Sin reglas de juego

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Urge garantizar la confianza frente a reglas del juego básicas.
Por: Juan Lozano
Lo que genera incertidumbre y desconfianza entre los inversionistas, los empresarios y los ciudadanos en general es que, de la mano de un gobierno improvisador que no hace valer ni siquiera la palabra del Presidente, se acabaron las reglas de juego.
Hoy desde Abu Dabi, mañana desde cualquier lugar del mundo, el Presidente manda mensajes abstractos en inglés y en español como si reinara en vez de gobernar, perfectos para despertar aplausos circunstanciales en los salones repletos de extranjeros desinformados sobre Colombia, donde le cuelgan medallas y brindan con champaña. Ya lo trinó ‘Actualidad Panamericana’ con su sarcástica agudeza tuitera: “Corregimiento de Tumaco logra que Santos lo incluya en su agenda al ofrecerle falsa entrega de doctorado ‘honoris causa’ ”.

Lo dijo también, y muy en serio, Antonio Caballero en ‘Semana’: “Y de parte del Gobierno, en fin, qué frivolidad. El presidente Juan Manuel Santos se va de paseo a tierras extrañas para que le den premios y más premios por una paz que se está hundiendo en la suya”. (Lo dice, valga aclarar, tras una fuerte andanada contra congresistas que eran del Gobierno cuando se firmaron los pactos y que ahora “dejan que en el Congreso se derrumbe la JEP no por convicción: por interés y por codicia. Porque quieren venderse. Porque quieren negociar sus votos a cambio de más puestos y más contratos”).

En ese entorno, cuando ya corre el calendario electoral, les están metiendo mano a las reglas de juego para las próximas elecciones. Como si iniciado un partido de fútbol, el árbitro decidiera que los goles de un equipo valgan por dos o que un equipo tendrá derecho a meter a la cancha 12 jugadores.

No hay reglas de juego para unas elecciones que son dentro de 4 meses. Las quieren cambiar tardíamente y a la brava. Lo peor es que ni siquiera se sabe por cuáles reglas las quieren cambiar porque todo depende de una negociación entre el Gobierno y algunos congresistas. La Constitución es manoseable al por mayor y al detal. No es posible saber hoy quiénes podrán inscribirse y quiénes no, cuáles criminales de lesa humanidad podrán acceder a una curul y cuáles no, cuáles coaliciones podrán desarrollarse y cuáles no.

No hay reglas de juego para la justicia, porque la justicia especial las cambió, pero no hay justicia especial porque no hay ley que la desarrolle aunque ya estén designados quienes operarán la justicia que no existe. No hay reglas de juego para la inversión porque el Gobierno, que se comprometió con no subir los impuestos, los ha subido cuatro veces. No hay reglas de juego para el capital porque el Gobierno, que se eligió sobre la base de mantener los postulados de la confianza inversionista, abandonó sus herramientas principales y porque optaron por cambiar estabilidad jurídica por recaudo.

No hay reglas de juego para los ricos porque desde la Casa de Nariño un día los adulan y otro dicen que los van a hacer chillar. No hay reglas de juego para los pobres porque no hay una política uniforme de asignación de subsidios y quedan al vaivén del populismo. No hay reglas de juego para los asalariados porque por la urgencia fiscal los sometieron súbitamente a unos gravámenes brutales.

Los ejemplos abundan. No hay reglas de juego para los pacientes de Saludcoop porque Cafesalud los iba a redimir, pero no hay reglas de juego para los mismos pacientes de Cafesalud porque Medimás sería la solución, pero no hay reglas de juego para los usuarios de Medimás porque la Superintendencia no actúa con suficiente prontitud en defensa de los usuarios.

Así no es posible ni consolidar la paz ni que el país progrese. Y luego se preguntan por qué hay desconfianza, por qué hay tantos proyectos represados, por qué la economía no repunta no obstante la recuperación de los precios del petróleo y por qué tantos inversionistas están buscando otros países donde sí respeten las reglas de juego.

JUAN LOZANO

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