, porque eso es lo que hay, empezando por Álvaro Uribe y Germán Vargas Lleras. El primero no tiene problemas en arremangarse la camisa para “darle en la cara marica” a quien se atreva a desafiarlo y el segundo no solo sacó el carácter de su abuelo –el expresidente Carlos Lleras Restrepo–, sino que tampoco se mide a la hora de repartir “coscorrones”.

La apuesta de Petro de radicalizar aún más la campaña electoral le ha dado buenos resultados. Lo catapultó al primer lugar de las encuestas, desdibujó a Fajardo, arrinconó a Humberto De la Calle y envalentonó a miles de jóvenes, que creen que los culpables de la crisis colombiana son los ricos y que es por ellos que no nadamos en ríos de miel, como sostiene Petro. Los petristas creen que el modelo económico exitoso es aquel que empobrece a los ricos, como hicieron Chávez y Maduro en Venezuela, que acabaron a punta de persecuciones y expropiaciones con su aparato productivo.

Hoy Venezuela no tiene plata para producir alimentos, pero tampoco para comprarlos. Por eso los venezolanos aguantan hambre. El incremento “substancial” de los impuestos a quienes movían las fincas, las industrias y las empresas los llevaron a la quiebra y hoy lo que abundan son fincas, empresas y fábricas abandonadas. El Estado que primero las quebró y luego las expropió, no fue capaz de encender sus motores. Los pobres quedaron con fincas, empresas e industrias, pero no tienen ni idea de cómo funcionan.

El discurso “anti-establecimiento”, que debió liderar Fajardo, quedó en manos de Petro, quien se cuida de meter en ese saco a Santos, su socio político en 2014, cuando derrotó a Óscar Iván Zuluaga en la segunda vuelta.

¿Qué pasó con la campaña de Fajardo? ¿El fenómeno Petro llegó para quedarse? ¿Con Vargas Lleras la pelea es peleando?

Fajardo, ¿sin el pan y sin el queso?

Uno de los puntos fuertes de Gustavo Petro y Germán Vargas Lleras es Bogotá. Ambos tienen un buen número de votantes en la ciudad con mayor potencial electoral del país. Las encuestas indican que en estos momentos uno de cada tres votantes bogotanos lo haría por Petro. Se trata, pues, de un fortín muy poderoso. Sergio Fajardo también le apostó a Bogotá en su afán por desantioqueñizarse. De hecho, su alianza con Claudia López y Jorge Enrique Robledo también obedeció a ese propósito, puesto que ambos son fuertes en la capital del país, al igual que el senador del Polo, Iván Cepeda. Pero esa apuesta tenía un riesgo: que la izquierda radical no mordiera el anzuelo de Fajardo como izquierdista y que el «centro-moderado» lo viera como demasiado zurdo. Y eso fue lo que pasó. Al comenzar a crecer la candidatura de Petro, la izquierda radical de la alianza Fajardo-Robledo-López empezó a pedir pistas donde Petro, quien hábilmente los ha sabido seducir. Hoy el grueso del Polo votaría por Petro en la consulta interna del 11 de marzo en su confrotación con Carlos Caicedo. Y de acuerdo a cómo les vaya en las parlamentarias a los progresistas de Petro, decidirán si se mantienen con Fajardo o emigran definitivamente para donde el exalcalde de Bogotá. Y por su parte los votantes del “centro-moderado” quedaron aterrados cuando vieron la foto de Fajardo al lado de Iván Cepeda. Conclusión: Fajardo se está quedando sin el pan y sin el queso. Unos no lo quieren por no ser lo suficientemente de izquierda y otros no lo pasan por ser demasiado zurdo.

Marzo decide la suerte de Fajardo y Petro

Si en marzo las listas progresistas salen fortalecidas y las del Polo Democrático y los verdes salen debilitadas, Petro se quedaría como amo y señor de la gran alianza electoral que buscaría acuerdos para llegar a la primera vuelta presidencial con un candidato único, que no sería nadie distinto a él. En ese escenario, Fajardo tendría que dar un paso al costado y desmontar su campaña. La llegada de Humberto De la Calle a esa alianza también dependería de los resultados del liberalismo en marzo: si le va muy bien, ingresa por la puerta delantera, pero si le va regular tirando a mal, entonces entra por la ventana. Ahí sí, todos unidos, le apostarían a derrotar en la primera vuelta a los candidatos de la centro-derecha, que serían Vargas Lleras por un lado y quien gane la consulta interna de marzo entre Duque, Martínez y Ordóñez. ¿Y qué pasa si a Petro y a sus amigos “decentes” les va mal? Pues ocurriría lo contrario: que Petro tendría que bajarse del bus de su campaña para respaldar a Fajardo. Pero, aunque complicado ese no pasa de ser un asunto menor. El verdadero problema de Petro sería de plata, pues si desmonta su candidatura después de haber derrotado a Caicedo en la consulta interna, deberá devolverle a la Registraduría los casi $30.000 millones que esa entidad se gastaría en dicha consulta. Si Petro -según Gustavo Bolívar, su amigo y número uno en la lista de los “decentes” al Senado- está colgado en el pago de varias cuotas de su apartamento, porque la plata no le alcanza, ¿de dónde piensa sacar los $30.000 millones para reintegrárselos a la Registraduría? Ahí sí tendría que dejar de comprar los zapatos Ferragamo de $3 millones que tanto le gustan y ahorrarse esa platica.

De la ‘Ñoñomanía’ a la ‘Petromanía’

Hoy se habla de una Petromanía como se habló hasta hace algún tiempo de una Ñoñomanía. ¿Es válida la comparación? En principio no tiene ninguna validez, pues Petro no tiene mayores afinidades con Bernardo ‘Ñoño’ Elías, más allá de su origen cordobés. El primero nació en Ciénaga de Oro y el segundo en Sahagún. Pero desde el punto de vista político se podría decir que Petro es la antípoda de Ñoño. De hecho, Petro combate lo que Ñoño representa. Ambos -eso sí- ejercen sobre sus electores pleno control. Ñoño se convirtió en el mayor elector del país, hasta el punto de ser fundamental para llevar a Santos por segunda vez a la Casa de Nariño, mientras que Petro podría convertirse en el suceso electoral de la primera vuelta presidencial. En ese sentido ambos son fenómenos electorales. El caudillismo de Petro lo convierte en una especie de salvador para sus seguidores quienes indignados y frustrados ven en él la solución a todos sus problemas. Petro es para los petristas lo que era Chávez para los chavistas. Punto. En el caso de Ñoño, nadie más que él tenía la llave para abrir las cajas de donde salían los recursos para solucionar los males de Sahagún y de aquellos departamentos donde el senador del Partido de La U tenía su fortín electoral. Tanto Petro como Ñoño conciben la política no como un ejercicio colectivo, sino como una actividad individual. En ambos prima el culto a la personalidad y su éxito es más producto de un cálculo político que un compromiso altruista, generoso y solidario. Que ahora haya Petromanía, como antes hubo Ñoñomanía, es algo que tampoco puede ocultarse, aunque a los “petromaníacos” la comparación les produzca dolor de estómago.

¿Germán es el man?

A Germán Vargas Lleras en la plaza pública le va mejor que en las encuestas. De hecho, de los candidatos presidenciales es el único que podría decirse que ha llenado todas las plazas donde se ha presentado. La de Cali la atiborró hasta las banderas y la más reciente fue la de Cúcuta, donde llevó a más de 40.000 personas a escuchar su discurso antichavista y antipetrista, que para él son la misma cosa. Vargas Lleras es hoy por hoy el “gallo” que le marca territorio a Petro. Conoce al dedillo todos los números de Bogotá y por eso cada vez que puede se refiere a la administración de Petro como un fracaso y la llama populista. Los números de Vargas Lleras con relación a Bogotá son bien distintos a los de Petro. Sobre los mil jardines infantiles que Petro prometió que construiría en Bogotá, Vargas Lleras dice que solo construyó «seis», de los 100 nuevos colegios que ofreció, solo «reconstruyó diez», según el exvicepresidente. Del programa de salud, una de las banderas de Petro como alcalde de Bogotá, Vargas Lleras sostiene que solo ejecutó el 14 %. De otro lado, la especie de limbo en que cayó la campaña uribista, que solo hasta el 11 de marzo tendrá candidato de la alianza con Pastrana, ha sido muy bien aprovechada por Vargas Lleras, quien ha sabido capitalizar la inconformidad de amplios e influyentes sectores de la centro-derecha nacional. De hecho, luego de las elecciones de marzo, se da por descontada la llegada a sus huestes de un buen grupo de parlamentarios conservadores, liberales y de La U. En caso de ser uno de los ganadores de marzo, Vargas Lleras habrá recorrido un buen tramo del camino para llegar a la Presidencia. Tener el respaldo de un Congreso amigo, por cuenta del susto que les produce a senadores y representantes  la posibilidad de ser revocados por Petro, los acercaría mucho más al ex vicepresidente. Es evidente que la apuesta de Petro es una Asamblea Constituyente, que para los congresistas solo tiene un significado: Revocatoria.

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