Política de drogas a la carta

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Por: Juan Manuel Galán Pachón

BOGOTA, 02 de mayo_ RAM_ UNGASS le sigue apostando a la guerra contra las drogas y el prohibicionismo sigue siendo la norma. En la tercera sesión especial de la Asamblea General de la ONU fueron discutidas políticas de reducción del daño y regulación de sustancias estupefacientes.

El objetivo principal de esta reunión era realizar un llamado a la comunidad internacional a fin de analizar las medidas frente al consumo de sustancias psicoactivas. Sobre el particular, su regulación y mercado para evolucionar en la política de drogas que sigue el mundo y visibilizar una reforma  a las tres convenciones de Naciones Unidas que rigen la materia.

Es decir, desde Latinoamérica se pidió que fueran abandonadas las políticas punitivas y se abordara este flagelo como un asunto de salud pública. Sin embargo, estas expectativas se vieron completamente frustradas por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque Argentina, Rusia, Irán y China se oponen a dar por terminado el prohibicionismo. En segundo lugar, porque la Asamblea no se pronunció contra los países que penalizan  a las personas que sean encontradas traficando drogas o traficando micro estupefacientes con cadena perpetua o pena de muerte, como lo son China, Irán, Singapur, Arabia Saudita, Tailandia, Indonesia, Malasia y Taiwán.  Y de ñapa, tampoco fue abordada la regulación como tema central.

Es evidente que la política de drogas no despierta mayor interés en países que serían fundamentales para lograr consenso y acuerdo en una evolución de la política. Sí, cada país avanza a su propio ritmo, sin embargo, la violación sistemática de derechos humanos tiene que detenerse. Amnistía Internacional reportó que en el 2014, 2.466 personas fueron sentenciadas a la pena de muerte en el mundo, y en el 2015, se incrementó esa cifra en un 54%. De todas las ejecuciones registradas en 2015, el 89 % se llevaron a cabo solamente en Arabia Saudí, Irán y Pakistán.

Lo sorprendente, es la falta de voluntad de los países en reconocer la importancia de este tema para adelantar una agenda de propuestas que permitan superar la mal llamada guerra contra las drogas que tantas víctimas ha cobrado en el mundo. Por su parte, Colombia seguirá evolucionando hacia el cambio de paradigma, hacia el tratamiento de los consumidores y la investigación científica como Estado Social de Derecho que somos y como garantes de los derechos humanos. No podemos prologar políticas diseñadas para una utopía: un mundo libre de drogas. Lo que si podemos es trabajar por un mundo libre de abuso de drogas.

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