Las visitas inesperadas del Papa Francisco

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Por Guillermo Romero Salamanca

Bogotá, 13 de agosto_ RAM_¿Qué haría usted si suena el timbre de su casa, abre la puerta y ¡zas!, quien está allí es el Papa Francisco, sonriendo, extendiéndole la mano para saludarlo y viéndole su cara de desconcierto?

Tómelo con calma, salúdelo, si quiere –si quiere– le puede besar el anillo, se puede arrodillar si lo desea o, simplemente, decirle, “buenos días Papa Francisco”. Después puede pensar en llamar a los hijos, a los vecinos o preguntarse ¿dónde dejé el celular?, ¿qué le ofrezco? ¿Dónde carajos estará la biblia?

Nada. Sólo escúchelo. Eso les ha pasado a decenas de personas en diferentes ciudades de Italia.

No es común que el Obispo de Roma pase por las mismas oficinas del Vaticano, no lo habían hecho los anteriores pontífices, pero Francisco si ha realizado inesperadas visitas a organismos de la Curia. El 28 de abril del 2016 pasó, por ejemplo, por las sedes de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede y por la Secretaría para la Economía del Vaticano.

También ha pasado por las estancias del Pontificio Comité de las Ciencias Históricas, la Congregación para la Educación Católica, la Congregación para el Clero, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, la Congregación para las Iglesias Orientales y el  Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, según informó la agencia Gaudiumpress.

PERDONE LA MOLESTIA

El periodista Ary Waldir Ramos Díaz cuenta en Aleteia los hechos de la no programada cita del Papa Francisco del 19 de mayo del 2017 con habitantes Stella Maris, una de las parroquias de Ostia, una zona de Roma que vive el contraste del bienestar y también de la marginación y la pobreza.

“Las familias estaban informadas de que el día viernes en la tarde recibirían las visita del párroco para la tradicional bendición de Pascua, no esperaban una sorpresa mayor: quien tocaba el timbre de la puerta en el lugar del párroco era el mismo Papa Francisco”, relató el periodista.

“Perdón por la molestia, he respetado el horario de silencio para la siesta, ¿verdad?, decía el Pontífice, así como estaba escrito en el aviso de entrada de los apartamentos para mantener la sana convivencia y evitar rumores molestos. Charló con doce familias y les regaló un rosario.

ELLAS ESPERABAN UN PREDICADOR PARA SU RETIRO

El 14 de marzo del 2017, el Papa Francisco dio una sorpresa a las hermanas de la Congregación de la Caridad de Santa Giovanna Antida Thouret: ellas esperaban al sacerdote que iba a predicar los ejercicios espirituales de Cuaresma, sin embargo quien tocó la puerta era el Pontífice en persona.

No lo podían creer.

Días después, con un poco de calma, publicaron en su portal: “el martes 14 de marzo, por la tarde, tuvimos la alegría de acoger entre nosotras al Papa Francisco. Rezamos y conversamos con él. Alabamos al Señor y le agradecemos por esta inmensa gracia que ha reservado para nuestra Congregación”.

CON LOS INMIGRANTES

Quizá la experiencia que más sobrecogedora ocurrió en febrero del 2015. Se dirigía a la parroquia de San Miguel Arcángel en Roma y se salió del protocolo para ingresar a una barriada de inmigrantes. Cuando ingresó al patio, por así decirlo, los habitantes comenzaron a salir de sus casitas y miraban extrañados al hombre de 1.74 metros de altura, totalmente vestido de blanco que les saludaba. Fue una reunión sin programa: unos sacaban sus celulares y llamaban a sus vecinas, unas señoras no dejaban de mirarlo, otros sacaron a sus hijos para que los tocara y hasta a un bebé, al mirarle los cachetes le preguntó al papá: “¿Come bien, eh?”.

De un momento a otro le pidieron que les impartiera la bendición. “¿quiénes hablan español acá?” y en un gigantesco grito respondieron “todos, somos suramericanos”.

Entonces el Papa Francisco alzó su brazo derecho y dijo: “Vamos a rezar todos y a pedirle a Dios que nos proteja”. La oración se hizo unánime, entre el máximo líder espiritual de los católicos y unos desprotegidos:  “Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, haga Señor tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas…”

 

 

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