El lento camino a la paz con el ELN

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La escena transcurre en medio de la selva tropical del Alto Baudó, un municipio del centro-occidente de Colombia, cerca de la costa del Pacífico. Unos combatientes del Frente de Guerra Occidental del Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla más activa del país tras la desmovilización de las FARC y su conversión en partido político, detienen a un líder indígena y lo asesinan, aduciendo como excusa su presunto vínculo con la inteligencia militar. Este crimen, ocurrido el pasado 25 de octubre, es el ejemplo más reciente del largo camino que afrontan las autoridades para lograr la paz con este grupo insurgente, que nació en 1964, cuenta con alrededor de 2.000 hombres armados y sigue representando una amenaza para la convivencia en las zonas rurales.

El Gobierno de Juan Manuel Santos y ELN acaban de cumplir un mes de alto el fuego, una etapa transitoria que fue anunciada en septiembre en vísperas de la visita al país del papa Francisco, se hizo efectiva el 1 de octubre y culminará en enero. Las partes negocian en una mesa de diálogo instalada en Quito, capital de Ecuador, el pasado febrero y, al margen de esta suspensión temporal de las hostilidades, todavía no han alcanzado acuerdos significativos.

Los ministros de Exteriores de la UE prevén eliminar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de su lista de organizaciones terroristas durante una cita prevista hoy en Bruselas, según indicaron fuentes comunitarias a Efe. La decisión estaba tomada de antemano —el 26 de septiembre de 2016 se suspendieron durante seis meses las sanciones contra las FARC tras el acuerdo de paz— y los ministros esperan ratificar hot ese consenso, señalaron dichas fuentes, que agregaron que el Comité de Embajadores Permanentes de la UE ya ha remitido los actos jurídicos correspondientes para que sean respaldados por los ministros. El asunto se aprobará en el consejo sin debate. Las FARC, reconvertidas en partido político tras más de medio siglo de conflicto armado y que participarán en las elecciones de 2018 en Colombia, fueron incluidas en la lista de organizaciones terroristas el 9 de septiembre de 2001.

El viernes, el Alto Comisionado para la Paz, el máximo organismo gubernamental encargado de la gestión del conflicto, acusó a los guerrilleros de mentir sobre las circunstancias de la muerte del gobernador indígena, Aulio Isarama Forastero. Estos habían tratado de eludir responsabilidades al asegurar que actuaron en defensa propia, pero la autopsia demostró lo contrario. “Se encuentran evidencias de un disparo a contacto firme en un tórax desnudo. Esto constituye una evidencia científica de un estado de indefensión”, mantiene el informe del instituto de Medicina Legal.

Así las cosas, el Alto Comisionado consideró que “este asesinato constituye una clara violación al acuerdo de cese al fuego” e instó al frente de guerra occidental que detenga la violencia contra la población civil en el departamento del Chocó. Ese es el territorio que, según el negociador jefe del Ejecutivo, Juan Camilo Restrepo, más preocupa, aunque destaca el “enorme alivio humanitario” registrado desde el pasado 1 de octubre para las comunidades más azotadas por la guerra. Pablo Beltrán, el responsable de la negociación por parte del ELN, calificó hace una semana de «hecho histórico» este período de paz, aunque lamentó el aumento de «las amenazas y los asesinatos de líderes sociales».

Ampliar los plazos

Este episodio ha sido hasta ahora la principal mancha de un alto el fuego verificado por Naciones Unidas y la Iglesia que, además, pidieron ampliar sus plazos. Los analistas lo califican de positivo en términos estadísticos. Con todo, refleja las dificultades del diálogo con una organización, con unos postulados ideológicos que mezclan marxismo y cristianismo, tradicionalmente mucho menos jerárquica y más descontrolada que las FARC.

Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), se muestra optimista sobre los resultados de este periodo, aunque invita a la prudencia. “En mes y medio no se ha producido ninguna acción contra la fuerza pública y las infraestructuras”, señala. “El segundo elemento está conectado, y es la gran capacidad de control que ha logrado el ELN en estos días”. En general, cree que el alto el fuego “va muy bien”, pero recuerda que “gran parte de lo que hace el ELN es un trabajo clandestino”. “Uno tiene que ser muy cauto al evaluar estos resultados, porque puede ser que lo que esté haciendo es ocultar más sus crímenes”, razona. Además, Restrepo pone el acento en que el cese al fuego se ha debido principalmente a una presión externa y, una vez acabe, se volverá a una negociación que de momento no ha conseguido avances significativos.

Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, resalta el “éxito importante” de esta etapa, aunque recuerda que el asesinato del representante indígena “ha empañado brutalmente el cese al fuego”. “Hay que decir que los incidentes son bastante normales, pero Colombia estaba pidiendo que no existiera ningún tipo de incidente, bajo la lógica de que todos lo van a cobrar muy duro”, apunta.

El contexto en el que se produce es el del fin de un conflicto armado de más de medio siglo con las FARC, que ya han comenzado a participar en política y están en pleno proceso de transición a la vida civil. Así las cosas, la paz plena con el ELN representa para Colombia uno de sus próximos grandes desafíos.

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