Inquietante arranque del plebiscito

Compartir:

Ganar un plebiscito tramposo no es ganar una paz sostenible. Es, a mediano plazo, espantarla.

POR JUAN LOZANO

Deseo fervorosamente la paz, pero no tengo la certeza de que los acuerdos que finalmente se suscriban con las Farc nos conduzcan a una paz duradera y eviten incubar nuevas violencias y reciclar con otros brazaletes a los agentes del narcotráfico y el terrorismo.

Como no todo está acordado, faltan cerca de 50 puntos pendientes, y como nada está acordado hasta que todo esté acordado, con respeto digo que no comparto las voces de quienes de antemano ya están aplaudiendo unos acuerdos que desconocen montados en las campañas por el sí, ni tampoco aquellas voces que ya están en la campaña del no sin conocer en su integridad lo que se acuerde.

Muchas veces he levantado mi voz para advertir discrepancias sobre algunos puntos de los acuerdos parciales. Pero como la votación será de un solo sí o un solo no, se requiere poder evaluar en conjunto lo acordado para poder calibrar sus implicaciones e impactos y decidir responsablemente el voto. Doy ejemplos: creo que es atroz la impunidad ante los crímenes de lesa humanidad. Me estremece que los reclutadores de niñas campesinas, que luego las violaban o entregaban como recompensa sexual a los guerrilleros más sanguinarios, queden impunes.

Estoy convencido de que no hay ningún blindaje que proteja esos acuerdos de la activación de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional. Esos delitos no prescriben. Nadie, ni el mismísimo Ban Ki-moon, puede prometer a los responsables de crímenes de lesa humanidad, de izquierda o de derecha, que mañana no los vayan a enjuiciar y condenar.

Las Farc han sido, a la vez, guerrilla y cartel. Sus socios, según han dicho entidades oficiales, han sido los narcos y terroristas más siniestros. Me parece absolutamente precario lo acordado para desmontar el narcotráfico. Durante la negociación, el narcotráfico y los cultivos ilícitos en Colombia se han multiplicado. Y ese es el verdadero motor de la violencia, sobre todo cuando ya es imposible saber dónde terminan las Farc y dónde comienzan el Eln, las ‘bacrim’ y las ‘Farcrim’.

Me resulta incomprensible que la reparación de las víctimas de las Farc no la asuman sus perpetradores con sus multimillonarios narcorrecursos, sino que se tenga que pagar por todos los colombianos con el aumento del IVA, que viene en una nueva reforma tributaria que harán aprobar a pupitrazos después del plebiscito. Creo que han pisoteado la Constitución y creo que a la Corte todavía le queda por delante su verdadera prueba de fuego en el examen del mal llamado acto legislativo para la paz, con todo y los ‘micos’ metidos en séptimo debate.

Tengo todos esos reparos. Y más. Pero, insisto, para adoptar una decisión responsable de sí o no es indispensable poder evaluarlos todos. Completos. Integralmente. Exhaustivamente. Hay muchas cosas que no sabemos, otras que pueden cambiar, decisiones de la Corte por conocer, en fin…

Por lo anterior, esperaré a leer completo el fallo de la Corte en materia de garantías y controles para decidir si participo o me abstengo en el plebiscito. Y en el evento en el que decida votar, esperaré a conocer la totalidad de los acuerdos de Cuba para decidir si lo hago por el sí o por el no.

No obstante, debo decir que las primeras señales sobre las garantías en el proceso plebiscitario tras la divulgación del sentido del fallo de la Corte son nefastas. El umbral del 13 por ciento parece burla. Las Farc seguirán armadas y han arreciado su violencia verbal contra sus detractores. Y Santos, mientras entrega casas, en actos pagados con presupuestos públicos, les pide a sus beneficiarios que voten por el sí.

Lo que no puede perder de vista el Gobierno es que ganar un plebiscito en estas condiciones no es lo mismo que ganar la legitimidad para los acuerdos de Cuba. Mejor dicho, ganar un plebiscito tramposo no es ganar una paz sostenible. Es, a mediano plazo, espantarla. Ya veremos…

JUAN LOZANO

Compartir: